This courtroom sketch by Valentin Pasquier shows Gisèle Pelicot, left, and her ex-husband Dominique Pelicot, right, during his trial, at the Avignon court house, in Avignon, southern France, Tuesday, Sept. 17, 2024. (AP Photo/Valentin Pasquier)
Opinión Debates

Caso Pelicot: el horror del abuso por sumisión química

El juicio por una mujer que durante décadas fue drogada por su marido para que decenas de hombres la violaran indigna a Francia. se ha transfrmado en un simbolo de la lucha contra la violencia sexual mediante el uso de drogas, cada vez más extendida.

Francia sigue de cerca desde hace poco más de un mes el juicio de unos cincuenta hombres acusados de violar durante años a Gisèle Pelicot mientras estaba inconsciente, en un caso que revela el costado más oscuro de la condición humana. Sucede que quien facilitaba los abusos era el marido de Gisèle, quien en público mantenía una imagen de padre de familia y abuelo cariñoso y en privado drogaba a su esposa para que fuera violada mientras él los filmaba.

Durante este proceso Pélicot, está convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual en Francia, en particular de una modalidad que está creciendo en la actualidad en todo el mundo: el abuso por sumisión química, donde las víctimas ven quebrada su voluntad por drogas.

La semana pasada, unas 700 personas se reunieron en la Plaza de la República en París para apoyar a la mujer, de 71 años, y a todas las víctimas de violación de Francia. Algunas de ellas llevaban letreros donde elogian a Pélicot por hablar claramente sobre su terrible calvario y confirmar a otras víctimas de violencia sexual que no están solas. “Víctimas, les creemos. Violadores, los vemos”, decía una pancarta.

Desde el inicio de su extraordinario juicio el 2 de septiembre, en el que Pélicot encarará a 51 de sus presuntos violadores, ha sido elogiada por su valor y serenidad.

En primer lugar, ella decidió que el juicio fuera público, después de que el tribunal sugirió inicialmente que se realizara a puerta cerrada.

Ella permitió que los periodistas publicaran su nombre completo y al tribunal que presentara videos explícitos grabados por su esposo donde aparecen hombres realizando actos sexuales con su cuerpo desnudo e inerte.

Ella ha dicho que tomó sus decisiones en solidaridad con otras mujeres que no son reconocidas como víctimas de delitos sexuales.

“Es muy importante estar aquí porque necesitamos hablar sobre la cultura de la violación”, dijo Anna Toumazoff, activista y una de las organizadoras de la protesta en París.

“Siete años después de MeToo, sabemos que no existe un tipo especial de víctima. También nos damos cuenta colectivamente de que no existe un tipo especial de violador”, señala la activista por los derechos de las mujeres.

“Que la vergüenza sea de ellos”, señaló Gisele Pelicot al renunciar al derecho de mantener en secreto el proceso. (AP Photo/Diane Jantet)

A pesar de que en Francia se han contado varias oleadas del movimiento #Metoo, en el que las mujeres de alto perfil han hablado públicamente sobre el trauma que han soportado tras años de abuso sexual, las manifestantes dijeron que gran parte de la violencia no se reporta y, con frecuencia, queda impune.

El mediático juicio relanzó en Francia el debate sobre la cuestión del consentimiento. Desde el inicio del proceso, activistas y asociaciones feministas han vuelto a pedir a los hombres que “asuman por fin su responsabilidad” en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y que “dejen de permanecer en silencio”.

El principal acusado del caso, Dominique Pelicot, de 71 años, admitió el martes que durante más de dos décadas suministró distintos medicamentos a su entonces mujer, Gisèle Pelicot, para dormirla y que fuera violada por decenas de desconocidos contactados por internet entre 2011 y 2020. Otros 49 hombres están sentados en el banquillo por participar en estas agresiones y enfrentan penas de hasta 20 años de prisión.

Durante todos esos años, la víctima no fue consciente de los abusos. Confiaba en su marido, con quien, si bien había tenido problemas habituales de toda pareja, era ante sus ojos un esposo, padre y abuelo ejemplar.

El caso se descubrió casi fortuitamente, cuando Dominique Pelicot fue detenido por intentar filmar debajo de la falda a una mujer con su celular. Tras ser detenido, la policía allanó su casa y secuestró varios dispositivos electrónicos, donde Pelicot guardaba distintos tipos de videos con contenido sexual.

En varios de ellos, se pudo observar a Gisele Pelicot mientras era abusada de distintas maneras por diversos grupos de hombres, mientras parecía estar inconsciente. La Policía citó a Gisele y le mostró los videos. En un primer momento, la mujer pareció no darse cuenta de que ella era quien figuraba en las imágenes como la persona que era violentada. Tras el shock inicial, comenzó a explicarse las razones de diferentes trastornos padecidos a lo largo de su vida, como la caída prematura del pelo, problemas ginecológicos, episodios de depresión profunda y otros, que sin dudas eran producto de los abusos que sufría mientras estaba inconsciente.

Por eso, decidió transformar su caso en un emblema y hacer pública toda la situación, exponiéndose ante los medios y en las audiencias del juicio y renunciando su derecho al anonimato. Su equipo legal señaló que abrir el juicio a la opinión pública haría recaer la “vergüenza” sobre los acusados.

El testimonio de la víctima: «me siento humillada»


El 5 de septiembre, Pélicot habló en público por primera vez sobre su suplicio desde que, hace 4 años, los policías la llamaron para decirle lo impensable.

