Empresas extractivas y su apuesta por la educación: un análisis crítico

Varias compañías petroleras y mineras, junto a gobiernos de Río Negro y Neuquén redoblan su apuesta de direccionar la enseñanza. ¿Y cuál es el problema? en esta nota algunas respuestas.


Con la reciente aprobación del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) se multiplican los modos de intervenir el campo educativo desde la lógica extractivista del petróleo y la minería. En los discursos oficiales se torna habitual la asociación entre las necesidades de Vaca Muerta y la formación de recursos humanos, la megaminería en Calcatreu y las reformas de la educación técnica, las prácticas didácticas de empresas petroleras con propuestas editoriales, que se suman a las tradicionales donaciones, becas y financiamiento esponsoreado de acciones sociales para niñeces y juventudes, escuelas y universidades.

Ahora bien, en este escenario hay quienes acuerdan que la educación debe estar sujeta a los intereses del fracking y la megaminería, que requiere estar actualizada y tiene como rol fundamental formar la mano de obra para garantizar el empleo como camino seguro al desarrollo de la región. Sin embargo, frente a este discurso hegemónico, naturalizado, que institucionaliza el paradigma extractivo, desde algunos sectores se discute el núcleo duro de estos argumentos.

Se considera que es preciso abrevar en las implicancias socioecoterritoriales del modelo de crecimiento trazado como única salida posible a las recurrentes crisis económicas y sociales.

Desde los análisis críticos de la Ecología Política latinoamericana se enfoca los procesos de conflictividad socioecoterritorial que genera este modelo y se va trazando un giro que articula las luchas territoriales, ecológicas, de los pueblos originarios, las asambleas y los movimientos socioambientales.

Este giro denominado ecoterritorial cuestiona la narrativa desarrollista sostenida en políticas extractivas que arrasan sobre los bienes comunes, desplazan poblaciones y definen zonas de saqueo y sacrificio. Siguiendo esta línea, Acosta advierte sobre la “maldición de la abundancia” que afecta a los países ricos en bienes naturales.

Con el blindaje del RIGI se brindan las condiciones para profundizar las figuras extremas del extractivismo tales como fracking, minería a cielo abierto, sojización, agronegocio entre otros.

Maristella Svampa señala que el modelo depredatorio junto al negacionismo ambiental definen un proyecto de mal desarrollo que alimenta el colapso ecológico. ¿Es posible eludir esta situación cuando se educa?

Desde nuestra línea de investigación indagamos en el vínculo entre políticas educativas, prácticas pedagógicas y extractivismo señalando la omnipresencia de la alianza estatal empresarial.

Para ganar la licencia social, con el desembarco del fracking se intensifica el lobby de las corporaciones en educación a través de diferentes vías tales como: formación de trabajadores docentes, ofertas de educación ambiental y/o energética, programas para la capacitación de directivos, financiamiento a instituciones escolares desde la seducción filantrópica de la Responsabilidad Social Empresarial y la incidencia en la definición de contenidos curriculares.

En los últimos años observamos el pasaje de estas intervenciones puntuales, de alcance restringido y en pequeñas localidades, hacia iniciativas de mayor impacto, envergadura y masividad en las políticas educativas acompañando el derrame petrolero bajo el discurso de la sostenibilidad social.

En 2024, por ejemplo, con la implementación del Programa de Becas “Gregorio Alvarez” y el Programa “GenEra Neuquén” identificamos acciones estratégicas que protagonizan las empresas del cluster Vaca Muerta en su articulación con el Estado y los organismos supranacionales. En tanto en la provincia de Río Negro desde las esferas oficiales se promueven reformas en la educación técnica a partir de las exigencias y necesidades de las empresas mineras y energéticas.

La alianza estatal empresarial avanza hacia procesos de privatización encubierta, tanto endógena como exógena, que adoptan formas diferentes a las habituales.

Se trata de modos de introducir lógicas, agentes, valores, y criterios del mercado en la educación, a través del filantrocapitalismo. Según Saura es, una nueva tipología de donación que se basa en el éxito del capital, en el saber hacer de los “hombres de negocios” y que tiene como clave la formación del recurso humano que garantice, a futuro, las ganancias para las corporaciones del petróleo y la minería.

Becas y talentos


La lógica del capital humano se transparenta en la preocupación explícita de utilizar las becas de estudios terciarios o superior para “poder detectar talentos” que optimicen la extracción de los bienes naturales sumando eficazmente beneficios y mayor rentabilidad económica para la continuidad del propio proyecto extractivo. En el marco del filantrocapitalismo la alianza estatal empresarial redefine los lugares tácticos que van a ocupar las empresas, el gobierno y las instituciones educativas, planteando incluso oficialmente que el Estado sólo llegará donde no lleguen las empresas.

Estas temáticas no suelen formar parte de las discusiones cotidianas. De hecho, en el corazón de Vaca Muerta, es recurrente un atronador silencio que se sintetiza en la expresión “acá de eso no se habla”. Sin embargo, cuando se problematizan los sentidos y direccionalidad del proyecto educativo surgen algunos interrogantes: ¿y por qué no asociar el extractivismo con el sistema educativo?, ¿qué consecuencias traería aparejado la mayor injerencia corporativa en el mundo escolar? Sintéticamente cuestionan: ¿cuál es el problema?

En este sentido, consideramos preocupante en términos pedagógicos que el imaginario social se asocie a los intereses, las aspiraciones y los valores del extractivismo bajo el augurio del futuro próspero para los patagónicos; ya que el extractivismo no es solo un régimen de producción, sino un tipo de sociedad.

Siguiendo los planteos de Lander, además de producir mercancías, el modelo extractivista contribuye a la formación de los sujetos sociales, es decir, genera subjetividades y tiende a moldear regímenes políticos caracterizados por el rentismo y el clientelismo, debilita las capacidades autónomas de las comunidades, y con ello las democracias. De este modo se conforma al decir de Rita Segato una pedagogía de la crueldad, que reduce, cosifica y precariza la vida.

Las lógicas extractivas colonizan las políticas y las culturas, instalan el individualismo como valor moral radical y delinean una supuesta “democracia eficaz” montada sobre las necesidades de las poblaciones. Así estas prácticas corporativas redefinen los alcances y sentidos de los derechos humanos y de la naturaleza.

A 40 años de la recuperación de la democracia, adquiere relevancia discutir sobre las afectaciones materiales y simbólicas que en el corto y largo plazo nos provocan el devenir de este extractivismo depredatorio.

Es clave potenciar los saberes científicos y las voces de quienes denuncian este modelo civilizatorio de múltiples despojos y asumen un posicionamiento crítico e informado anunciando, al decir de Freire, los desafíos y posibilidades de otras formas de vida e interdependencia con y desde los territorios. Consideramos que en plena crisis climática cederles a las corporaciones petroleras y mineras la formación de nuestro pueblo, sería renunciar a la proyección y construcción de un futuro soberano. Nos preguntamos ¿debiera ser la educación una práctica social que avale la lógica del saqueo? Desde los argumentos presentados, afirmamos y sostenemos que defender la educación pública implica repensar la reproducción de la vida desde el giro socioecoterritorial.

* Integrantes del proyecto de investigación: “Prácticas, experiencias y propuestas educativas desplegadas en la trama de los conflictos socioecoterritoriales frente al extractivismo en la Patagonia del siglo XXI”. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Nacional del Comahue.


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