Wenchy nació con parálisis cerebral, se recibió de médico y llega a Bariloche para despedir a su abuelo

Sólo hay cinco médicos con parálisis cerebral en el mundo y Wenceslao Moreno es el primero de Argentina. Cuando termine su formación en neurología, será el único en el mundo. El joven se convirtió en un influencer para concientizar sobre la discapacidad.

Al nacer, los padres de Wenceslao Moreno recibieron una noticia inesperada: el bebé tenía parálisis cerebral. Ese diagnóstico nunca fue un impedimento para Wenchy, como lo apodan sus familiares, que egresó como médico en Rosario, aún se forma como neurólogo, se convirtió en una especie de influencer que concientiza respecto a la discapacidad y se casó hace apenas unos meses.

Ahora vacaciona en Bariloche, como hace desde pequeño cuando pasaba los dos meses en casa de sus abuelos radicados en la ciudad cordillerana. En esos años, aprendió a esquiar y a disfrutar de las cumbres, de la mano de su abuelo que murió en agosto. Por eso, este viaje, quizás, sea el más difícil. 

Su abuelo, José Moreno, su compañero de aventuras. Foto: gentileza

Wenchy nació en Mar del Plata. Hasta el momento del parto, todo parecía ir viento en popa. Pero en ese momento, el bebé sufrió una falta de oxígeno seguida de tres paros cardíacos que dejaron secuelas en el desarrollo. «El diagnóstico fue parálisis cerebral, pero fue difícil para mis padres porque un bebé no habla. No sabían con qué secuelas quedaría el bebé. Por suerte, hubo toda una red de contención que permitió sobrellevar las interconsultas y las terapias que siguieron a lo largo de tantos años», cuenta Wenchy. 

La familia se trasladó a Buenos Aires para atender al pequeño en el instituto de neurocirugía Fleni. Cuando tenía 12 años, se radicaron en Rosario. 

Una de las intervenciones que atravesó siendo muy pequeño. Foto: gentileza

¿Qué le genera la parálisis cerebral?

Wenchy padece movimientos involuntarios en los miembros superiores que le generan como una especie de sacudón. Los movimientos finos le generan ciertas complicaciones. Por eso, hasta la facultad, no podía escribir a mano. «Recién desde 2023 puedo escribir, a partir de una terapia ocupacional que hice, que hoy me permite hacer las recetas para mis pacientes«, resalta. 

Se recibió de médico en plena pandemia. Foto: gentileza

Los movimientos involuntarios, agrega, «traen aparejada toda una cuestión social. Quizás cuando tomo una copa de vino, tiemblo, se cae el líquido y uno se mancha. O en una situación laboral. Todo depende del estrés». Además, reconoce el muchacho, su cuadro conlleva un mayor desgaste muscular, rigidez que le produce dolor y un mayor aumento de contracturas. 

Su infancia no fue para nada fácil. Debió atravesar intervenciones quirúrgicas dolorosas, múltiples terapias que demandaban mucho tiempo y situaciones de bullying. 

«A los 8 me hicieron un reemplazo de cadera porque no caminaba bien. Los mismos movimientos involuntarios me fueron desconfigurando la marcha y había que corregirlo. Entonces, me rotaron la cadera. Tuve que aprender a caminar de nuevo porque en el postoperatorio, en un movimiento involuntario, se salió una de las caderas y hubo una reintervención. Era un dolor fuertísimo», señala. En esa ocasión, estuvo un mes internado en el Fleni y la rehabilitación llevó otros 30 días. 

Wenchy reconoce que no tuvo una infancia fácil. Foto: gentileza

«Y no dejas de ser un chico y los nenes son directos y terminan siendo crueles. La pasé mal. El bullying fue una de las cuestiones que se hizo notar. La escuela la hice oral y la escuela secundaria fue compleja. Siempre me preguntaba qué pasaría cuando saliera de la escuela«, confiesa. 

En Rosario, decidió practicar tae-kwon-do y luego, sumó otras cuatro artes marciales. Era un desafío no solo para él sino también para su entrenador. «No es sencillo entrenar a alguien distinto y para mí, entrenar un deporte que exigía coordinación, orden y disciplina. Hoy soy cinturón negro y hasta he dado clases», dice orgulloso.

