Un “triple” a los 91 años: el campeón de Allen que se reencontró con el básquet 

Julio Tort fue declarado ciudadano ilustre y dedica sus días a la historia local, pero ahora se permitió volver al deporte de sus amores, después de 63 años, y sorprendió.

Un regalo y una charla de mostrador activaron la invitación: “¿Por qué no viene un día a nuestro entrenamiento?”, le dijo Alejandro Vega, mientras atendía clientes en una tradicional tienda de Allen. El campeón no se hizo rogar, acudió y logró un triple inolvidable.

Julio Tort es este emblemático vecino, que se animó a pisar de nuevo una cancha de básquet, después de la última vez, hace 63 años. Lo recibió el equipo “Geronto Raptors”, que se junta cada martes y jueves, desde las 21, en el Polideportivo local. “Me invitaron a mirar, pero voy a empezar de nuevo. Me viene bien, aunque sea para caminar un poco, ya fui a inflar de nuevo la pelota que todavía tengo”, dijo el hombre entusiasmado, en diálogo con RÍO NEGRO. 

Acostumbrado a pasar horas delante de su computadora escribiendo sobre la historia local, Julio reconoció que necesitaba una propuesta como ésta. Obviamente no va a correr a la par del resto ni mucho menos, su estado físico ya no es el mismo y teme caerse, pero no quiso perder la oportunidad de volver a entrenar el pique y la puntería que tantas alegrías le dieron en otro tiempo. “Mi máquina ya no camina como antes, pero me siento con el mismo espíritu que a los 20 años”, afirmó.

Julio, con la Copa Challenger en brazos, recuerdo de otra disciplina que lo apasiona, el ciclismo.

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Vistiendo la camiseta N° 5, Tort posó junto al equipo que tantas alegrías le dio. Foto: Proyecto Allen.

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El vínculo de Julio con el básquet empezó cuando él tenía apenas cuatro años y en Allen este deporte se practicaba en el marco de la desaparecida “Asociación Atlética de Jóvenes”, con cancha de ladrillo molido, sobre calle Irigoyen. El partido que vió en ese lugar, a pesar de su corta edad, le despertó un interés que nunca más se fue. Corría el año 1937. 

La formación para Sociedad Italiana de Allen, año 1952. Foto: biendeallen.com.ar

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Disuelta esa institución y él ya con 10 años, siguió participando de los “picados” informales del Club Unión Alem Progresista, institución en la que llegó a la Primera División junto a un equipo que lo acompañaría durante toda su carrera activa. Producto de una serie de desacuerdos con la dirigencia, contó que recibieron una injusta sanción que los llevó a seguir sus pasos en la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, otra organización allende, donde finalmente lograron imponerse entre los mejores regionales, con siete títulos entre 1953 y 1961.

Primo «Pichón» Bellegia, Gabriel Villegas, Hector Diazzi, José Ávila, Erico Tarabini y Carlos Belleggia completaron la formación inseparable que le robó el aliento a cientos de aficionados y a la prensa deportiva del Valle, con referentes como “Tito” Herrera a la cabeza, que los elogió en más de una oportunidad. “Nunca tuvimos director técnico ni preparador físico”, contó este vecino en las memorias que tipeó e imprimió para obsequiar a Vega y a sus compañeros de “Geronto Raptors”. 

Foto: Proyecto Allen.

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De aquella época de gloria, lamentablemente sólo perduró Tort, con una longevidad y una lucidez envidiable. Tenía 28 años la última vez que jugó, pero con el tiempo, las demás actividades de su vida fueron volviéndose una prioridad, lo que hizo que el equipo perdiera totalmente el contacto entre sus integrantes. Hasta que en 2003, al cumplirse los 50 años de ese primer campeonato ganado, una celebración organizada por él sirvió para el reencuentro. De allí se reactivó la amistad con Primo Belleggia, por ejemplo, con quien se entendían en la cancha “casi de memoria”. Compartieron anécdotas y charlas a diario hasta la partida de “Pichón”, hace poco más de una década. 

El regreso, frente a frente con el aro, días atrás, reavivó en Julio las emociones y el manejo de un talento que parecía dormido. Reconoció que al principio, el peso de la pelota lo tomó por “sorpresa”, desacostumbrado después de tantas décadas usando las máquinas de la imprenta familiar y, últimamente, la computadora. Pero sólo fue cuestión de aliento y de un poco de paciencia, de estímulo, para que la magia saliera a la luz. Y fue “triple” nomás, para el aplauso de los demás jugadores, más jóvenes que él, que lo admiraban desde “la zona de tres”. Para el próximo encuentro prometió ir de zapatillas deportivas, pero lo que no negocia es el pantalón bien planchado y la camisa, para no perder la elegancia de siempre. 

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