Con voz clara y tranquila, detalló el horror de descubrir que su exesposo la había estado sedando y que había invitado a al menos 72 extraños a su casa en Provenza para realizar actos sexuales con ella.

“Para mí, todo se viene abajo”, testifico. “Esas son escenas de barbarie, de violación”.

Pelicot declaró formalmente en el juicio este miércoles, y allí expresó su sentimiento de humillación ante las insinuaciones de algunos abogados del caso que señalan su posible complicidad en las agresiones.

“Desde que llegué a esta sala de audiencia, me siento humillada. Me tacharon de alcohólica, afirmaron que estaba en tal estado de ebriedad que soy cómplice” de Dominique Pelicot, su exmarido y principal acusado en el proceso, afirmó la mujer ante el tribunal de Vaucluse, en Aviñón.

“Es tan humillante y degradante oír eso”, declaró Gisèle Pelicot. “Estaba en un estado de coma y los vídeos que se mostrarán darán fe de ello. Y los peritos se escandalizaron con estos vídeos, y son hombres”, agregó.

¿Los demás hombres “no se plantearon la cuestión (del consentimiento)? ¿Qué son estos hombres, son degenerados o qué?”, tronó la mujer de 72 años, presunta víctima de unas 200 violaciones, 92 de ellas cometidas por 50 coacusados juzgados desde el 2 de septiembre junto a su exmarido.

“Ni por un segundo di mi consentimiento al señor Pelicot ni a estos hombres”, reiteró la mujer que estuvo casada durante 50 años con el principal acusado y que recientemente logró el divorcio.

“No existe tal cosa como ‘violación y violación’. Una violación es una violación”, afirmó Pelicot, refiriéndose a las palabras de un abogado que pareció restar importancia a la verdadera intención de algunos de los acusados, muchos de los cuales afirman que creían participar en un juego sexual practicado por una pareja promiscua.

El perfil de los abusadores: el vecino de al lado


El proceso ha revelado detalles inquietantes del pasado, la psique y presuntos crímenes de los acusados que han llenado los sitios web de noticias, los programas de radio y televisión, y las redes sociales. Y ha encendido un debate doloroso -y a menudo incómodo- sobre la violación.

La defensa de muchos de los acusados se basa en la premisa de que no “sabían” que estaban violando a Gisèle; en otras palabras, que creían que estaban teniendo relaciones sexuales consentidas con ella. Al menos dos de los acusados afirmaron que no sentían que hubieran violado a Gisèle porque su propio marido se la había “ofrecido”, y un hombre dijo que no consideraba que sus acciones fueran una violación porque “para mí, violación es cuando agarras a alguien de la calle”.

También ha sorprendido la gran cantidad de hombres involucrados en el caso.

La policía sólo pudo identificar a 50 de los 83 sospechosos que aparecieron en los vídeos de Dominique Pelicot. Tienen entre 26 y 68 años, y proceden de todos los ámbitos sociales: bomberos, farmacéuticos, obreros y periodistas. Muchos son padres y maridos “ejemplares”.

“Lo que más me sorprendió fue que tantos hombres pudieran haber hecho esto: más de 50 hombres ‘normales’ que vivían cerca”, dijo Caroline, una médica parisina de 43 años.

Céline Piques, de la organización feminista Osez le Féminisme, espera que este proceso tenga un impacto duradero. “Violaban porque estaban seguros de su impunidad”, señaló.

Municipios españoles desarrollaron pulseras que reaccionan cambiando de color ante estas sustancias.

El “spiking”, un delito que también hace estragos en Argentina


Una cuestión que se ha ventilado en el juicio de Pelicot es el fenómeno de la sumisión química: la agresión inducida por drogas en el hogar o en sitios de recreación.

Leila Chaouachi, farmacéutica del centro de observación de adicciones de París y experta en violaciones relacionadas con las drogas, dice que las víctimas suelen dudar sobre si presentar denuncias judiciales porque conocen al agresor, pueden sentirse avergonzadas o tienen recuerdos vagos de lo ocurrido. Además, muchas veces las sustancias desaparecen del organismo, lo que dificulta las investigaciones.

La sumisión química es un fenómeno global, aunque hay pocas investigaciones al respecto. En España, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Toxicología, la sumisión química o spiking está presente en 1 de cada 3 agresiones sexuales.

A tal punto que algunos municipios han desarrollado para grandes fiestas unas pulseras de alerta, que cambian de color si la persona es expuesta a una de estas sustancias.

En Argentina, la práctica constituye un delito tipificado en la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal y en la Ley Orgánica 10/2022 de Garantía Integral de la Libertad Sexual, donde se introduce la sumisión química expresamente como una forma de agresión sexual. Algunas organizaciones estiman que en el país habría unos 2.000 abusos por mes con “drogas del sexo”. El dato fue dado a conocer por la Asociación Antidrogas de la República Argentina. Las violaciones sufridas por mujeres sobre todo con la tristemente famosa burundanga y el “éxtasis líquido”, no paran de crecer , en boliches o fiestas. Las víctimas resultan abusadas por uno o varios agresores, pero luego no recuerdan nada.

“Tenemos registrados unos 2.000 hechos de abusos y violaciones en todo el país cada mes. Por un lado, con el uso del GHB o éxtasis líquido. Y el por otro, con la ya conocida burundanga. Ambas ponen a las personas en estado de somnolencia, en una oleada intensiva de felicidad y el apego a quien está cerca. Queda sometida”, dijo Claudio Izaguirre, titular de Asociación AntiAntidrogas de Argentina.


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