La iniciativa privada que permitió el rescate

Con el paso del tiempo la vivienda fue testigo del constante y desmedido crecimiento que experimentó la ciudad merced a la falta de una planificación ordenada, la presión inmobiliaria sobre áreas céntricas y las constantes excepciones a los códigos urbanos, estéticos y constructivos instaurados por el entonces departamento de obras que dependía de la Dirección de Parques Nacionales (DPN) a partir de 1935. Esta metodología paradigmática de hacer una nueva ciudad en función a un nuevo orden social y económico, puso en descubierto la falta de políticas en el cuidado y la preservación del patrimonio cultural, peligrando su permanencia y transferencia generacional, y si bien las grandes y modernas estructuras han transgredido la escala urbana perjudicando el entorno, la Vivienda Speranza, con 100 años en su haber, constituye todo un ejemplo del legado que aún perdura del Bariloche fundacional, y que bien merece un lugar distintivo en nuestro presente. A comienzos del 2008, por una iniciativa privada, la vivienda fue retirada de su ubicación original y reubicada sobre calle Primera Junta en el Barrio Las Margaritas, detrás del complejo Villa Sofía, para dar lugar a un proyecto de gran envergadura. Roberto Guallini, propietario del terreno donde se reconstruyó la casa agrega al respecto: “Queríamos preservar esta casa, entre otras cosas, porque el propietario actual vivió toda su vida al lado y tiene un gran valor sentimental”. Si bien, en su momento la Comisión de Patrimonio Histórico dependiente de la municipalidad, le ofreció que la vivienda sea desarmada y guardada en un galpón, Guallini propuso armarla en otro lote, propiedad de su suegro, en el barrio Las Margaritas. Contrató una constructora especializada, que en pocos días desarmó cuidadosamente la estructura. De esta manera cada elemento fue restaurado individualmente para luego ser colocado de acuerdo a su ubicación original, siendo que en algunos casos se sustituyeron aquellos que comprometidos por su avanzado estado de deterioro, debieron respetar el diseño, moldura incluida, tarea más que delicada para no alterar la lectura original del inmueble. Lamentablemente no todas las construcciones de este período corren la misma suerte, dado que el actual Ente Asesor de Preservación del Patrimonio Cultural (ex Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico, Urbanístico y Arquitectónico) lucha desde hace muchos años para hacerse de la exigua partida que le corresponde en calidad de los impuestos obtenidos por obras a construirse en la ciudad. Es así que los actuales propietarios no aceptaron que la centenaria vivienda quedara bajo la custodia municipal y decidieron con una suma importante de dinero cubrir los gastos para lograr que la estructura siga perdurando en el tiempo, y que actuales como futuras generaciones, resulten los principales destinatarios de este importante legado cultural, pudiendo contemplarlo y valorarlo en su justa medida.


Con el paso del tiempo la vivienda fue testigo del constante y desmedido crecimiento que experimentó la ciudad merced a la falta de una planificación ordenada, la presión inmobiliaria sobre áreas céntricas y las constantes excepciones a los códigos urbanos, estéticos y constructivos instaurados por el entonces departamento de obras que dependía de la Dirección de Parques Nacionales (DPN) a partir de 1935. Esta metodología paradigmática de hacer una nueva ciudad en función a un nuevo orden social y económico, puso en descubierto la falta de políticas en el cuidado y la preservación del patrimonio cultural, peligrando su permanencia y transferencia generacional, y si bien las grandes y modernas estructuras han transgredido la escala urbana perjudicando el entorno, la Vivienda Speranza, con 100 años en su haber, constituye todo un ejemplo del legado que aún perdura del Bariloche fundacional, y que bien merece un lugar distintivo en nuestro presente. A comienzos del 2008, por una iniciativa privada, la vivienda fue retirada de su ubicación original y reubicada sobre calle Primera Junta en el Barrio Las Margaritas, detrás del complejo Villa Sofía, para dar lugar a un proyecto de gran envergadura. Roberto Guallini, propietario del terreno donde se reconstruyó la casa agrega al respecto: “Queríamos preservar esta casa, entre otras cosas, porque el propietario actual vivió toda su vida al lado y tiene un gran valor sentimental”. Si bien, en su momento la Comisión de Patrimonio Histórico dependiente de la municipalidad, le ofreció que la vivienda sea desarmada y guardada en un galpón, Guallini propuso armarla en otro lote, propiedad de su suegro, en el barrio Las Margaritas. Contrató una constructora especializada, que en pocos días desarmó cuidadosamente la estructura. De esta manera cada elemento fue restaurado individualmente para luego ser colocado de acuerdo a su ubicación original, siendo que en algunos casos se sustituyeron aquellos que comprometidos por su avanzado estado de deterioro, debieron respetar el diseño, moldura incluida, tarea más que delicada para no alterar la lectura original del inmueble. Lamentablemente no todas las construcciones de este período corren la misma suerte, dado que el actual Ente Asesor de Preservación del Patrimonio Cultural (ex Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico, Urbanístico y Arquitectónico) lucha desde hace muchos años para hacerse de la exigua partida que le corresponde en calidad de los impuestos obtenidos por obras a construirse en la ciudad. Es así que los actuales propietarios no aceptaron que la centenaria vivienda quedara bajo la custodia municipal y decidieron con una suma importante de dinero cubrir los gastos para lograr que la estructura siga perdurando en el tiempo, y que actuales como futuras generaciones, resulten los principales destinatarios de este importante legado cultural, pudiendo contemplarlo y valorarlo en su justa medida.

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