Hace diez años comenzaba el fin de Hidronor
En 1992 se inició el proceso que significó la privatización y desaparición de la empresa.
CIPOLLETTI (AC) – Facturaba 180 millones de dólares por año, contaba con más de 1.500 empleados, tenía un presupuesto superior a cualquier municipio de la Patagonia, y era dueña, no ya de un barrio, sino de una villa privada en medio del desierto. Hace una década Hidronor comenzaba a desaparecer y en Cipolletti, la ciudad donde funcionaba la mayor parte de su estructura, casi nadie sospechaba que ese final cambiaría para siempre la vida de la localidad.
«En el futuro nos abocaremos fundamentalmente al cumplimiento de las indicaciones recibidas desde la secretaría de Energía y el ministerio de Economía en lo que se refiere a la privatización de la empresa». Así cerraba el interventor de Hidronor Alberto Hevia el último balance, el correspondiente a 1991.
Cosas de la burocracia: hasta finales de la década del 90 Hidroeléctrica Norpatagónica SA (que eso quería decir Hidronor) siguió existiendo, claro que en Buenos Aires y en etapa de liquidación, pero con un directorio y un presupuesto que llegó a ser superior al millón de pesos.
Como prueba casi imborrable de su existencia, en la región dejó nueve presas que tienen seis centrales hidroeléctricas, más de 3.000 kilómetros de líneas de alta tensión, estaciones transformadoras en cuatro provincias, miles de metros de rutas, un barrio en Cipolletti y hasta una pequeña ciudad: Villa El Chocón, que más tarde terminó siendo vendida a la provincia de Neuquén.
También quedaron las huellas de varias villas temporales; una de ellas, la de Alicurá, todavía da impresión cuando se viaja por la ruta nacional 237.
Para muchos cipoleños, Hidronor se relaciona con esos Renault 4 color turquesa que daban vueltas por la ciudad, con el enorme edificio que ahora alberga al municipio, con esos hierros oxidados que alguna vez fueron las bases de la sede central de la empresa y con las coquetas casas del barrio ubicado hacia el norte que lleva el nombre de la ex empresa estatal.
¿Quién recuerda ahora ese dibujito de una «hache» formada por dos bloques atravesados por una flecha de agua? Era el logotipo de Hidronor, tan común en otro tiempo.
La generación de recursos en la región no sólo estuvo dada en el empleo que generó. La cantidad de casas y locales que alquilaba en Cipolletti había distorsionado el mercado, y generado gran riqueza.
Pero Hidronor es además fuente de todo tipo de leyendas -unas más verosímiles que otras- relacionadas con ñoquis y hechos de corrupción.
Lo cierto es que en 1991, un año con complicaciones hídricas, cuando sólo contaba con cuatro centrales hidroeléctricas (Piedra del Aguila se terminaría un año después), la empresa generó el 16% de la electricidad que se consumió en el país.
Había sido creada el 27 de octubre de 1967, en Buenos Aires, bajo el gobierno de Onganía.
A finales de ese año le otorgaron a Hidronor la concesión para la construcción y operación del denominado complejo Chocón-Cerros Colorados (lo que ahora es El Chocón, Arroyito y las presas ubicadas sobre el río Neuquén).
En 1972 se decidió construir lo que se denominó complejo Alicopa, que estaba constituido por las centrales Alicurá, Piedra del Aguila y Collón Cura (esta última obra jamás se hizo).
No fue el único emprendimiento que quedó trunco: en 1986 se decidió levantar otras tres centrales: Pichi Picún Leufú, Michihuao y Pantanitos. Sólo se construyó la primera, que se privatizó sin terminar y fue concluida por su concesionario.
Ese mismo año el presidente Raúl Alfonsín colocó la piedra fundamental de la sede de Hidronor, en el barrio Mariano Moreno de Cipolletti, a pocos metros de la ruta 22 y Toschi.
La placa que ese día colocaron Alfonsín y los gobernadores Osvaldo Alvarez Guerrero y Felipe Sapag ya no está y las bases forman ahora una extraña figura de cemento y hierros retorcidos.
El terreno pertenece en la actualidad a la Universidad del Comahue.
Queda, además, un Centro de Documentación que ocupa todo el primer piso de lo que fue el edificio de la empresa. Esta biblioteca guarda una parte de la historia de Hidronor y depende ahora del Orsep.
Quedan además los profesionales y técnicos que crecieron y se formaron en esta empresa. Muchos de los que se quedaron en la región trabajan ahora por su cuenta o pertenecen a empresas privadas o a la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas.
A diez años del principio del fin, Hidronor aparece en el recuerdo como el símbolo de un país que, para bien o para mal, ya no existe.
Los números de la empresa en 1991
CIPOLLETTI (AC) – En el confuso balance correspondiente a 1991 se lee que Hidronor tuvo ese año una ganancia de casi 35 millones de dólares, casi la misma cifra que liquidó a Río Negro y Neuquén ese año en concepto de regalías hidroeléctricas.
Pagaba buenos sueldos. Prueba de ello es que el promedio de gasto salarial per cápita en 1991 fue de 1.914 dólares.
Estos son los últimos números de la empresa que quedaron registrados en el Centro de Documentación Comahue.
Ya existía la convertibilidad y faltaban unos meses para el cambio de la moneda, pero el balance está expresado en diez miles de australes, que en abril de 1991 se habían transformado en el equivalente de un dólar.
Ese año había generado 5.922.170 MWh y vendió esa energía por 182.000.000 de dólares. La tarifa promedio que Hidronor cobró ese año fue de 30,84 dólares por MWh.
Es llamativo: diez años después el precio del mercado mayorista es muy similar (29,69 pesos el MWh fue el promedio de julio de este año).
Su principal cliente era otra empresa estatal que ya no existe, SEGBA, que le compró ese año el 66% de la generación. También les vendió a ESEBA, Agua y Energía, el EPEN neuquino y el EPEC cordobés.
Hasta ese año, Hidronor había gastado casi 800.000 dólares en obras de viviendas en Cipolletti y 600.000 en «construcciones generales».
Los pueblos que cambiaron
CIPOLLETTI (AC) – Esta ciudad cambió completamente tras la desaparición de Hidronor, pero para localidades como Senillosa o Piedra del Aguila, las consecuencias fueron mucho más palpables.
Desde que se iniciaron las obras de las presas El Chocón (sobre el río Limay) y Portezuelo Grande (río Neuquén), en Hidronor las construcciones casi no se detuvieron.
Estas dos presas se terminaron en 1973; Loma de la Lata, en 1977; Planicie Banderita, en 1978; El Chañar, en 1980; Arroyito y Alicurá, en 1983; Piedra del Aguila, en 1992.
Pichi Picún Leufú concluyó en 2000, pero en el medio hubo un sinfín de interrupciones.
Senillosa creció al ritmo de estas obras y de la Planta Industrial de Agua Pesada. Cuando estas grandes construcciones finalizaron, el pueblo comenzó a languidecer y a depender, mucho más que antes, del empleo público.
La crisis social de Senillosa hizo eclosión a mediados de la década del 90, cuando en la región se conoció el primero de una larga lista de cortes de ruta.
Martín Belvis
rncipolletti@arnet.com.ar
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