Vices con agenda propia

La visita de Victoria Villarruel a la Expo Oil and Gas de Neuquén volvió a alimentar los rumores de distanciamiento entre la vicepresidenta y el presidente Javier Milei, que aunque no son un caso atípico en la política argentina no dejan de generar interrogantes sobre la gobernabilidad de una gestión tan ajustada de apoyos institucionales.

En contraste con el Ejecutivo nacional, que ni siquiera envió al titular de Energía a uno de los encuentros más importante del año del sector hidrocarburífero, Villarruel viajó a la muestra y mantuvo un alto perfil en la zona. Dio un discurso en el encuentro, donde elogió el rol de Vaca Muerta, destacó la necesidad de “mantener la paz” y la seguridad jurídica para garantizar inversiones, y asegurar la “protección de los recursos”.

También se reunió con el Gobernador Rolando Figueroa, que prudentemente la recibió en la Casa de Gobierno, buscando darle un perfil institucional al encuentro y esquivar un enojo del presidente, con el cual tiene buena relación pero se distanció en las votaciones sobre el tema jubilatorio y el presupuesto universitario. El rol de anfitriona quedó para la vicegobernadora Gloria Ruiz.

Desde el principio, la vicepresidenta tuvo un papel complementario en la fórmula presidencial. A diferencia de la corriente “anarco-libertaria” del presidente Milei, Villarruel refleja la tendencia nacionalista y más conservadora de la coalición oficialista. Esto hace que tenga una agenda aparte de la del primer mandatario. Su cercanía con acusados de crímenes de lesa humanidad en la dictadura, el reclamo para indemnizar a las “víctimas del terrorismo” en los 70 y una postura más dura sobre Malvinas la diferencian. El rechazo al aborto legal, el antikirchnerismo y la defensa del libre mercado los acercan.

En las últimas semanas, la vicepresidenta acumuló gestos llamativos: su cercanía con el Papa Francisco y sobre todo la difusión de su encuentro con la expresidenta Estela Martínez de Perón, “Isabelita”, y un busto de homenaje en el Senado le valieron el reproche público del presidente, quien recordó el “Rodrigazo” que “quintuplicó la tasa de inflación” y la “creación de la Triple A” durante la gestión de la política que hoy vive en Madrid.

Estos gestos, al igual que su visita a Neuquén y otras provincias, formarían parte de un guiño al “peronismo de derecha” y una estrategia de “armado territorial propio” de la vicepresidenta con vistas a las legislativas de 2025, dado su enfrentamiento con Karina Milei, vértice del “Triángulo de hierro” que forma parte de las decisiones más importantes del actual gobierno.

No es algo nuevo la enemistad entre presidentes y vices en nuestro país. Sólo desde el retorno a la democracia la tensión entre los binomios ha sido evidente: Alfonsín-Víctor Martínez por la ley sindical, Menem-Duhalde sobre la re-reelección, Fernando De la Rúa y Carlos Álvarez por el escándalo Banelco, Néstor Kirchner y Daniel Scioli por la relación con empresarios, Cristina Kirchner y Julios Cobos por el campo y Alberto Fernández y Cristina Kirchner por la economía. Los casos de Menem-Ruckauf y Macri-Michetti resaltan como convivencias armónicas.

Algunos historiadores creen que se trata de un defecto de diseño institucional. La vicepresidencia fue tomada del modelo de EE.UU., donde el vice es un “reemplazo automático” en caso de vacancia del Ejecutivo. Pero en el caso argentino se le suma un rol ambiguo entre el Ejecutivo y el legislativo, como “cabeza del Senado” donde solo preside las sesiones y desempata, y el Ejecutivo, al que debe acompañar pero sin atribuciones específicas. A menudo es un “complemento” para atraer votantes no del todo afines al candidato a presidente. De allí que se potencien las diferencias ideológicas en situaciones de crisis y los celos y la puja de poder en momentos electorales.

En el marco de tensiones actual, el Senado no se reúne desde hace un mes, acumula pendientes y malestar entre los aliados, en un escenario ya adverso para el oficialismo, que debiera entender que la relación entre presidente y vice es clave para la iniciativa política y estabilidad de su gestión.


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