Un bloqueo estéril

Redacción

Por Redacción

El Gobierno nacional atravesó esta semana por una montaña rusa emocional: pasó de la euforia por la “victoria” en Diputados al blindar el veto a la movilidad jubilatoria y la aprobación de la Boleta Única electoral a sufrir una doble derrota en el Senado, donde se aprobó por amplia mayoría una ley de financiamiento universitario que desafía su ajuste fiscal y el primer rechazo en la historia a un Decreto de Necesidad y Urgencia, el que otorgaba una millonaria ampliación presupuestaria a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

Las múltiples operaciones políticas, cambios de postura o de bando y la incertidumbre de las votaciones evidenciaron, por un lado, la pobre capacidad de articulación política del oficialismo más débil en el Congreso desde el retorno democrático. Por otro, la enorme fragmentación de la oposición, dos procesos que se retroalimentan y bloquean al sistema político.

El politólogo Mario Riorda alertó sobre los riesgos de un incipiente “transfuguismo parlamentario”, donde representantes electos por un partido se cambian de bando manteniendo su escaño, alterando las mayorías y minorías de las bancadas. Este fenómeno no es nuevo, pero cuando se generaliza por razones ilegítimas (a cambio de incentivos económicos o prebendas) resulta muy negativo, porque “deteriora la representación política, resquebraja la estabilidad del sistema de partidos y genera una gobernabilidad opaca”, opina. Reinan la sospecha y la desconfianza.

Una balcanización legislativa y riesgo de «transfuguismo»


La semana fue pródiga en casos poco claros: un diputado radical que dejó su banca a cambio de un cargo en un directorio estatal para darle su lugar a una representante del PRO que votó a favor del gobierno, cinco diputados radicales que cambiaron su voto tras una reunión con el presidente, entre ellos el neuquino Pablo Cervi. Pero también hubo movimientos en sentido inverso: la diputada libertaria Lourdes Arrieta, expulsada del bloque tras el escándalo por la visita a represores, se abstuvo en el proyecto jubilatorio y mostró cercanía con colegas peronistas.

El Congreso sufre una balcanización importante. En la UCR conviven cuatro grupos que actúan a favor o en contra del gobierno según el tema. En Encuentro Federal, oposición dialoguista, hay dos bandos que se diferencian en su grado de acercamiento con el oficialismo. Unión por la Patria, si bien tiene claro perfil opositor, tiene tres sectores en disputa de liderazgo que producen “fugas” de votos y ausencias. El PRO está dividido entre aliancistas y quienes buscan la fusión con LLA. En el propio oficialismo hay peleas por influencia y egos personales que causaron quiebres y expulsiones que acentuaron su debilidad legislativa. En este panorama complejo, es muy difícil hallar consensos sobre temas claves para el país y a menudo prima el interés faccioso de corto plazo y la capacidad de veto sobre el otro.

En el Ejecutivo se quejan de la fragilidad de los apoyos aliados y en el Congreso de los vaivenes del presidente, que un día los llama “héroes” si lo apoyan y al siguiente “ratas” si no aprueban a rajatabla sus proyectos.

El ejemplo de extremo de Perú: vaciamiento democrático


El presidente Milei debiera analizar la experiencia de Pedro Castillo en Perú. Aunque su perfil ideológico era opuesto al del libertario y nuestro país no tiene el nivel de debilidad de los partidos de allí, hay paralelismos riesgosos. Un outsider de la política que sacó moderada votación en la elección general y más del 50% en el balotaje. No logró articular mayorías legislativas y mantuvo una rígida postura ideológica, sin capacidad de armar equipos que gestionen eficientemente el Estado. A casi 500 días de su fulgurante triunfo, fue destituido y preso tras intentar disolver el Congreso. Dos politólogos peruanos, Rodrigo Barrenechea y Alberto Vergara, alertaron en un trabajo de esa época que el caso de su país y otros del continente demuestran que el peligro de vaciamiento de las democracias puede venir no sólo de la excesiva concentración del poder, sino también de su opuesto, la dilución, cuando los dirigentes no logran suficiente autoridad y legitimidad para vincular a la política con la sociedad.

Milei ha dado señales tanto de pragmatismo negociador como de intolerancia y amateurismo político. Hoy tiene la oportunidad de sentar bases de diálogo al presentar el Presupuesto 2025. Es de esperar que se imponga la voluntad de tejer consensos genuinos y transparentes, ya que la fragmentación y el bloqueo mutuo de iniciativas haría imposible aplicar políticas públicas estables para superar la crisis actual.


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