Plan Caputo 2025: Cepo y dólares desde fuentes alternativas

El gobierno decidió sostener las restricciones cambiarias pese a la negativa del Fondo Monetario. Sin nuevo acuerdo con el organismo, apostará al superávit comercial récord y el regreso a los mercados de deuda voluntaria.

El cuento de que el país no puede crecer si no sale del cepo… bueno no se coman ese cuento, porque no hay nada más necio que negar evidencia empírica”. La revelación fue ofrecida por el ministro de economía Luis Caputo a lo más encumbrado del empresariado nacional durante su exposición en el Coloquio de IDEA, hace 15 días.


Atrás quedó la época reciente en la que “la libertad” de los mercados era una premisa innegociable. En una buena representación contemporánea del teorema de Baglini, Caputo dejó claro que aún en un gobierno libertario, a veces “un poquito de restricciones” es necesario, e incluso puede ser saludable.


El ministro advirtió el significado de sus palabras, y al instante intentó corregirse a sí mismo. “No quiere decir que nos enamoramos del cepo, pero tampoco neguemos hechos. Vamos a salir cuando corresponda, cuando estén dadas las condiciones, y cuando salgamos no va a haber problemas para nadie”, agregó.


Un detalle no menor: el fragmento fue reposteado por el presidente Javier Milei en su propio perfil de X. Es decir, el presidente hizo propias las palabras de su ministro de economía.


La afirmación de Caputo es todo un anticipo de lo que viene: el cepo cambiario está lejos de terminar. Y no solo ello, en el equipo económico no consideran que las actuales restricciones de acceso al mercado único y libre de cambios sean un verdadero problema. Al menos no uno grave, al que haya que darle prioridad.


Por el contrario, puertas adentro del gobierno estiman que el cepo es un dique de contención necesario para afianzar el sendero a la baja de la inflación, y que una salida abrupta podría interrumpir lo que consideran uno de los grandes éxitos del primer año de Milei en el poder.


La interpretación y los alcances del anticipo de Caputo, son sin embargo mucho más profundos.
El telón de fondo de la postergación para la salida del cepo, es el andamiaje financiero necesario para afrontar los vencimientos de deuda al inicio de 2025, y la negociación en marcha con el Fondo Monetario Internacional (FMI).


Te necesito, pero no tanto


Luis Caputo estuvo la semana en Washington, donde participó de la asamblea anual del FMI.
Durante la gira, el ministro de economía mantuvo reuniones bilaterales con la número uno del organismo, Kristalina Georgieva, y con la número dos, Gita Gopinath.

Las conversaciones giraron en torno a la posibilidad cierta de avanzar en un nuevo acuerdo que incluya nuevos desembolsos de capital, de cara a los fuertes vencimientos de deuda que se avecinan desde 2025.
En el Fondo valoran los resultados que ha obtenido la gestión Milei en apenas diez meses. Resaltan el ordenamiento fiscal, la senda a la baja de la inflación, y la limpieza aplicada sobre el balance del Banco Central.

Pero sobre todas las cosas, destacan la decisión de avanzar en un furioso recorte del gasto público, y de pagar el costo político que ello implica, aún si el combo incluye vacas sagradas como jubilaciones o universidades.


Celebro el progreso de Argentina en estabilizar su economía, mientras apoya a los más necesitados. El FMI sigue trabajando con Argentina en el camino hacia una economía más próspera para todos los argentinos”, expresó Georgieva en su cuenta de X tras el mano a mano con Caputo.


No obstante, el visto bueno respecto al rumbo no es un “aprobado” definitivo. Fiel a su historia, el Fondo pone condiciones al momento de avanzar en un entendimiento que incluya asistencia financiera.
Para mantener los avances será necesario que las políticas sigan evolucionando, en particular en los frentes monetario, cambiario y estructural”, dice textualmente el último informe sobre perspectivas regionales publicado por el Fondo.


En el gobierno se aferran a la buena predisposición del organismo, pero son conscientes de que uno de los requisitos insalvables para obtener un nuevo acuerdo, es levantar el cepo cambiario.
Es en este punto, donde el cálculo de costo-beneficio que realizan en el equipo económico, arroja que las consecuencias inmediatas de levantar el cepo, serían mucho más gravosas que las ventajas de contar con nuevos desembolsos de parte del organismo.

