Irán y su limitado apoyo a Hezbolá
Irán ha construido desde los años 1980 una red de aliados, entre ellos Hezbolá, con el fin de proyectar su potencia hacia el exterior, no para entrar en un conflicto regional.
Menna Zaki y Doos Mohamadi/AFP
Ante la campaña militar israelí contra Hezbolá, Irán está haciendo todo un ejercicio de equilibrismo: expresar apoyo a su aliado libanés, pero sin implicarse directamente en el conflicto, para no malograr su objetivo de obtener un levantamiento de las sanciones económicas internacionales.
Desde el inicio de la guerra de Gaza en octubre de 2023 entre Israel y Hamás, Hezbolá ha apoyado al movimiento islamista palestino disparando casi a diario proyectiles en dirección del norte de Israel.
El Estado hebreo ha replicado metódicamente a esos disparos, y este lunes lanzó una amplia campaña de bombardeos contra el movimiento chiita libanés.
Irán se mantiene firme en su apoyo a Hamás y a Hezbolá, pero “no se dejará arrastrar a una guerra”, asevera Hamid Gholamzadeh, un experto afincado en Irán.
Una opinión compartida por Ali Vaez, analista del centro de reflexión International Crisis Group.
Y es que tal como explica, Irán ha construido desde los años 1980 una red de aliados, entre ellos Hezbolá, “con el fin de proyectar su potencia hacia el exterior, no para entrar en un conflicto regional”.
Según él, una escalada procedente de Irán sería contraproducente y podría regalarle “una victoria estratégica” al primer ministro israelí y archienemigo, Benjamin Netanyahu.
E incluso influir en la elección presidencial de noviembre en Estados Unidos, ayudando a Donald Trump a regresar al poder, lo que “sería muy dañino para los intereses iraníes”.
De modo que “en lugar de hacerle el juego a su enemigo jurado”, Israel, Irán está presionando más bien “para lograr un alivio de las sanciones” internacionales que ahogan su economía, apunta Vaez.
Irán atraviesa una grave crisis económica desde que Trump, en su mandato como presidente, retiró en 2018 a Estados Unidos del acuerdo internacional por el que Teherán se comprometía a congelar su programa nuclear, a cambio de un levantamiento progresivo de las sanciones internacionales en su contra.
Estados Unidos volvió entonces a imponer nuevas sanciones a la República islámica, y recientemente varios países europeos cortaron sus conexiones aéreas con Irán, al que acusan de suministrar misiles a Rusia para que los utilice en la guerra de Ucrania.
En Nueva York, durante la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní Masud Pezeshkian acusó a Israel de belicismo, y trató de presentar a su país como una potencia moderada.
El dirigente hizo valer que Irán no tomó represalias tras el asesinato en Teherán a fines de julio del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en una operación atribuida a Israel. Y ello con el objetivo de no hacer fracasar los esfuerzos de Estados Unidos por alcanzar una tregua en Gaza.
“Hemos tratado de no responder. Nos decían que la paz estaba al alcance, tal vez en una semana semana o así. Pero nunca se alcanzó esa paz. Y cada día, Israel comete atrocidades”, dijo.
Irán ya adoptó un enfoque similar a principios de este año, cuando en respuesta a un ataque contra su consulado en Damasco, efectuó el 13 de abril un insólito ataque contra Israel con drones y misiles, en su inmensa mayoría interceptados.
Por la forma en que se desarrolló ese ataque y su mínimo impacto efectivo, los analistas dedujeron que Teherán quería simplemente “mostrar músculo”, sin provocar una confrontación abierta con Washington.
El ministro iraní de Exteriores, Abbas Araghchi, aseguró recientemente que su país “no será indiferente” a los ataques israelíes contra altos mandos de Hezbolá, y el miércoles, el guía supremo, Alí Jamenei, aseveró que los daños infligidos por Israel no lograrán “poner de rodillas” al movimiento chiita libanés.
La politóloga Afifeh Abedi cree que Irán está “evaluando sus opciones en cuanto a un apoyo político, militar y de seguridad” en favor de Hezbolá.
Según ella, la organización dirigida por Hasán Nasralá dispone “de recursos humanos considerables” para reemplazar las bajas sufridas. “Hezbolá necesita apoyo. Pero la falta de apoyo no significa que pueda ser derrotado”, apunta a su vez Gholamzadeh. Ali Vaez estima que el inédito ataque de la semana pasada contra los aparatos de comunicación de Hezbolá, que causaron 39 muertos y cerca de 3.000 heridos, probablemente “debilitó” a la organización.
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