Cazador de rieles: un encuentro con el Tren Patagónico, que une el mar a cordillera

Luciano Boetti es un fanático de los trenes y recorrió varios países para retratarlos. Así llegó al sur en busca de la mítica formación.

Luciano Boetti es un enamorado de la vida ferroviaria argentina. Comparte su contenido en la página Logística en Movimiento, (@logisticaenmovimiento).

Las vías, como costuras oxidadas, surcan los paisajes del país. Sobre ellas, los trenes rugen con un ruido que es más memoria que sonido, más historia que simple vibración de hierro. Es ese llamado de los rieles atrae a Luciano Boetti. Lo guía en su búsqueda: el retrato que los hace inmortales, esa imagen que no solo captura el instante, sino que graba el estruendo de los trenes de todas las épocas, como un latido en el tiempo.

“Desde que tengo uso de razón, mi vida se detiene cuando veo pasar un tren, sea cual sea y donde sea. Ya en el año 2008, a mis 13 años empecé a incursionar en la fotografía ferroviaria, conocí muchas personas que compartían mi pasión y que me ayudaron a crecer en esta afición”, comienza a contar. En el año 2019 inició la página Logística en Movimiento, (@logisticaenmovimiento) en compañía de su gran amigo Federico Illenzeer, con quien comparten infinidad de viajes desde la adolescencia en busca de trenes, no solo en Argentina, sino también en Brasil, Chile y Uruguay.

“El famoso Tren Patagónico siempre había sido esquivo para mí, no por falta de interés o presupuesto si no por falta de lugar en mi agenda siempre cargada de viajes. Los horarios que no coincidían y la distancia desde la Ciudad de Buenos Aires fueron motivos para atrasar ese viaje”.

El año pasado, la empresa provincial ferroviaria tuvo que suspender sus servicios por algunos meses debido a dificultades técnicas y financieras. Con la vuelta consolidada del servicio en el invierno, una tarde del mes de noviembre se propuso que no podría terminar el 2024 sin conocerlo. “Sin pensarlo dos veces, prendí mi computadora y compré el vuelo con destino a Bariloche para el primer fin de semana de diciembre”, dice.

Como cada viaje la logística previa es importante y esta vez no fue la excepción. Conocer con antelación los horarios de los trenes y la posición del sol para lograr las mejores tomas, los caminos y las distancias, el pronóstico del tiempo.

El viernes por la noche, luego de una semana de preparativos, llegó al Aeroparque Jorge Newbery de la ciudad de Buenos Aires, y partió hacia la Patagonia. Minutos después de la medianoche aterrizó en el Aeropuerto Teniente Luis Candelaria de Bariloche. Tras retirar el vehículo que había alquilado fue al hotel para descansar. La aventura lo esperaba al día siguiente.

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“A las 4:45 am sonó mi despertador, aún cuando la noche y el frío reinaban por esas latitudes. Mientras me alistaba, me llegó la confirmación: el 379 de Tren Patagónico había partido de San Antonio Oeste a las 20 y circulaba a horario por Ingeniero Jacobacci, por lo que solo restaba salir a su encuentro”.

Bordeó el lago Nahuel Huapi rumbo al este por la Ruta Nacional 40 hasta el kilómetro 2054, en Dina Huapi, donde nace la RN 23. El amanecer poco a poco iba apoderándose de la escena regalándole paisajes que jamás olvidará, el sol empezaba a asomar entre las montañas. Minutos antes de las 7 llegó a la estación de Comallo, a 1.633 kilómetros de Buenos Aires.

“Mientras realizaba las fotos a las instalaciones del ferrocarril, poco a poco se iba acercando gente para esperar la formación ferroviaria que los llevaría a Bariloche. Minutos después, ingresaba al andén la locomotora General Motors GT22CW-2 9073, fabricada en nuestro país en el año 1988, llevando detrás de sí, una bandeja automovilera para el transporte de vehículos, tres coches de clase primera, un coche restaurante y un furgón que oficia de usina y de transporte de encomiendas”, destaca.

En las afueras del pueblo, capturó la salida del convoy. Su reloj marcó las 7:15 y la bocina de la 9073 irrumpió por varios segundos entre las montañas. “La locomotora aceleraba a plena potencia para sortear las dificultades del terreno mientras se perdía en las curvas que se suceden continuamente en esa zona”, dice.

De allí, se fue a la estación de Pilcaniyeu (Km 1681.1), donde se repetiría la misma escena que en la estación anterior. La gente se empezaba a movilizar hacia la estación, como muestra que el Tren Patagónico cumple un servicio social de gran importancia, al brindar transporte económico, rápido y seguro desde los pequeños poblados hacia las ciudades.

Volvió a encontrar el tren en Ñirihuau (Km 1726.7), donde atraviesa la famosa “curva del huevo” antes de pasar por el puente sobre el río que le da nombre al lugar. “Al arribar a la estación de Bariloche (Km 1741.2) los pasajeros descendían de la formación que puntual a las 9:53 se encontraba detenida en plataforma. Las bienvenidas colapsaban el andén, una vez más el tren había vuelto a conectar el mar y la cordillera”.

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Concluida la primera parte de su misión, fue descansar no sin antes pasear por la ciudad y almorzar: había pasado del frío de la mañana a un calor agradable. No podía dejar de recorrer y tomar imágenes del lago en contraste con las montañas nevadas, como si de un cuadro pintado se tratara, una belleza que hace única a Bariloche.


A las 18 otro tren lo llamaba


Fue a la estación de Bariloche para ver la salida del “Expreso Rio Negro”, un servicio turístico que sale los viernes y sábados hasta la estación de Perito Moreno (Km 1711.4), en un viaje que dura 50 minutos. Allí los pasajeros son recibidos en la casa de té de la estación, para disfrutar de bebidas calientes.

Finalizada la recepción, se invita a los pasajeros a ingresar a la Parrilla Los Juncos, donde pueden disfrutar de la cocina patagónica, acompañada de música en vivo antes de regresar a la ciudad. “La formación utilizada para este servicio es el coche motor Materfer 001 de industria nacional, el cual posee aire acondicionado y unas muy cómodas butacas para disfrutar del viaje”, dice.

La mañana del domingo la dedicó a disfrutar de la ciudad y por la tarde, volvió a la estación para ver la partida a las 17 del tren 380 a San Antonio Oeste. El tren demora 14 horas en conectar la cordillera y el mar por un precio de $45.000 en categoría primera. Se espera que para inicios del 2025 el tren vuelva a llegar a Viedma y se ofrezcan nuevamente al público las categorías pullman y camarote.

“Tras la partida me dirigí a la estación Perito Moreno, la cual no había visitado el día anterior. Ante la bocina del tren que se acercaba la gente que se encontraba en la casa de té se asomó para disfrutar del paso de la formación», cuenta.

En cercanías de la estancia “La Fragua”, aprovechando que la vía corre a la par de la ruta por algunos kilómetros, iba a la par de la formación escuchaba la sinfonía que el tren le regalaba y lo retrató en algunos sectores con el sol cayendo a sus espaldas. Llegó nuevamente a Pilcaniyeu, donde el tren arribo a horario y tras su partida se despidió de la Línea Sur para su regreso a Buenos Aires.

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«Tres horas después me encontraba subiendo a un avión que me traería hasta Ezeiza, para al día siguiente volver a la rutina. Sin dudas un viaje corto en tiempo, pero intenso en emociones, descubriendo destinos que la Patagonia me tenía guardada y a la cual pronto regresaré… ¿Quién sabe si a bordo del tren?», dice Luciano y la pregunta queda sonando.


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