Declaró Bohoslavsky en el juicio por “La Escuelita” de Bahía Blanca
El docente relató su detención, ocurrida en octubre de 1976. También brindó testimonio sobre los días que estuvo en el centro clandestino de detención y fue torturado.
DERECHOS HUMANOS
Pablo Bohoslavsky, docente universitario y actual vicerrector de la Sede Alto Valle de la Universidad Nacional de Río Negro, declaró hoy en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en jurisdicción del Comando en V Cuerpo del Ejército.
Bohoslavsky, de 60 años, estuvo detenido en el centro clandestino conocido como “La Escuelita”, la Unidad Penal 4 de Villa Floresta y en Rawson, Chubut, entre 1976 y 1981. En la década del ´70 militaba en el peronismo de base de Bahía Blanca y fue autor de “Cierta Fortuna”, donde relata sus momentos de detención ocurridos en la Unidad 6 de Rawson, Chubut, durante la dictadura.
Relató ante el Tribunal en lo Criminal de Bahía Blanca su detención ocurrida el 19 de octubre de 1976, cuando estaba en su casa de Bahía Blanca, los más de 30 días detenido y torturado en la “Escuelita”, y su paso por la Unidad Penal 4 de Villa Floresta en Bahía Blanca.
También dió detalles de su detención en la Unidad 6 con asiento en Rawson, Chubut, hasta que recuperó la libertad el 20 de junio de 1981.
“Estaba en mi casa cuando golpearon la puerta y rompieron una ventana que estaba sobre la puerta de la calle Córdoba, entre el 60 y 70 de Bahía Blanca”, comenzó su testimonio.
“Inmediatamente tiraron la puerta abajo, me llevaron a un cuarto donde comenzaron, con un cable al que habían pelado, a picanearme con corriente eléctrica y después me llevaron en un Ford Falcon, tras dar varias vueltas, a un lugar donde se escuchaban gritos de dolor” agregó, en referencia al centro clandestino de detención.
“Estuve un par de días siendo torturado sobre un camastro de sunchos, atado de pies y manos, mientras me pasaban corriente eléctrica por todo el cuerpo entre el 19 y 21 de octubre de 1976”, señaló.
El docente agregó que los demás días permaneció «en una, dos o tres habitaciones vendado, encadenado o atado alternativamente a un camastro o a un poste. A lo largo de esos días hubo simulacro de fusilamiento, lo que se conoce como el submarino, que es meter la cabeza de una persona en el agua para impedir que respire”, relató.
“Nos alimentaron con comida que después identificamos que era la comida del rancho de los soldados del V Cuerpo, y el lugar era muy próximo; así lo identificó un dirigente telefónico, no recuerdo el apellido, que había estado haciendo instalaciones por el lugar y que por el paso del tren lo reconoció, y comenzó a gritar hasta que lo golpearon”.
En su testimonio señaló que “en la noche del 22 de noviembre del mismo año me indicaron que debía bañarme y afeitarme, por lo que pensé que iba a aparecer como en algunos de los tantos enfrentamientos fraguados que hubo en Bahía Blanca: muerto”.
Acto seguido expresó que “junto a otras personas, fuimos subidos, bañados y afeitados con la misma ropa que habíamos sido secuestrados en un camioncito, que comenzó a dar vueltas, paró en un lugar donde uno lo identificó como el Parque de Mayo, nos hicieron bajar cuidadosamente, porque estábamos vendados y atados a la espalda, y nos dijeron que contáramos hasta cien, que nos fuéramos a nuestra casa y que no nos metiéramos más en política”.
El testigo dijo que “simultáneamente se escuchó una sirena, nos sacamos las vendas e identificamos a una camioneta del Ejército; se identificó el personal, nos dijo que nos habían salvado de las Tres A que nos iban a matar y nos llevaron al V Cuerpo”.
“Nos pidieron documentos, que obviamente no teníamos, y aclaró el oficial que nos recibió que íbamos a permanecer allí hasta que se aclarara nuestra situación, que si teníamos el teléfono de algún familiar podíamos avisar, y adelantó que si habíamos estado en política, con seguridad íbamos a ser condenados”, señaló.
Sobre las condiciones en el penal de Rawson dijo que «era un lugar donde no teníamos lectura alguna, excepto la Biblia, entre 1977 y 1979″, y donde el capellán golpeaba en la cara a los presos, invitándole a recordar algo más que hubieran hecho».
Agencia Télam
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