La decisión del gobierno es hacer control de daños, evitando los costos asociados a la salida del cepo, y buscando los dólares por fuera del Fondo.


La secuencia potencial que imaginan en economía, es que abrir el cepo (es decir liberar el mercado cambiario) significaría una devaluación espontánea de un nivel desconocido, y que inevitablemente ello generaría una corrida contra reservas que el Banco Central no tiene, y el consabido traslado a precios minoristas en pesos.


Entienden además que el recorrido de los primeros diez meses de gestión, le abre la puerta al gobierno para explorar otras herramientas financieras sin usar la “bala de plata” de pedir la ayuda del FMI.
En definitiva, la excursión de Caputo por Washington estuvo plagada de sonrisas y elogios mutuos, pero despojada de cualquier tipo de definiciones. Y en el gobierno tienen decidido “esperar y ver”, con un especial asterisco en las elecciones presidenciales de esta semana en Estados Unidos.


El fondo de la olla


El perfil de deuda que afronta Argentina es verdaderamente complejo, y es inmediato.
Los vencimientos hasta el final del mandato de Javier Milei, ascienden a u$s 71.100 millones, de los cuales el 40% opera en el año 2025. Además, de los 28.700 millones que hay que pagar el año que viene, unos u$s 10.000 millones recaen entre los meses de enero y junio.


Será un primer semestre crucial para el gobierno, considerando la imperiosa necesidad de lograr un escenario estable previo a las elecciones de medio término en agosto.
Con ese panorama financiero y político, la intención de evitar el levantamiento abrupto del cepo, cobra un significado mayúsculo, al tiempo que la decisión de postergar la negociación con el FMI, obliga a rasquetear al máximo el “fondo de la olla” de los dólares necesarios para poder pagar.


Un primer elemento que contribuye a la estrategia, tiene que ver con el propio FMI. El organismo avanzó este mes con la rebaja de los sobrecargos que aplica a los países que mantienen programas de asistencia por un monto superior a su cuota parte en el Fondo.


El ex ministro de economía Martín Guzmán fue abanderado de este reclamo durante su gestión entre 2019 y 2022. Finalmente, la reducción del costo de la deuda llegó en 2024 y además de Argentina beneficia a países como Egipto, Ucrania o Nigeria.
Para nuestro país, significa un ahorro de u$s 2.257 millones hasta 2032, y de u$s 1.150 hasta el final de la gestión Milei.


Un segundo vector de fluidez financiera es el acuerdo que Caputo ya tendría cerrado con al menos dos entidades financieras internacionales. Contactos que el ministro mantiene de su paso por la actividad financiera privada para JP Morgan en Wall Street.
Precisamente los ex patrones del actual conductor de la economía serían junto a Santander y a Morgan Stanley, quienes “aportarían” unos u$s 3.000 millones en 2025 mediante un “Repo”.


Se trata de una operatoria habitual entre bancas privadas, y consiste en un contrato entre partes, una de las cuales “toma” títulos a cambio de fondos frescos y la otra compromete la “recompra” de los instrumentos a un plazo determinado.

“El cuento de el país no puede crecer si no sale del cepo… no se coman ese cuento, porque no hay nada más necio que negar evidencia empírica”.

Ministro Luis Caputo a los empresarios reunidos en el Coloquio de IDEA


El acuerdo con la banca privada sería a tres años y con tasas promedio de entre el 8% y el 9%, a tono con la caída sostenida en el riesgo país registrada en los últimos tres meses. Significaría además, el retorno definitivo del país a los mercados financieros internacionales de deuda voluntaria.


El tercer y último elemento, tiene base en las previsiones macroeconómicas del equipo económico. En el gobierno se entusiasman con finalizar 2024 con un superávit comercial inédito y récord, cercano a los u$s 18.000 millones.


El atenuante este año, es la recesión que experimentan tres de los sectores más dinámico de la economía: industria, comercio y construcción. Ello morigera el impacto de las importaciones que en lo que va del año cayeron 24,5%, frente a exportaciones que crecieron un 15%.


No obstante, en el proyecto de Presupuesto enviado al Congreso de la Nación para 2025, el gobierno estima que las importaciones crecerán un 13,4% y que las exportaciones lo harán un 9%, y según las previsiones oficiales ello implicaría un superávit comercial de otros u$s 20.000 millones el año próximo.


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