Un ruido llamado Petronas
Fue un estruendo. La información del periodista Marcelo Bonelli, que confirmó la falta de entusiasmo por parte de Petronas para acelerar en el proyecto de GNL en Río Negro, abrió un duro interrogante en el gobierno nacional. Desde la administración de Javier Milei le sacaron el cuerpo a la mala noticia para evitar el costo político de asumir que, la principal inversión con la que soñaba el Gobierno entraba, en el mejor de los casos, a cuarteles de invierno.
El desgaste quedó a cargo del presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, quien pone en juego su cargo con estos desencuentros que venían desde hace algún tiempo entre la compañía que dirige y sus socios malayos. El exTechint intentó, como el manual indica, bajarle el tono al desplante en ciernes y buscó con algunos contactos en off tratar de minimizar el golpe que significa que un socio internacional, del peso de Petronas, se baje de una inversión que, poco más o poco menos, justificó la creación del cuestionado Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
La jugada no alcanzó y el ruido fue tan grande que por la tarde Marín tuvo que dejar las sombras del off y salir a ponerle firma a una declaración que lleve algo de tranquilidad interna, pero de consecuencias hasta ahora desconocidas en la relación con el que hasta ayer era su socio perfecto.
Si bien es cierto que el acuerdo inicial todavía está en plazo y tiene tiempo de sobra para terminar de acordar los detalles, las fricciones entre YPF y Petronas -se supo- comenzaron hace algunas semanas debido a la intención de la petrolera argentina de sumar otros socios al megaproyecto exportador. También se mencionó el rol que tendría la firma malaya en el esquema porque como inversor no tiene el GNL de Vaca Muerta entre las prioridades en su portafolio internacional.
El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, quedó en una posición incómoda. Tuvo que salir a dar certezas -que probablemente no existan- y asumir un rol que Nación evitó a toda costa porque expone el real problema detrás de los puntos suspensivos de los malayos: ¿Es la Argentina de Javier Milei, con las exageradas ventajas para la inversión extranjera, un lugar confiable para que las grandes empresas traigan sus dólares? ¿Llegarán las inversiones que permitan abrir la economía nacional como lo ansía el Gobierno?
Fue una semana donde el Ejecutivo no acumuló buenas noticias, que arrancó con la falta de interés por la cadena nacional del presidente para anunciar el Presupuesto 2025, siguió con una demostración innecesaria e insensible hacia los jubilados con el asado en Olivos que celebró el veto a la ley de movilidad y culminó con un reproche explícito del papa Francisco a las políticas represivas del Gobierno. Salvo algunos esfuerzos aislados, en todos los frentes eligió el silencio o una polarización con el kirchnerismo, que parece extemporánea.
En la industria petrolera, que tiene nervios sensibles en Vaca Muerta, son optimistas respecto de la concreción del proyecto de GNL. La ingeniería desarrollada en los campos neuquinos vuelve a los hidrocarburos locales muy competitivos mundialmente y es eso lo que permite seguir creyendo en un futuro mejor.
Sin embargo, el tiempo es la variable determinante. La fecha que busca conseguir la petrolera nacional para el proyecto de GNL es 2030. Ni siquiera un cambio de planes, solo un reajuste al programa podría hacer perder miles de millones de dólares. Es sabido que los hidrocarburos juegan una carrera contra un reloj finito determinado por el uso de los combustibles fósiles y que, aún en el escenario más optimista, la ventana parece demasiado chica para todos los recursos de Vaca Muerta.
Las señales contradictorias que el Gobierno nacional no puede ocultar están a flor de piel. El desplante de un gigante mundial del petróleo es un duro revés para Milei. El golpe fue tan significativo que hasta pudo contener su incontinencia twitera. Pero lo más negativo sería que no haya captado lo severo de la situación y que, pese al RIGI, la apuesta liberal sea considerada demasiado experimental para los grandes jugadores del capital.
Comentarios