La infancia,
Un análisis de los distintos sectores que han puesto su ojo en el sector infantil. La industria del cine, el desarrollo del rendidor 3D, la literatura y la música han encontrado en los niños un espacio para crecer sin pausa. Los pros y los contras de esta tendencia que muchas veces no da otras opciones.
Si Walt Disney es el gran mago del reino, Joanne K. Rowling es la hechicera mayor: el mercado de los productos culturales para niños y adolescentes existe desde hace tiempo, pero en los últimos años creció de forma espectacular y llegó a campos antes poco explorados como la literatura.
Sólo por dar un ejemplo reciente, “Alicia en el país de las Maravillas”, de Tim Burton, que además es el típico producto actual que se dirige a pequeños y grandes a la vez, resultó la cuarta película más taquillera de la historia de Disney, con una recaudación en torno a los 830 millones de dólares hasta fines de abril.
Se calculen como se calculen los datos, las películas infantiles y juveniles llevan años entre los primeros puestos de espectadores y taquilla, desde los primeros pasos de Disney con “Fantasía” o “Mary Poppins”, hasta la saga de “Harry Potter”, pasando por “E.T.”, “La guerra de las galaxias”, “Shrek”, “Buscando a Nemo”, “El rey león” y otras que atraen a público de muy diversas edades como la citada “Alicia”, “Indiana Jones” o “Spiderman”.
En una época en la que los expertos en marketing llevan años intentando llegar a cada hueco posible del mercado, los productos culturales se han especializado y extendido desde la más tierna infancia (con Baby Channel, por ejemplo) hasta la tercera edad (con las consolas de juegos de entrenamiento mental).
Los videojuegos y consolas de todo tipo, como la Wii, que funciona también con programas adaptados a todo tipo de públicos, son omnipresentes en las habitaciones infantiles, al menos de los países industrializados y las clases media-altas de los latinoamericanos. Y es de esperar que estas nuevas generaciones de la red y los videojuegos sigan utilizándolos a medida que crezcan, adaptando los contenidos a la edad y las aficiones, según los expertos.
Aunque se siga debatiendo si los videojuegos son dañinos para los niños o positivos porque enseñan ciertas habilidades, lo cierto es que hay estudios muy variados, pero todo indica que los temores acerca de que éstos, así como las redes sociales, causarían aislamiento o falta de sociabilidad, no se han confirmado, sino que más bien los menores combinan ambas formas de relacionarse, la real y la virtual, y les sacan partido mutuamente.
El mercado infantil y juvenil cuenta además con una dimensión internacional incluso mayor que la de los productos para adultos: así como se venden series de televisión en todas partes, también cruzan fronteras producciones como la argentina “Patito Feo”, que batió récords de audiencia en España, mientras que cantantes como el español David Bisbal son estrellas en Latinoamérica y graban duetos con la estadounidense Miles Cyrus, otro fenómeno de éxito en sí mismo, que combina tv, cine y mú-sica.
Porque quizás el elemento más interesante de los niños sea para quienes crean productos para ellos el hecho de que un producto de éxito se extiende a todo: quien ve la serie de televisión compra la banda de sonido, la ropa, los accesorios, y arrastra a sus madres como acompañantes a los conciertos. Durante el tiempo que dura la fascinación, aunque sea breve, es absoluta, uno de los motivos por los que los responsables de protección de los derechos de los niños muchas veces ponen el grito en el cielo ante la multiplicación de la publicidad, por ejemplo.
Sin embargo, el pedagogo pamplonés Alfredo Hoyuelo destacaba hace poco en un estudio que los niños distinguen entre realidad y fantasía. “Un niño de siete años me decía que él mataba de mentiras y que nunca haría esto de verdad”, señaló Hoyuelos, que añadió que “también saben distinguir el mundo virtual de la televisión”.
Pese a ello, no faltaron las críticas por ejemplo a un fenómeno como Harry Potter, un libro que consiguió lo que en teoría muchos padres querían y no podían lograr: que sus hijos leyeran más.
A partir del fenómeno se ha producido un auténtico boom de la literatura infantil y juvenil, incluyendo un sinnúmero de imitadores probablemente atraídos por la fortuna que ha conseguido amasar Joanne K. Rowling gracias a su aprendiz de mago.
Aunque no sea un fenómeno puramente cultural, las redes sociales también se han adaptado para incluir a los menores, con los desafíos y riesgos que ello implica, por lo que exigen atención de los padres y una mayor comunicación con los hijos para evitar peligros.
En definitiva, se trata de una tendencia en auge, cuyo principal problema, según analistas latinoamericanos, es la unidireccionalidad: casi todos estos productos proceden de un mismo país, Estados Unidos, y no reflejan por tanto la diversidad existente en el mundo, ni la realidad concreta de muchos niños.
los niños y el consumo
Si Walt Disney es el gran mago del reino, Joanne K. Rowling es la hechicera mayor: el mercado de los productos culturales para niños y adolescentes existe desde hace tiempo, pero en los últimos años creció de forma espectacular y llegó a campos antes poco explorados como la literatura.
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