Nuevas visiones del cine independiente
El Festival de Buenos Aires acercó más de 150 filmes que rompen con las convenciones.
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y el cine Malba, el IV Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. En sus secciones Oficial Competitiva, Cine Argentino-Lo Nuevo de lo Nuevo, Panorama, Globalización y Barbarie, Pasado y Presente, Muestra de Cine Napolitano, Directores en Foco, Retrospectivas, Tarde o Temprano, Exploding Cinema, Antín-Sarquís-Polaco, Oficial Cortometrajes, Cortos Argentinos, Directores Argentinos de Cortos en el Exterior y Work in Progress, se exhibieron un centenar y medio de largos, treinta cortos y veintidós trabajos en desarrollo. Imposible ver todo.
La organización para el público tuvo un carril ordenado, se respetaron horarios y salas, pero no ocurrió así con las funciones para prensa y jurados. «Un día de suerte» de Sandra Gugliotta -recientemente premiada en el Festival de Berlín- fue programada para el jueves 25 a las 13.30, pero a esa hora ya estaba promediando su proyección, se intentó pasarla para las 14, pero como los representantes de los más importantes medios nacionales, «Río Negro» entre ellos, y un jurado, se habían retirado o dirigido a otras salas, se pasó al viernes a las 10.45 casi en el mismo horario que «El cumple» de Gustavo Postiglione.
En la sala de prensa, las computadoras disponibles cubrían discretamente las necesidades de los periodistas, y sólo algunas asistentes sostenían la sonrisa y la amabilidad a la hora de las quejas o los pedidos de entradas.
«Río Negro» optó por ver las obras de dos realizadores jóvenes, la holandesa Nanouk Leopold y el rosarino Postiglione. La primera se presentó en la sección Panorama y la argentina, en Lo Nuevo de lo Nuevo.
«Iles flotantes» es el primer largometraje de Leopold (32); lo filmó en Rotterdam hace dos años con el dinero que recibió al quedar su guión entre los cinco mejores del concurso organizado por el gobierno de su país. Apoyada por una iluminación sobria y sutil del fotógrafo italiano Benito Strangio, Nanouk recorre la historia de tres amigas que rondan los treinta años y viven flotando entre afectos a la deriva, siguiendo sus impulsos, sin héroes, compromisos ni metas definidas. En diálogo con este cronista, la directora explicó que estructuró su filme como «una fuga, en el sentido musical de la palabra, donde los personajes van entrando como lo hacen las voces de los instrumentos en las obras de Juan Sebastián Bach»; y que eligió a las actrices María Kraakman, Halina Reijn y Manja Topper, justamente por su «ductilidad –magníficamente evidenciada a lo largo del filme- que les permitía pasar del llanto a la distensión, de la indiferencia a la ira, o expresar el hastío y el miedo de un modo bien creíble. Fueron muchos los ensayos y ellas superaron todas las pruebas».
La acumulación de fracasos y la búsqueda de afectos consistentes, verdaderos, marcan el camino de las tres jóvenes, «ellas son parte de una generación, la mía, que se fue de casa ni bien terminó la secundaria y está viviendo a los treinta, lo que sus padres experimentaron a los veinte. Nuestra adolescencia se estiró una década y recién ahora nos estamos planteando hacer cosas tan elementales como trabajar en algo estable, formar una pareja, una familia, tener hijos. Yo me llevo bien con mis padres, pero es claro que entre nosotros la distancia es grande. A mis personajes les resulta muy difícil comunicar sus sentimientos, comunicarse entre sí a pesar de lo mucho que necesitan hacerlo. Es parte de la misma situación», concluyó Nanouk.
Con el último fin de semana de abril se fueron la cuarta edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires y sus premios.
Quedan imágenes, colores, descubrimientos, salas mayoritariamente ocupadas por jóvenes, estudiantes de cine, actores, directores, actrices, espectadores ávidos de filmes alejados de las convenciones industriales, que respeten sus inteligencias.
Todo esto en medio de una economía entregada, destartalada, de una cada vez más injusta situación social y de un achicamiento de las posibilidades de seguir filmando en la Argentina. Razón de más para seguir abriendo puertas al intercambio con otras cinematografías, con otras ideas.
Ganador italiano
Tras un acalorado intercambio de posiciones, el Jurado Oficial -integrado por el argentino residente en París, Edgardo Cozarinsky, el director y actor canadiense Don McKellar, la crítica y productora taiwanesa Peggy Chiao y los programadores Jacques Gerber y Han Sang-Jun, de la Quincena de Realizadores de Cannes y del festival de Pusan, Corea, respectivamente- determinó entre dieciséis en competencia, otorgar el Premio Mejor Película a la italiana «Tornando a casa» de Vincenzo Marra. Entre las aspirantes se proyectaron dos locales «Tan de repente» de Diego Lerman y «Un día de suerte» de Sandra Gugliotta, premiada en Berlín 2002.
Antes de la decisión final, en los comentarios que corrían en las funciones para prensa y en el café que hizo las veces de punto de encuentro en el Abasto, las candidatas eran la brasileña «Lavoura Arcaica, a la izquierda del padre» de Luiz Fernando Carvalho, la china «Anyangde guer» de Wang Chao, y «Un lugar en la Tierra» del ruso Arthur Aristakisjan. En el voto del público punteaba la brasileña «Lavoura Arcaica», seguida de «Un día de suerte», «Tornando a casa».
Eduardo Rouillet
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