Wenchy aprendió a esquiar de la mano de su abuelo. Foto: gentileza

Su condición tampoco le impidió esquiar o practicar trekking junto a su abuelo José Moreno en Bariloche. Se instalaba en su casa no bien terminaba la escuela y reconoce que «ese tiempo, era un reseteo de la cabeza». «Fue mi abuelo quien me inculcó el amor por la montaña. A partir de los 9, ya hacía cumbres con él y lo hice hasta el año pasado. Ahora vengo a cerrar una etapa y mi pareja me acompaña», indica en relación a la muerte reciente de su abuelo.

El por qué de la neurología 

En un principio, Wenchy se imaginaba biólogo hasta que, en quinto año, su mejor amigo le confió que estudiaría medicina. De inmediato, pensó en su vida, rodeada de médicos, y googleó la carrera. «Bajé de mi habitación y le dije a mi mamá que iba a ser neurólogo. Me anoté con mucho temor de que no salieran bien las partes prácticas o en la reacción de mis futuros pacientes, que no quisieran ser atendidos por mi o que les hiciera un punción», admite. 

La experiencia, en cambio, resultó enriquecedora y logró recibirse en 2020, en plena pandemia. Muchos de sus pacientes se sienten identificados con él. Saben que solo alguien como Wenchy puede entender lo que están atravesando. 

«Nunca tuve ningún problema. Algunos me han preguntado qué me pasó y nada más», dice el joven que transita su segundo año de neurología y acota: «Muchos pacientes consulta por temblores y se sienten reflejados en mí: ‘Ah, vos tenés lo mismo que yo’, me dicen». 

Se recibió de médico en plena pandemia. Foto: gentileza

Reconoce que el camino no fue sencillo porque se trata de una carrera compleja que requiere mucho estudio, «voluntad y empeño». «Pero yo decidí meterme en este mundo del que soy un apasionado. Fue difícil porque no podía tomar apuntes ni escribir nada. Mis exámenes eran orales. Hubo profesores que me han alentado y otros que me han querido sacar. Me decían que no iba a poder, que estaba perdiendo el tiempo y que no iba a poder enfrentarme a un paciente. En ese momento, sos un pollito mojado, pero estaba realmente convencido y mi familia siempre me alentó». 

Contra el pronóstico de algunos profesores, Wenchy se recibió «en tiempo y forma con 23 años«. Y ¿por qué neurología? Porque ya desde chico, deambuló por consultorios de neurólogos, neurólogos infantiles, neurokinesiólogos. «Pero no seguí este camino por mi diagnóstico sino porque me llamaba la especialización y estoy apuntando a la parte de cognición», sostiene.

Hoy un médico también hace de psicólogo ante el colapso que tiene la gente. Y uno vuelve a casa con esa carga. Mi pareja es docente y vuelve igual que yo. Pero tenemos la suerte de acompañarnos»,

Wenceslao «Wenchy» Moreno, médico.

El camino de influencer

Tiempo atrás, Wenchy empezó a usar las redes sociales con la intención de dar algunos mensajes a sus seguidores. No le desagrada la idea de pensarse como influencer sino todo lo contrario, pero, advierte que no con la intención de «volverse conocido».

Se casó unos pocos meses atrás con una docente. Foto: gentileza

«Cuando me recibo de médico, me empiezan a escribir especialistas del exterior para contarme que solo hay cinco médicos con parálisis cerebral en el mundo. Y en neurología, no hay ninguno, de modo que cuando me reciba seré el único. En Argentina soy el primer médico«, destaca. 

Desde siempre, entiende Wenchy, «el término discapacidad ha sido medio tabú. Por eso, decidí hablar del tema, instalar la cuestión de la inclusión, hablar de los beneficios del certificado de discapacidad y del rol de la familia como pilar fundamental. A veces, las barreras son sociales: uno se las impone». 

Menciona que aunque le pusieron palos en la rueda, logró su camino: «Pude y, laboralmente me va bien, ¿por qué no fomentar la inclusión con discapacidad? Pensé que sería lindo contarle a la gente que se puede».


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