Los chicos de Río Negro hablaron de economía para hacer valer sus derechos
Un proyecto entre el ministerio de Educación y Derechos Humanos, la universidad Nacional y Unicef Argentina lanzaron el libro "Lo esencial es invisible a los ojos", con dibujos y pinturas de chicos y chicas de cuatro grado de escuelas rionegrinas que reflejan lo que sienten y ven en el día a día.
«Sin trabajo no hay dinero, sin dinero no hay comida, sin comida no hay salud, sin salud no hay vida». Es una de las tantas formas en las que chicos de cuarto grados de escuelas primarias reflejaron en dibujos su opinión sobre la macro y la microeconomía. Fue un trabajo de investigación cultural que se realizó en nueve escuelas primarias de Río Negro y que se transformó luego en el libro «Lo esencial es invisible a los ojos».
El libro contiene textos breves escritos por expertas y expertos con reflexiones sobre esas producciones artísticas desde diversos campos disciplinarios. Esas producciones se realizaron en el marco de un proyecto de investigación-extensión que implicó el esfuerzo interinstitucional del Ministerio de Educación y Derechos Humanos de la Provincia de Río Negro, la Universidad Nacional de Río Negro y UNICEF Argentina.
El equipo de recopilación y armado del material, que estuvo coordinado por Juan Pablo Bohoslavsky, destaco que en los dibujos y pinturas los chicos y chicas de entre 9 y 10 años expresan lo que saben, lo que sienten y quieren sobre la economía. «En muchos de esos dibujos se observa padecimiento psíquico por los efectos de un sistema de exclusión, pobreza y desigualdad. En algunos de ellos se evidencia el individualismo y la falta de empatía; sin embargo, también se constatan valores como la solidaridad y la inclusión», expresaron.
Una de las participantes del proyecto y encargada de poner en letras la propuesta de los chicos, Soledad Vercellino, aseguró que «la experiencia nos muestra la potencia de la escuela y la intervención docente como oportunidad ya no solo de transmisión, sino también de producción de conocimiento toda vez que puedan garantizar a nuestras infancias condiciones (inusuales en estos tiempos) para la promoción de pensamiento, la expresión de opiniones y también la revisión de lo que se piensa, el enriquecimiento subjetivo a partir del encuentro de sentidos que se produce en ese espacio co- lectivo, común».
La propuesta fue sencilla al igual que la consigan. Que los estudiantes pudieran reflejar en un dibujo simple cómo ellos perciben la realidad que los rodea en el seno familiar y en lo individual. Un camino exploratorio arrojó frases e imágenes que los adultos tal vez deberíamos empezar a tener en cuenta. Un alumno de la Escuela 167 de Chichinales retrató lo que para el era importante y le agregó la frase: «Sin trabajo no hay dinero, sin dinero no hay comida, sin comida no hay, salud, sin salud no hay vida».
«Las creaciones artísticas ilustran una noción de pobreza concebida desde la desigualdad y la injusticia, reflejada por medio de imágenes que ponen en contraste quienes pueden acceder a determinados bienes y aquellos que no. Los colores, la iluminación y las sombras de los trazos también reflejan la dimensión más oscura y gris de la pobreza. De las ilustraciones surgen prácticas sociales recurrentes: así como encontramos situaciones de invisibilización y desprecio, emergen a la par estrategias y prácticas de solidaridad, que hacen de la redistribución y la cooperación dinámicas inspiradoras», dejó su comentario otra de las integrantes del proyecto, Paola García Rey.
A sus palabras, Volker Türk agregó: «El impacto de las crisis económicas y sociales en las niñas y niños no es sólo una cuestión económica; es fundamentalmente una cuestión de sus derechos. Derechos que a menudo se pasan por alto cuando se debaten e implementan las políticas económicas. La Convención sobre los Derechos del Niño subraya la obligación de los Estados Partes de garantizar el derecho de las niñas y niños a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social y el derecho a ser escuchado y a participar en los asuntos que afectan a su vida.
Y por ahí viene este libro, «Lo esencial es invisible a los ojos». Visibilizar la mirada que tienen los menores de edad, ponerlo en palabra, dejar que se expresen y escuchar para garantizar sus derechos.
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