Kiev, los Portanko, Zainuco y la casa que dejaron en pleno centro de Neuquén
Hoy la cubre un moderno local, pero supo cobijar a un ferroviario, que se negó a jurar fidelidad al zar, y a su esposa, criada en la estancia donde ocurrió la matanza tan recordada.
“Aunque no parezca esto es pleno microcentro de Neuquén”, posteó Ricardo, uno de los nietos del matrimonio de Juan y Slava, en Facebook. Se refería a la casa de San Martín 291, el hogar de los Portanko, el que deslumbra desde principios del siglo XX.
Hoy sus senderos y las plantas de la esquina están cubiertos por un moderno espacio gastronómico vidriado, donde cada noche se comparten reuniones con amigos, pero la foto que recuerda este descendiente, muestra al dueño de casa en otro tiempo, el primer maquinista que se afincó en la incipiente capital provincial, junto a su hija Elisa y a un perrito, quizás la mascota de la familia.
Construida en la década del ‘20, según informó el Museo Paraje Confluencia, en su momento esta vivienda “fue la única cuya fachada fue resuelta con ventanas vitraux, así como también una de las pocas con jardín, ya que todas las casas de esta calle estaban edificadas sobre la línea municipal”. Equipada con un primer piso, tenía una escalera de madera y diseño con ladrillo a la vista.
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Juan, este ciudadano ucraniano nacido en Kiev, fue quien la construyó, después de los primeros años que pasaron viviendo en la Colonia Ferroviaria. Había llegado al norte de la Patagonia después de estar en Constitución, Buenos Aires, donde lo contrataron para inaugurar el ramal Neuquén – Zapala, alentados por su vasta experiencia. No venía de una partida fácil desde su lugar de origen: cuentan los registros que había tenido que escaparse de su país, al negarse a jurar fidelidad al zar. En uno de sus viajes hacia el sur, conoció a Slava en la estación de Ramón Castro, justamente a 42 kilómetros de Zapala, ingresando por Ruta 22. Con esta hija de Emilio Fix y Anna Spatenka, se casó en el año 1921.
Ella tampoco había tenido un pasado sencillo y así lo recordaron sus descendientes al compartir su historia familiar. El último descanso de Slava, en el cementerio central de Neuquén, supo formar parte, hace algunos años, de las visitas guiadas por el histórico lugar, ya que esta vecina pasó a la historia como integrante de la familia que habitaba la Estancia del Valle de Zainuco, cuando ocurrió la matanza de presos de la U9, la más recordada de la historia provincial. Su rancho fue el utilizado como refugio por los fugados, en mayo de 1916, aprovechando que la familia no se encontraba presente.
Cuando los Fix regresaron, encontraron la estructura baleada y la fosa común donde los detenidos fueron enterrados. Tiempo después se mudaron, buscando nuevos horizontes, y gracias a eso llegaron a Ramón Castro, donde la historia de los Portanko – Fix comenzó a escribir sus primeras líneas. Padres de Elisa y Norman, dejaron muchos recuerdos y una profunda huella en la esquina de San Martín y diagonal Alvear.
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“Aunque no parezca esto es pleno microcentro de Neuquén”, posteó Ricardo, uno de los nietos del matrimonio de Juan y Slava, en Facebook. Se refería a la casa de San Martín 291, el hogar de los Portanko, el que deslumbra desde principios del siglo XX.
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