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Nubarrones en la democracia

Con la reciente detención en Paraguay del bochornoso senador Kueider, verificamos penosamente cómo la hiedra de la corrupción se ha ido propagando a todos los niveles.

Precisamente en su 41° aniversario, una estirpe política en crisis por su déficit de membresía, tiene jaqueada con oscuros nubarrones a nuestra democracia, a nuestro estado de derecho, a nuestras libertades individuales y demás garantías constitucionales.

Calidades y condiciones (idoneidad, honestidad, diálogo, coherencia, etc.) que implicaban, mínimamente, una membresía política, fueron reemplazadas por enroques, nepotismo, fama, listas sábana con fichas sucias, etc. ; todo lo cual centrifuga, explica y predice la crisis y consecuencias actuales de tal membresía. Muy recientemente con otro escándalo político como el del senador nacional Edgardo Kueider, pero mucho antes fue el aguantadero legislativo vitalicio de Carlos Menem, o el de José Alperovich…y los nombres siguen.

Notoriamente y aún así, el poder político se viene manifestando y entrometiendo desde su “complejidad, vulnerabilidad e improvisación funcional”, en la pretensión de controlarlo “todo”, en tanto no cesa el grave o gravísimo empobrecimiento e indigencia de la mayoría poblacional argentina.

Sobre esto ultimo, que millones de niños se vayan a dormir sin comer podría permitirnos conjeturar sobre un subliminal, solapado e indirecto control de natalidad, o según el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi (Fundador de Manos Abiertas) evaluar lógica y razonablemente los recortes a los medicamentos del PAMI como “eutanasia encubierta”, cada vez que esta cruel decisión política obliga inhumanamente a muchos jubilados a elegir entre alimentarse o medicarse.

Las inversiones se hacen esperar, por la desconfianza


A todo ello, las inversiones productivas desde el exterior , en el mejor de los casos, aún no superaron su estudio y eventual aprobación en origen.

El país sigue sin recibir ninguna de ellas en términos significativos dado que en el exterior “prevalece la curiosidad por sobre la confianza” ante el “fenómeno emergente Milei”; al menos una confianza reflejable en desembolsos contundentes y concretos que se traduzcan y reflejen claramente una apuesta por un mejor futuro de nuestro país, con más empleo y menos recesión, con más seguridad jurídica y menor arbitrariedad.

Esto último precisamente cuando en materia fiscal estamos ciudadana, contributiva y federalmente desconcertados y perplejos ante un hito sin precedentes: la segunda prórroga consecutiva de la “ley de leyes” o presupuesto. Ello no ocurrió en más de 30 años de vigencia de la ley de Administración Financiera.

Consecuente y concomitantemente, esta membresía política y judicial en bancarrota, depositó a la mayoría de los argentinos no solo en sus ascuas actuales sino exponiéndole a “campo orégano” para tentaciones totalitarias.

Las advertencias del juez Maqueda, de la Corte


Esto abona los temores del saliente ministro de la Corte Suprema Juan Carlos Maqueda, que se refirió recientemente a “nubarrones en el horizonte institucional democrático”. “Pareciera que la diferencia entre democracia y autocracia tiene límites difusos cuando impera una preocupación mayor por los resultados que por los métodos para alcanzarlos”, señaló el magistrado.

En efecto, con la reciente detención en Paraguay del bochornoso legislador argentino Edgardo Kueider, verificamos penosamente cómo la hiedra de la corrupción se ha ido propagando en distintos grados, a todos los niveles y poderes públicos cuál contagio incurable, dando razón a las inquietantes definiciones del miembro de la Corte Suprema de la Nación.

Entonces, si la crítica es el momento de debilidad de las cosas, la membresía política parece no tolerar ni querer saber ni conocer, mucho menos admitir, su propia trama de fragilidad, así como la unánime negación de la paternidad o padrinazgo político partidaria de este senador Kueider caído en desgracia al pretender traspasar otra vez la frontera paraguaya.

Urge recrear un cultura política ante el hartazgo de voces, palabras y figuras políticas que respiran inadvertidamente su fractura esencial, su origen sospechado y el ocaso de su casta. Una casta campante y rampante al margen de la ley, de la ética, de la sobriedad y responsabilidad social al punto de negarse a sí misma para complacer y tributar por acción u omisión al primer magistrado nacional Javier Milei en todo su primer año de mandato.

Finalmente, a poquito más de cuatro décadas de recuperación de la democracia, como ciudadanos estamos obligados perentoriamente a exigir la regeneración salutífera de toda membresía política, legislativa y judicial para, finalmente, transparentar, defender, consolidar, asegurar y encarnar reales libertades y garantías constitucionales.

Y así, desprendernos definitivamente de tan cruel oxímoron, como es el sentirnos forasteros en nuestra propia casa de la Nación Argentina.

* Experto Coneau en cooperativismo


Precisamente en su 41° aniversario, una estirpe política en crisis por su déficit de membresía, tiene jaqueada con oscuros nubarrones a nuestra democracia, a nuestro estado de derecho, a nuestras libertades individuales y demás garantías constitucionales.

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