Una maniobra preocupante

Mal que les pese a los empresarios, todo hace pensar que lo que se han acostumbrado a llamar el “costo argentino”, es decir lo difícil que es mantenerse a flote en un país en que las trabas burocráticas, la arbitrariedad del gobierno de turno y las esporádicas debacles económicas les juegan en contra, aumentará mucho en los meses próximos. El gobierno, al atribuirse el derecho, decreto de necesidad y urgencia mediante, a nombrar más directores en una treintena de empresas líderes en que ya cuenta con acciones suficientes, brindará a los elegidos para representarlo oportunidades para probar suerte como empresarios que algunos no vacilarán en aprovechar al máximo. Los paquetes accionarios en manos del Estado fueron heredados de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) que se estatizaron a fines del 2008 con el propósito no declarado de atenuar un problema de caja, pero mientras que dichas entidades tuvieron que actuar como si su participación no superara al 5%, aun cuando fuera decididamente mayor, el gobierno ha optado por eliminar el tope así supuesto, lo que le permitirá hacer valer su peso en varios bancos, empresas energéticas, Siderar del Grupo Techint, Telecom e incluso Clarín, en que posee el 9% de las acciones, además de otras empresas significantes. Según el ministro de Economía, Amado Boudou, no hay por qué preocuparse, puesto que “al Estado le conviene que las empresas ganen más y que aumenten de valor”, pero pocos empresarios compartirán su optimismo. La mayoría entenderá muy bien que no se trata sólo de la previsible propensión de ciertos delegados del oficialismo a privilegiar sus propios intereses políticos sino también del riesgo planteado por la corrupción que, de acuerdo con virtualmente todos los interesados en el tema, es tan endémica en nuestro país como lo es en muchas cleptocracias africanas. Asimismo, no ignora que el gobierno es un defensor entusiasta del “capitalismo de los amigos”, una modalidad típicamente tercermundista, y que nunca ha sido reacio a hacer uso de su poder para favorecer a aquellos empresarios, de los cuales algunos se han transformado en auténticos magnates con rapidez llamativa, que se afirman militantes de la causa kirchnerista y que mantienen una relación estrecha con los miembros más poderosos del entorno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Huelga decir que para los deseosos de encontrar un lugar en la “burguesía nacional” que está formándose con la ayuda vigorosa del oficialismo, el que el gobierno se haya puesto a buscar a personas dispuestas a representarlo en empresas del sector privado no puede sino resultarles estimulante. Desde su punto de vista, la “profundización del modelo” que está en marcha tiene más que ver con sus perspectivas personales que con un eventual intento de hacer de la Argentina un país más productivo y más equitativo. Entre los candidatos a desempeñar las funciones previstas por el gobierno están integrantes de La Cámpora y otras agrupaciones afines cuyos afiliados incluyen a expertos en el arte de combinar ideología y negocios, además de sindicalistas que, con el respaldo decidido del camionero Hugo Moyano y otros dirigentes vitalicios, presionarán para que el gobierno incluya a sus allegados en las listas de elegidos que con toda seguridad ya están confeccionándose. Boudou reivindicó la decisión de iniciar la colonización de los directorios al aseverar que “permite defender los fondos de los trabajadores y los jubilados”, lo que en vista de la tradición nacional en la materia sería toda una novedad, pero sorprendería que tales objetivos figuraran entre las prioridades del oficialismo. Desde sus comienzos en la provincia de Santa Cruz, el kirchnerismo se ha basado en el axioma de que para hacer política es necesario contar con mucho dinero, principio que a su vez ha servido para justificar el empleo del poder político para acumular cada vez más, de ahí la obsesión con “la caja”. Así las cosas, es legítimo suponer que lo que los kirchneristas tienen en mente no es usar su influencia para mejorar la competitividad del sector privado nacional o dar una mano a los trabajadores y jubilados cuyas penurias conmueven a Boudou sino aumentar todavía más las dimensiones de la rama empresaria del movimiento actualmente gobernante.


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