Crimen y primera fuga de Pío Quinto Vargas

Tras el tiroteo entre los dos vecinos de Corcovado, comenzó una larga historia de disputas y peripecias judiciales.

Don Lucio pertenecía a una clase social adinerada, bien vinculada, pero no obtuvo favores oficiales ni los buscó. Cuando peticionó el 17 de abril de 1901 al gobierno territorial del Chubut que le otorgara permiso para alambrar su campo en Malespina, cerca de Camarones, daba por descontado que en pocos días más se aprobaría en Buenos Aires su solicitud de ocupación provisoria de esas tierras elegidas. Sucedió lo contrario.

El 15 de mayo el presidente Roca negó por decreto el permiso solicitado y lo suscribió junto a la firma del ministro de Agricultura Ezequiel Ramos Mejía (Boletín Oficial del 16 de mayo de 1901).

El hosco terrateniente

La instalación cordillerana resultó dificultosa. El campo estaba invadido por otras haciendas, buena parte de ellas de Pío Quinto Vargas. Pero llegó para criar ganado y erigir un casco -probablemente en 1904- de ladrillo, cómodo y seguro, que tuvo, años después, corrales y gran movimiento rural (como lo muestra, en su apogeo, la fotografía de esta página).

Inmediatamente se suscitaron los problemas con Pío Quinto Vargas.

Hay pocos testimonios del dramático enfrentamiento -alguna vez habrá que contar las desapariciones de viejos expedientes y sus manipuladores- que tuvieron pero como sucede con toda verdad, tarda y se devela.

Los contrincantes no sólo tenían diferencias de intereses sino de edad. Ramos Otero, 35 años, y Pío Quinto -siempre armado-, medio siglo a cuestas.

Al momento de la disputa –según el inventario que más tarde hizo el jefe de la policía del Chubut Julio Fougere para embargarle bienes por 5000 pesos en la causa criminal- el verdadero terrateniente era Pío Quinto Vargas. En esas tierras, en gran parte propiedad de don Lucio, pastaban los planteles de Vargas: 2653 vacunos, 738 yeguarizos y 38 caballos mansos. Tenía un «catango» de 2 ruedas, y un cuarto de barro y palos con techo de zinc. Allí guardaba un hacha grande, pala, azada, tenaza, dos ollas, una sartén, un bote de lona casi inutilizado y una trampa para zorros. Como lo consigna un telegrama de Ramos Otero al juez Luis Navarro Careaga y al prosecretario Monighetti del 24 de octubre de 1905 cuando corría el juicio por la disputa anterior, «de las seis leguas de mi campo sólo este año pude ocupar una parte y apenas tengo allí una majada de ovejas», y a pesar de lo que ya había sucedido, denunciaba la invasión cotidiana de ganado y peones de Vargas.

Disparos en la soledad

El tiroteo estalló en la soledad patagónica el 23 de febrero de 1905 cuando Vargas primero mató a Juan Uribe, peón de don Lucio. Este quedó herido levemente. Vargas hirió a otro peón, que al parecer murió poco después. Los datos se deducen de las causales que caratularon el expediente a Pío Quinto «por doble homicidio y lesiones a otra persona». Así lo aclaró el propio Vargas, sin decir que «esa persona» era el estanciero, omisión apropiada para la indagatoria que le tomó Alejandro Barrionuevo, el empleado de investigaciones de Buenos Aires, secundado por el jefe interino de la Policía Fronteriza del Chubut Leandro Navarro (acta del 7 de octubre de 1911). Se registró en otro sumario: el que se abrió por el secuestro del mismo Ramos Otero.

Recién un mes después del suceso criminal de Corcovado, y una vez apresado Pío Quinto Vargas para remitirlo en penosa travesía hasta Rawson, la capital territorial, el diario La Nación se ocupó del tema (sábado 25 de marzo de ese año 1905). El breve telegrama arribado al diario desde Rawson fue transcripto en la página 5 y denunciaba que en «Paso de los Indios se le fue al sargento que lo conducía preso, el criminal Pío Quinto Vargas, aprehendido en 16 de octubre, en la cordillera, por haber dado muerte alevosa a una persona».

Pero el seguimiento de la causa iba a divulgarse a través del periódico Cruz del Sur que impulsó la orden salesiana en Rawson y apareció con su número uno el Año Nuevo de 1905. Ese 1º de enero la noticia más periodística del ejemplar inaugural señalaba que Edelmiro Correa (falta el 2º apellido: «Falcón»), hasta entonces ordenanza de la gobernación, acababa de ser nombrado corresponsal del Sarmiento, la publicación porteña comandada por Manuel María Oliver. El corresponsal Correa Falcón sería, 16 años después, un personaje de siniestra actuación en las huelgas patagónicas de los obreros rurales de Santa Cruz.

