Tres investigadores de la Patagonia fueron seleccionados para las becas Fullbright de Estados Unidos

Se trata de Maximiliano Rugolo, Carolina Arguiano y Lucía Molina, del Área de Fitopatología y Microbiología Aplicada del Ciefap que funciona en Bariloche, El Bolsón, Esquel y Ushuaia.

Tres investigadores patagónicos del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (Ciefap) fueron seleccionados por el programa de becas Fulbright, en conjunto con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), para avanzar en investigaciones en dos universidades de Estados Unidos.

Se trata de Maximiliano Rugolo, Carolina Arguiano y Lucía Molina, del Área de Fitopatología y Microbiología Aplicada del Ciefap que funciona en Bariloche, El Bolsón, Esquel y Ushuaia.

«Son becas de excelencia que permiten la posibilidad de acceder a recursos como equipamiento, laboratorios e interactuar con personal con experiencia en la misma área de trabajo. Además, permite colaboraciones futuras que perpetúen investigaciones de calidad«, comentaron los investigadores.

Rugolo, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet, es especialista en hongos comestibles y realizará su estancia en la Universidad Estatal de Michigan.

Su investigación está centrada en dos hongos comestibles nativos de la Patagonia, como la morilla y el gargal, que aún no han sido cultivados con éxito a nivel comercial. Su impacto es de relevancia para la región ya que «estos hongos son recursos naturales valiosos con gran potencial económico y ecológico» y se podrían desarrollar protocolos de cultivo más eficientes para aumentar el volumen.

El proyecto de Rugolo apunta a aprender y ejecutar técnicas de metagenómica (el estudio del material genético) para conocer los microorganismos asociados con el entorno natural de hongos comestibles de alto valor en Patagonia. «Se trata de determinar las comunidades microbianas asociadas a hongos comestibles a partir de técnicas de metagenómica. Acá estamos limitados para ese desarrollo; por eso, la idea de ir a un lugar con instalaciones y experiencia asociada a hongos cultivados busca responder preguntas que no hemos podido resolver antes«, explicó Rugolo, de 36 años, oriundo de Lago Puelo.

Consideró que, a través de la capacitación en el cultivo y la metagenómica durante su estancia, podrá «analizar y contribuir a la clarificación de los requisitos necesarios para el cultivo exitoso en condiciones controladas de estas especies fúngicas nativas».

Foto: gentileza

Cambio climático

La bióloga Carolina Arguiano, investigadora doctoral de Conicet en Ciefap, ya completó una estancia de tres meses en la Universidad de Michigan. Su proyecto modela el impacto del cambio climático sobre los ecosistemas de Nothofagus (coihue, ñire y lenga) en la Patagonia.

A través de simulaciones avanzadas, el equipo de Arguiano estimó que el aumento de la temperatura podría provocar una significativa reducción en la diversidad de hongos ectomicorrícicos, que afectaría directamente a los bosques patagónicos.

La bióloga Carolina Arguiano es investigadora doctoral de Conicet en Ciefap. Foto: gentileza

«Se toman dos escenarios a futuro: tomando medidas de mitigación, la diversidad de especies disminuirá en un 25%, pero el peor escenario prevé una disminución del 28%. Si no adoptamos medidas urgentes, decrece la riqueza», explicó la investigadora de 31 años.

Señaló que, con esta información, se pueden seleccionar especies que toleren condiciones de incremento de temperatura a fin de «hacer plantines, llevarlos al bosque y generar una adaptación a los efectos adversos». «Se requieren líneas de investigación que abran la puerta a generar estas adaptaciones que necesita el bosque», advirtió.

La bióloga Carolina Arguiano es investigadora doctoral de Conicet en Ciefap. Foto: gentileza

Por otra parte, Lucía Molina, doctora en Ciencias Biológicas, también concretó su estancia en la Universidad de Tennessee, donde trabajó con las últimas tecnologías de secuenciación de ADN. Secuenció el genoma de un importante hongo patógeno nativo que afecta tanto a bosques nativos como a plantaciones de importancia comercial, como eucaliptos y vides.

«En mi caso, trabajo con enfermedades complejas del coihue y la lenga en el bosque nativo. No los está matando un único asesino sino una combinación de factores que lleva a ese declinamiento de árboles: ambientales, hongos, insectos y cuestiones del sitio», puntualizó.

La genómica y metagenómica, comentó, aportan herramientas para entender este fenómeno. «De la estancia, me traje un genoma completo de un hongo patógeno de un bosque de la Patagonia que afecta a plantaciones de interés comercial, como eucaliptos o vides. Esa información del genoma completo abre nuevas líneas de investigación», señaló Molina.

Lucía Molina, doctora en Ciencias Biológicas, ya concretó su estancia en la Universidad de Tennessee. Foto: gentileza

La investigadora destacó el programa de Estados Unidos que «sirve para fomentar el intercamio académico y cultural. En este caso, estaba pensada y dirigida a becarios que pudieran proponer proyectos de investigación alineados con necesidades estratégicas definidas por las provincias. Y Chubut participa en Ciefap».

Fue un honor haber recibido la beca sabiendo que es super competitiva y que hay tantas aplicaciones. Fue halagador haber interactuado con otros investigadores de Estados Unidos y de todo el mundo».

Carolina Arguiano, investigadora doctoral de Conicet en Ciefap.

Recursos del primer mundo

Los tres investigadores resaltaron los múltiples beneficios de las becas Fullbright. Por un lado, posibilita la colaboración con académicos extranjeros, pero además, «brinda oportunidades materiales como intelectuales».

«Allá tienen las facilidades de los laboratorios del primer mundo. Acá generamos producciones equivalentes, pero con un esfuerzo mayor, con ingenio y recursos limitados que nos lleva más tiempo», definió Molina y aclaró que «hay insumos que no podemos solventar con subsidios devaluados».

Puso como ejemplo su línea de investigación: «La vanguardia genómica involucra técnicas de secuenciación de ADN que son muy nuevas. Ese equipamiento tiene cinco años y en nuestro país no existe. Fui a formarme en el análisis de esos datos», expresó.

Definió que esas tecnologías forman parte de la revolución de Big Data de la última década. «No solo se trata de una tecnología que requiere de una formación y un entrenamiento en el laboratorio sino que es desafiante en lo que respecta al procesamiento de gran cantidad de datos. Nos falta desarrollar ciencias de datos en estas latitudes y se está volviendo ineludible», dijo.



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