Ni la Bombonera ni el Monumental
En una nueva jornada del superclásico, hay que recordar que el clásico más apasionante entre xeneizes y millonarios, en la historia del fútbol argentino, se jugó hace 52 años en el estadio de Vélez Sarsfield.
Hoy, en una nueva jornada del encuentro que es la gran fiesta de nuestro deporte más popular, vale la pena recordar lo sucedido el 15 de octubre de 1972, ocasión en que River y Boca protagonizaron un partido a todas luces inolvidable, en el cual las dos hinchadas, como nunca en la misma ocasión, vivieron alegría, angustia, renovada ilusión y desesperanza total. La victoria estuvo alternativamente para los dos y se definió sobre la hora.
Fue la nota casi excluyente de la primera fecha del torneo Nacional de ese año, acaparando el máximo interés, en un marco de casi 50.000 espectadores en cancha de Vélez. Pagaban entrada los socios de ambos clubes grandes.
El cotejo no fue brillante, pero si extraordinariamente emotivo por las frecuentes y bruscas alteraciones del score, que hicieron pasar a ambos equipos, sin transición, de un estado eufórico a otro deprimente, así hasta el minuto final en que Carlos Manuel Morete -se acompaña imagen- obtuvo el gol que significó para River Plate un triunfo memorable.
Esa tarde, con el arbitraje de Luis Pestarino, juez internacional (Mundial Alemania 74), el ganador alineó a José Alberto “Perico” Pérez, Dominichi, Giustozzi, Zuccarini, Merlo, Daulte, Mastrángelo, Juan José López (Ghiso), Morete, Alonso (Carlos Ángel López) y “Pinino” Más.
Boca Juniors: Sánchez, Mouzo, Marzolini, Suñé, Pachamé, Blanco, Ponce, Peracca (Romero), Curioni, Potente y Ferrero.
A los 9 minutos del primer tiempo, con goles de Mastrángelo y Más, ganaba River. No obstante la desazón boquense – ya que luego “Perico” Pérez le atajó un penal a Suñé- a los 45 minutos de la misma etapa Boca estaba en ventaja 3 a 2 mediante goles de Curioni, Ponce y Potente.
A los 6’ del complemento Potente llevó a 4 la cuenta del equipo auriazul, y a los 12, 17 y 45 minutos, Más y sucesivamente Morete, consagraron el triunfo “millonario” con el abultado y nada habitual 5 a 4.
Curiosamente, casi una década después, el “Puma” Morete pasó a Boca, donde acusaría un rotundo fracaso, pero luego -más curioso aún- fue implacable goleador, de manera sucesiva, en Talleres de Córdoba e Independiente de Avellaneda.
Retornar a la “película” de aquella tarde tan particular, equivale a señalar que cada clásico entre Boca y River muestra una renovada ansiedad. Una desbordante alegría de los ganadores. Un intenso afán de “vendetta” para los que pierden. Una interminable polémica que sólo cesará cuando un nuevo enfrentamiento diga si la burla sigue o si llegó la hora de la revancha esperada.
En particular, para quien suscribe la presente evocación, fue un notable privilegio la narración de “aquél” partido tan esperado por la audiencia de Neuquén y Río Negro.
La recordación está jerarquizada por la presencia de los colegas habituales Hugo Coronato, Pedro Brodi y Víctor Manuel Azar, pero en especial ante el suceso de que la transmisión de referencia fue honrada, en los comentarios centrales, por el inolvidable y querido Enzo Ardigó, entonces considerado el periodista deportivo de verba más lustrosa, Director del Primer Festival Internacional de Cine celebrado en Mar del Plata, fundador de la revista “Goles”.
Siempre provocará inmensa pena, recordar que su muerte, totalmente inesperada, se produjo el 20 de febrero de 1977 en una de las cabinas radiofónicas del Estadio Centenario de Montevideo, a raíz de una insuficiencia cardíaca.
(*) Locutor y periodista
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