Clave Cruz del Sur

Hay que ir hasta el ejemplar de la Cruz del Sur del 2 de abril de 1905 para saber de la indolencia policial, tanto para elevar el sumario al juzgado como el del traslado del criminal Pío Quinto Vargas. Fue a raíz de esa fuga y la divulgación de la misma que el juez Navarro Careaga reclamó noticias del tema al jefe de policía, que recién las elevó el 23 de marzo. Respondió al oficio el que se inició con una denuncia de Pío Quinto Vargas contra Luis (sic) Ramos Otero por disparos de revólver y tentativa de homicidio. Fue elevada con la denuncia de don Lucio contra Vargas por iguales motivos: disparos de carabinas y lesión leve. Vargas fue finalmente recapturado mientras Ramos Otero permanecía preso en Rawson.

El 17 de abril comenzó –en la causa por disparos recíprocos- la indagatoria a Vargas encarcelado en Rawson. También lo estaba Ramos, que pidió su propia excarcelación, luego otorgada en condición provisoria a mitad de mayo bajo fianza de don Aurelio Castro y el depósito de mil pesos.

A Vargas se le negó el sobreseimiento que pidió su defensor en la causa por doble homicidio y que por disparo de armas se siguió a don Lucio.

El fiscal especial Alejandro A. Conesa pidió 10 años de presidio para Vargas y uno para Ramos Otero.

Como a Vargas se le decretó –a fines de agosto del mismo año 5- un embargo de 5000 pesos y manifestó no tener bienes a mano, se decidió trabarle los bienes que conservaba en Corcovado para lo que se comisionó al juez de paz de San Martín, don Cedilio Crespo, quien también se ocuparía de embargar a Ramos Otero en la suma de 600 pesos.

Vargas era enfermizamente celoso de sus bienes y comenzó a preparar una nueva fuga: quería estar cerca de sus propiedades en el momento del embargo.

En la cárcel lo visitaba su hermano menor, el herrero Andrés Teppa, también Raúl Robín y alguien poco identificable pero que se cree que era Tomás Austín y un tal Juan Picuní. Comenzó por estudiar los movimientos del celador de la cárcel, Domingo Machione de Udiano, controlar la visita de proveedor Barthel que llevaba el café a la cárcel donde el mayor consumidor era el director don Benito P. Cerruti.

Se había concentrado en observar al teniente Pedro Berro, del personal militar que hacía la custodia principal. Estaba atento a todo para elegir la oportunidad.

(Continuará)

fnjuarez@interlink.como.ar

Curiosidades

• Para el 21 de julio de 1902 en el Alto Valle llegaban noticias de la partida desde Las Lajas del convoy militar con mulas en el último estado de flacura, mientras que en esa dirección preparaban su viaje el gobernador y el juez letrado (Andrés Herrera) para inspeccionar el paraje e informar sobre el traslado de la capital territorial.

• Los comentarios de esa misma semana en la incipiente Comodoro Rivadavia eran: la partida demorada del vapor 1º de Mayo que el 16 de julio de hace justo un siglo había atracado desembarcando las primeras familia de la colonia boer, sudafricanos que dejaban los escenarios de la guerra anglo-boer.

• En esa semana de cien años atrás, el ministro de agricultura recibía un telegrama desde Comodoro despachado por el comandante del vapor 1* de Mayo, el teniente de navío Tiburcio Aldao, aludiendo a los boers. Decía que «al desembarcar del transporte de mi mando y pisar la tierra prometida para fundar la gran colonia que ellos desean lleve su nombre y me piden que lo salude…». El ministro contestó también con el tono solemne y engolado de la época.

• También se cumple el centenario de la llegada de la comisión de periodistas eslavos pero arribados desde los Estados Unidos a Neuquén –el 21 de julio de 1902- para fomentar al inmigración. Eran los reverendos Satanislaus y Siatka, representante y redactor del Diziehnik Chicagosk; Fran Kysela, del Dienice Noweku y Frank F. Pucher, redactor jefe del American Salwnik Gazette. Operó de interprete Edmundo Jernick, del Ministerio de Agricultura. Les dieron un asado en la casa de Celestino Del Anna. Se sacaron fotos, agradecieron al cicerone Wernicke y al corresponsal de La Prensa Antonio Infante. Dijeron que había que aprovechar energéticamente las aguas del río Negro para poner frigoríficos y comerciar la carne de la región.

• En la mañana del 24 de julio de 1921, dos años después de su muerte, se rindió homenaje frente a la tumba de Ada Eiflein en la sección evangélica alemana del cementerio de la Chacarita. La viajera incansable, periodista y educadora que recorrió intensamente el sur argentino recibió el homenaje y saludos docentes y escolares del colegio Francisco P. Moreno de Bariloche. Hubo media docena de oradores. Uno fue Teodoro Aramendia, que lo hizo en nombre de los alumnos aborígenes de la escuela Quila Quina y por la tribu Curruhuinca. Otro orador representó a la liga Mapuche.


Don Lucio pertenecía a una clase social adinerada, bien vinculada, pero no obtuvo favores oficiales ni los buscó. Cuando peticionó el 17 de abril de 1901 al gobierno territorial del Chubut que le otorgara permiso para alambrar su campo en Malespina, cerca de Camarones, daba por descontado que en pocos días más se aprobaría en Buenos Aires su solicitud de ocupación provisoria de esas tierras elegidas. Sucedió lo contrario.

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