Una travesía inolvidable entre la nieve en un destino inexplorado de la Cordillera

Un grupo de profesionales del ski y el snowboard disfrutaron una aventura llena de adrenalina.  

En la Ruta 242 de Neuquén, más allá de Las Lajas y en camino a la Caldera de Pino Hachado, un grupo de profesionales del esquí y el snowboard se embarcaron en una aventura extrema.

El inexplorado sitio se ubica en una depresión del terreno (12 kilómetros de diámetro por 150 metros de profundidad) formada por un colapso al vaciarse una cámara magmática. Un lugar volcánico, lindante con Chile, tan imponente como inhóspito.

El grupo que representa a las marcas Quiksilver y DC Shoes tuvo la particularidad de cruzarse con cinco cóndores en la travesía que duró 10 días y estuvo liderada por el experimentado Fernando Natalucci.

Al frenar en ese lugar descubrieron el primer spot para hacer lo suyo. “Podemos armar una rampita con la pala, atamos el bungee -un elástico con soga- a la roca y saltamos el alambre con el envión que nos da salir desde la caja de la camioneta”, propuso Natalucci.

Todos aceptaron el desafío y el equipo técnico/audiovisual (el fotógrafo Julián Lausi y Tincho Campi en video) capturó las mejores imágenes.

El comienzo formal de la travesía fue en San Martín de los Andes, en Backbowls, el lado B del Cerro Chapelco con bajadas en nieve honda y sin rayar, un lugar reservado para los expertos. Al no haber medios de elevación, requiere tener un gran conocimiento de las condiciones y el terreno. Las caminatas no son menores a los 50 minutos y con la nieve hasta las rodillas.

Ya en Pino Hachado, en el Reino de los Pehuenes, fue distinto porque las motos hicieron el esfuerzo. De todas formas se necesitan conocimientos, porque la nieve tapa posibles trampas y puede desorientar a los protagonistas.

Estar en el cajón llamado Caldera es, en sí mismo, un milagro visual, dentro de un ambiente prehistórico. Suelos jurásicos que dan paso a enormes formaciones de piedra en posición vertical de la era mesozoica. Pumas, zorros, hurones, nutrias y decenas de especies camuflándose en el paisaje, con los cóndores como vigilantes de todo. Todo a la vista de las imponentes Araucarias, dueñas y señoras del paisaje. El grupo pasó las noches en domos-iglú, rodeados de 20 perros Siberian Huskies listo para las travesías.


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