“¡Tomá, ésta es tu justicia!”

Semanas atrás los diarios nos informaban de que el 7 la municipalidad terminaría los cursos de capacitación para todos los “empleados de seguridad” de los “boliches” a los que asiste la mayoría de nuestros hijos pero la noche anterior, en el local de KPLA, uno de los concurrentes fue agredido salvajemente por estos “personajes”. No había exceso de alcohol, falta de cuidado familiar ni nada de este tipo de cosas que arbitraria y ligeramente argumentamos cuando vemos este tipo de accionar. Todo se desencadena por falta de comprensión, tal vez por inmadurez o insensatez de los mayores y, sobre todas las cosas, por el “autoritarismo” mal aplicado por quienes consideran el “abuso” como herramienta cotidiana de vida. El joven apaleado (literalmente) sólo pretendía hacer administrar justicia por la autoridad que correspondiera debido a un hecho ocurrido momentos antes con otro familiar que lo acompañaba, a quien también agredieron no dejándolo ingresar aduciendo por la fuerza “el derecho de admisión” del local. Sólo les pedía sus datos para efectuar la denuncia ante lo que él consideraba un atroz atropello a sus libertades individuales. En un momento de confusión el joven fue tomado por la fuerza en la vereda del local por estos mal llamados “patovicas”, ingresado con violencia (patadas y golpes de puños) y arrastrado hasta la cocina, donde lo golpeaban al grito de “¡Tomá, ésta es tu justicia”, “¡Toma, éste es mi nombre!”. Vivió momentos desesperantes. En lo doloroso de la situación, y cuando era arrastrado hacia el lugar del sometimiento, gritaba que lo ayudaran, que le miraran la cara y que no se olvidaran de ella… ¿quizá pensaría que no volvería a su hogar? ¿O lo atormentarían algunos recuerdos de noticias del pasado? Gracias a la providencia aparecieron varios patrulleros, alertados por algún “ciudadano valiente” que vio lo que le ocurría al desdichado y decidió intervenir (a expensas de que le podría haber pasado lo mismo si lo veían) llamando a la policía, que una vez en el sitio y ante el grave estado del joven lo llevó al hospital para que le brindaran los primeros auxilios. Tal vez, es mi deseo, no debamos leer nunca más este tipo de hechos y de una vez por todas nos hagan pensar en la violencia a la que estamos expuestos “todos” y sobre todo los jóvenes en las calles de la ciudad. Con sólo ver los registros de la sala de guardia del hospital durante los fines de semana tendríamos una idea acabada de lo alarmante que es la situación y de la importancia relativa que se les otorga a tales atropellos. También deja para pensar qué tipo de personas son empleadas por los comerciantes para cuidar la seguridad de sus locales, así como cuál será el tipo de capacitación que han recibido por parte del municipio y si los tiempos de impartición son los correctos y los requisitos, los apropiados. Para resumir todo esto, el joven “corrió con suerte” a pesar de las costillas fracturadas y de la perforación de tímpano, ya que luego de dos días de internación pudo regresar al hogar para tratar de continuar con su vida normal. ¿Será justicia? Jorge Duarte, DNI 14.800.457 Cipolletti

Jorge Duarte, DNI 14.800.457 Cipolletti


Semanas atrás los diarios nos informaban de que el 7 la municipalidad terminaría los cursos de capacitación para todos los “empleados de seguridad” de los “boliches” a los que asiste la mayoría de nuestros hijos pero la noche anterior, en el local de KPLA, uno de los concurrentes fue agredido salvajemente por estos “personajes”. No había exceso de alcohol, falta de cuidado familiar ni nada de este tipo de cosas que arbitraria y ligeramente argumentamos cuando vemos este tipo de accionar. Todo se desencadena por falta de comprensión, tal vez por inmadurez o insensatez de los mayores y, sobre todas las cosas, por el “autoritarismo” mal aplicado por quienes consideran el “abuso” como herramienta cotidiana de vida. El joven apaleado (literalmente) sólo pretendía hacer administrar justicia por la autoridad que correspondiera debido a un hecho ocurrido momentos antes con otro familiar que lo acompañaba, a quien también agredieron no dejándolo ingresar aduciendo por la fuerza “el derecho de admisión” del local. Sólo les pedía sus datos para efectuar la denuncia ante lo que él consideraba un atroz atropello a sus libertades individuales. En un momento de confusión el joven fue tomado por la fuerza en la vereda del local por estos mal llamados “patovicas”, ingresado con violencia (patadas y golpes de puños) y arrastrado hasta la cocina, donde lo golpeaban al grito de “¡Tomá, ésta es tu justicia”, “¡Toma, éste es mi nombre!”. Vivió momentos desesperantes. En lo doloroso de la situación, y cuando era arrastrado hacia el lugar del sometimiento, gritaba que lo ayudaran, que le miraran la cara y que no se olvidaran de ella... ¿quizá pensaría que no volvería a su hogar? ¿O lo atormentarían algunos recuerdos de noticias del pasado? Gracias a la providencia aparecieron varios patrulleros, alertados por algún “ciudadano valiente” que vio lo que le ocurría al desdichado y decidió intervenir (a expensas de que le podría haber pasado lo mismo si lo veían) llamando a la policía, que una vez en el sitio y ante el grave estado del joven lo llevó al hospital para que le brindaran los primeros auxilios. Tal vez, es mi deseo, no debamos leer nunca más este tipo de hechos y de una vez por todas nos hagan pensar en la violencia a la que estamos expuestos “todos” y sobre todo los jóvenes en las calles de la ciudad. Con sólo ver los registros de la sala de guardia del hospital durante los fines de semana tendríamos una idea acabada de lo alarmante que es la situación y de la importancia relativa que se les otorga a tales atropellos. También deja para pensar qué tipo de personas son empleadas por los comerciantes para cuidar la seguridad de sus locales, así como cuál será el tipo de capacitación que han recibido por parte del municipio y si los tiempos de impartición son los correctos y los requisitos, los apropiados. Para resumir todo esto, el joven “corrió con suerte” a pesar de las costillas fracturadas y de la perforación de tímpano, ya que luego de dos días de internación pudo regresar al hogar para tratar de continuar con su vida normal. ¿Será justicia? Jorge Duarte, DNI 14.800.457 Cipolletti

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