Inédita caravana de 103 casillas rodantes en la Patagonia: una aventura hace 40 años
Partieron de Bahía Blanca hasta El Calafate en 1983. Hicieron historia con una fila de 32 kilómetros de vehículos. Los protagonistas cuentan la hazaña.
“Ríos de hielo” se llamó la larga marcha de rodanteros del país que pisaron la Patagonia en 1983. Exactamente 103 familias con su casa a cuestas recorrieron 2.200 kilómetros desde Bahía Blanca a El Calafate a 80 por hora.
Todos juntos y perfectamente numerados sin distinción por clase, marca o categoría, formaron una fila de más de 32 kilómetros de largo, algo inédito hoy para las rutas de la región.
La caravana significó un hito social que dejó huellas en las principales localidades sureñas porque los vecinos sabían que llegaban y los esperaban para recibirlos. Por parada, desembarcaba un vecindario entero: entre 400 y 500 personas.
«En cada rodante iban cuatro o cinco personas, porque la mayoría eran familias que iban con los hijos. Algunos eran médicos, otros abogados y otros tenían fábricas o comercios, todos hacíamos algo”, contó Rodolfo Molero, de Lanús (Buenos Aires) uno de los testigos vivos de la odisea.
Muy pocos como él, viven para contarlo. Rodolfo es integrante del Club de Ranchomovilistas de Buenos Aires hace más de 40 años, está desde los inicios. Él viajó en esa oportunidad con su esposa María Luisa Fernández y sus tres hijos pequeños.
Rodolfo y Luisa tenían 39 años en esas vacaciones. Hoy ya están por cumplir 80. Fueron en su Ford 350 casa rodante, que aún conservan. “Sigo saliendo con esa casa rodante”, contó. A veces con sus seis nietos, hijos de esos chicos que vivieron la caravana del 83 siendo hijos.
«La caravana fue el año después de la guerra de las Malvinas”, fue lo primero que se acordó Rodolfo en la entrevista con Diario RIO NEGRO. En aquel entonces él tenía una fábrica de balanzas, hoy está jubilado.
“Los más jóvenes que viajaron hoy tendrán 70 años, pero había mucha gente mayor», contó. Quedan pocos porque varios de los protagonistas de la caravana al sur ya murieron o bien se alejaron del mundo viajero y vendieron sus rodantes.
La caravana y una logística inmensa
“Fue algo espectacular. Yo hay veces me acuerdo de alguna cosa y me emociono”, dijo en su relato.
Ríos de Hielo pasó por Río Negro y Neuquén, fue una iniciativa del Ranchomovil Club Argentino de Buenos Aires -asociación fundada en la década del 70- y de su presidente el médico Pablo García Siguero, quien tenía campos en la Patagonia y era amigo de los dueños del Automóvil Club Argentino (ACA).
La comitiva iba acompañada y escoltada por el auxilio del Automóvil Club, una ambulancia y personal policial de jurisdicción en jurisdicción. La logística era tremenda, hasta para cargar combustible se organizaban por tandas para no colapsar los servicios.
«Para cargar combustible nos turnábamos. Paraban 10 o 20 casas rodantes en una estación, otros esperábamos a otro lugar porque si no, no podía cargar nadie más».
Rodolfo Molero, integrante de la caravana de 1983.
Hubo varias ocasiones en las que organizaban comidas comunitarias. Lo cierto es que la hoja de ruta estaba perfectamente premeditada para pasar por la costa y por la cordillera.
Caleta Olivia, Rada Tilly, Puerto San Julián, fueron algunas de las ciudades de Santa Cruz que Rodolfo más recuerda. Infinidad de anécdotas tienen atesoradas en sus memorias.
Lo que nadie se acuerda con precisión es cuánto tardaron en llegar a destino y eso tiene que ver con que su mentalidad siempre es la misma: vivir el momento sin prisas, ni cálculos matemáticos. Entregarse al camino.
Lo que ninguno se olvida es de los 1500 kilómetros de ripio por la Ruta Nacional 40. En aquella época, los caminos eran más rudimentarios. “Más despacio no podíamos ir porque los camiones te pasaban por arriba”, dijo entre risas Rodolfo.
Una calurosa bienvenida en Comodoro Rivadavia
El día que llegaron a Comodoro Rivadavia, Chubut, fue inolvidable. «Desde donde terminaba la ruta y empezaba el camino para entrar a Comodoro, de ambos lados, toda la ciudad nos estaba esperando. Nos aplaudían como si fuésemos héroes. Yo pienso que a lo mejor era porque era muy reciente la guerra de las Malvinas, fue algo espectacular. Nos regalaban frasquitos con petróleo, aplaudían con banderas. Fue algo emocionante”, contó Rodolfo.
“Cuando llegamos a Calafate nos dieron un asado tremendo”, agregó. Para él los patagónicos son excelentes anfitriones. “Fueron extraordinarios. Yo mientras viva no me voy a olvidar de eso”, repitió el rodantero.
Una nueva edición en 2026
«Nunca el club tuvo tantos vehículos en una caravana”, contó el actual presidente del Ranchomovil Club Argentino de Buenos Aires, Jaime Ripoll, quien aseguró que ya están preparando una nueva edición por los 50 años de la asociación, para febrero 2026.
Rodolfo sueña con poder estar en condiciones de salud para asistir a la próxima caravana. “Tuve muchos problemas de salud. Soy cardíaco, tuve un infarto, tengo tres bypass, gracias a Dios sigo en camino y puedo seguir manejando”, admitió.
Pero el espíritu nunca se pierde y él, a sus 80 años, sigue haciendo viajes cortos cada 15 días o un poco más, cerca de la Provincia de Buenos Aires, pero no abandona el oficio rodantero.
Como ranchomovilista, es un entusiasta de la vida al aire libre y el turismo alternativo sobre ruedas y viaja con la casa a cuestas donde habita y recorre los destinos más diversos, siempre en familia.
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