Increíble viaje en manada: se mudaron de Roca a Portugal y llevaron a sus siete mascotas
Fredy y Alejandra son pareja y su amor nació en la universidad. Se lanzaron a la aventura en plena pandemia. "Los animales son nuestra familia", dijeron. ¿Cómo lograron la odisea?.
“Es una historia de novela”. Así describe Fredy, de Lamarque, el día en que se conocieron con Alejandra, de Brasil. Fue en las aulas del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), en Roca; donde nació un amor sin fronteras.
Un instrumento que él le compró fue la excusa. “Creo que ese tambor tiene los intereses más grandes de mi vida», contó entre risas. Desde la unión de la pareja en adelante, sus caminos se volvieron una historia de amor, drama y aventura; pero no solo humana, sino multiespecie.
Él dejó su ciudad natal, Lamarque, para estudiar la carrera de Educación Musical y ella llegó a Roca en 2012, luego de haber vivido tres años en Irlanda. “Yo nunca había salido de Argentina, solo había recorrido un poco el país”, contó Fredy. En cambio Alejandra llevaba en su esencia viajar.
Sus trayectorias se unieron en la universidad de artes de Río Negro y jamás se separaron. Formaron una familia con animales que fueron adoptando y rescatando, cada cual con su historia especial. Hoy están a miles de kilómetros, “cruzaron el charco” todos juntos y se embarcaron en una odisea que les cambió la vida en Portugal.
Alejandra es muy emprendedora y juntos trabajaron en Roca hasta de albañiles levantando departamentos, poniendo pisos, haciendo rejas, pintura, durlock y así se fueron uniendo más.
La situación del país, la falta de trabajo y la pandemia terminaron siendo el detonante para empezar a pensar en rehacer sus vidas, lejos de Argentina, pero lo que jamás pensaron fue en dejar atrás a las mascotas. “Los animales son nuestra familia”, dijo Fredy.
Macarena es la primera perra que adoptaron, luego de que una persona la regalara. Luego se sumó al clan un cachorro que encontraron perdido y nadie reclamó en el Canal Grande, el “negro” Juan Carlos. María Julieta llegó a sus vidas a sus tres meses, luego de ser arrojada de un auto en la calle.
El cuarto integrante es “El Choco”, un perrito que se peleó con Juan Carlos, ellos lo curaron y se lo quedaron. Matsumoto fue quizás el más emblemático de todos. Era un perro conocido en el IUPA, porque vagaba en la comunidad educativa. Todos lo conocían.
«Él nos hizo la gamba en la obra cuando estábamos viviendo en carpas prácticamente», contó Fredy. También deambulaba por comida en las residencias universitarias. Él era un perro libre, fue tapa de un disco y actor secundario en cortometrajes de alumnos. Sus días terminaron en Portugal. El “negrito” fue el único gato que cruzó el charco.
El recorrido inició en medio de la pandemia, cuando él se quedó sin trabajo y empezó a tomar forma la idea de un viaje de ida, sin vuelta. Ya habían ahorrado algo y las razones se dieron. «Tomamos la decisión, hicimos todo el esfuerzo para poder migrar para Europa y por suerte pudimos lograrlo”, contó.
Apenas se pudo viajar en avión, Fredy y Alejandra armaron las valijas e hicieron el primer tramo para asentarse, buscar alquiler y trabajo, luego llevarían a los animales. «Vendimos todo, absolutamente todo. No queríamos volver para atrás”, comentó.
Un viaje en tandas
Llegar todos a destino y asentarse les llevó en total seis largos y duros meses. Fredy y Alejandra hicieron el traslado de los siete animales en tres tramos.
El primer viaje fue de ellos dos y empezaron de a poco. Alquilaron una habitación y sus ahorros, empezaron la búsqueda laboral. Dos meses les llevó alquilar una casa grande para poder tener a las mascotas.
Fredy consiguió trabajo y por falta de documentación no podía salir, entonces Alejandra viajó dos veces para trasladar a los animales. Pidieron ayuda, y hubo personas que colaboraron. “Las aerolíneas te dejan traer solamente dos animales por persona. Como Alejandra viajaba sola, tuvo que hacer todo un trámite (…) Y después nos ayudó en el segundo viaje un amigo que le agradecemos profundamente de por vida por eso”, contó Fredy.
Tuvieron que pagar muchas cosas. Pasajes, traslados. De Roca hasta Buenos Aires fueron en vehículo con los animales, hasta tuvieron que alquilar una traffic. Fueron doce horas de viaje.
“Una vez que llegaron a Buenos Aires, tuvo que andar con todos los caniles en un viaje de 12 horas más desde Ezeiza a Madrid”, contó. Fredy los buscó en una combi alquilada desde Portugal a Madrid, unos 600 kilómetros. “Era la primera vez qe iba a manejar en Europa”.
“Alejandra tiene superpoderes, para mí la mujer maravilla”, resumió su pareja, ya que la odisea la llevó adelante ella, casi en soledad. Alejandra fue la mentora y organizadora de toda la logística, pero para ellos no había otra altertiva, no podían separarse de los suyos.
Tierra de oportunidades
«Decidimos Portugal porque fue uno de los lugares que más se asimilaba al idioma portugués de Brasil y por la calidad de vida que nos brindaba”, agregó Fredy.
“Las oportunidades florecen, Portugal es 10 puntos para vivir, para invertir, para trabajar, para jubilarse. (…) Fue una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra vida y poder tener todas estas experiencias”.
Fredy, inmigrante argentino en Portugal.
Hoy, el rionegrino se abrió camino con su propio emprendimiento digital, trabaja como creador de páginas web para empresas, en programación y marketing.
“Así como yo tengo mi madre patria que es la Argentina, puedo tener como segunda a Portugal. La verdad es que nos está dando cosas que no sabíamos que podíamos tener. Es una tierra de oportunidades prácticamente”, cerró el joven de 35 años.
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