El drama de un joven que estuvo detenido 6 meses acusado de un homicidio en Bariloche y era inocente

Lo imputaron como uno de los supuestos autores del homicidio de Alex Alvarado Peralta, que ocurrió el 16 de octubre pasado. Le impusieron prisión preventiva que cumplió en el calabozo de la comisaria Segunda y con arresto domiciliario. Fue sobreseído el 13 de agosto pasado.

Las horas se hicieron eternas para Gabriel Onofre Villarroel en el calabozo de la comisaría Segunda, ubicada en el Centro Cívico de Barioche. En ese espacio, de apenas 9 metros cuadrados, pasó 61 días. Durmió como pudo. Y convivió con 38 personas que pasaron por ese lugar en su misma condición: detenido. Pero nunca se resignó. Estaba convencido de que la verdad saldría pronto a la luz.

El 17 de octubre pasado, el fiscal Marcos Sosa Lukman imputó a los hermanos Nicolás y Jorge Manuel Ríos por el homicidio en riña de Alex Alvarado Peralta, que había ocurrido en la víspera, en cercanías del local bailable Los Años Dorados de Onelli y Neuquén de esta ciudad. A la víctima de 27 años la mataron de varias puñaladas.

Como los plazos procesales apremian y con las pocas evidencias que se pueden recolectar en 24 horas, el fiscal acusó además a Villarroel. El juez de garantías admitió los cargos formulados por Sosa Lukman y habilitó la investigación del caso. Además, les impuso la prisión preventiva a los tres sospechosos.

Los hermanos Ríos fueron enviados a la comisaría de Dina Huapi y Villarroel al calabozo de la Segunda.

Desde el primer momento, Villarroel alegó que era inocente. Que no había participado en la pelea. Pero tuvo que esperar hasta el 17 de abril pasado para recuperar su libertad tras pasar 61 días detenido en el calabozo de la unidad policial y otros cuatro meses con prisión domiciliaria y tobillera electrónica, para controlar sus movimientos en la vivienda de sus padres.


El sobreseimiento definitivo llegó diez meses después


El 13 de agosto pasado, el juez Ricardo Calcagno dictó el sobreseimiento definitivo de Villarroel, a instancias de la fiscalía. Los hermanos Ríos fueron condenados el 21 de agosto último en un juicio abreviado por el homicidio de Alvarado Peralta, cometido con exceso en la legítima defensa. El tribunal le impuso 5 años de prisión a Jorge y 3 años y un mes de cárcel a Nicolas, a partir de un acuerdo con el fiscal, que consintió la querella y avaló la defensa.

Cuando su abogado Manuel Mansilla, que lo asistió durante todo el proceso, le avisó que había sido sobreseído, Villarroel respiró aliviado.

Recordó esas semanas de incertidumbre y de encierro. Y sobre todo, la angustia de no poder ver a sus hijas mellizas de 8 años. Relató que su familia le tuvo que decir a las niñas que él estaba de viaje. No quería que lo vieran tras las rejas. 

Durante la prisión preventiva perdió su empleo. La empresa para la que trabajó durante 11 años lo notificó de una sanción sin goce de haberes. Después, del despido. Tuvo que vender su auto para solventar los gastos y ayudar a mantener a su familia. La madre de sus hijas (de la que está separado) y sus padres fueron su apoyo. También su pareja.


Las condiciones de detención en el calabozo


Indicó que el calabozo tiene 3 metros de ancho por 3 de largo. Afirmó que el baño es una letrina. Después de 25 días de estar arrestado y de dormir en el piso, pudo recibir un colchón y una frazada que la gestionó su familia y el abogado. Lo enviaron a la comisaría, porque en el penal de la ciudad no había lugar. “En esos 61 días entraron 38 detenidos”, recordó.

Villarroel lamentó el homicidio de Alvarado Peralta. “Me pongo en el lugar y en el dolor de la familia. Vi el sufrimiento de mis padres mientras yo estuve detenido y no me quiero imaginar el dolor de la madre de la víctima”, expresó.

Contó que entró la madrugada del 16 de octubre pasado a Los Años Dorados, porque el hijo de un amigo tocaba con su agrupación. Relató que hubo una pelea entre dos grupos y que intentó separar.


La versión que dio y que se probó en la investigación


Aseguró que se retiró del local y que no fue expulsado por los empleados de seguridad, como ocurrió con los que se peleaban. Se marchó hacia donde había dejado su auto estacionado. Y regresó. Quería saber qué había pasado. Sostuvo que hasta la fecha se arrepiente de haberlo hecho. Comentó que conocía a Nicolás Ríos y bajó del vehículo para pedirle que cesara la riña. “Le dije que se dejara de joder, que se vaya”, rememoró.

Cuando se aproxima a su auto para irse, familiares de la víctima lo señalan como uno de los agresores. Dijo que le apuntaron con un arma. Por eso, subió al vehículo y huyó. Los jóvenes que lo habían amenazado salieron en su persecución en otro auto. En la huida, se cruzó con una camioneta de la Policía. Minutos después estaba rodeado de policías, que lo golpearon con furia, lo arrojaron al suelo y esposaron. Afirmó que no estaba alcoholizado. 

“¿Qué hubiese pasado si me tiraban y me mataban esa noche? Iba a ver dos homicidios y yo muerto iba a quedar como un asesino”, conjeturó.

Dijo que quedó involucrado en esa primera etapa de la investigación porque un testigo lo señaló en la rueda de reconocimiento como uno de los miembros del grupo de los hermanos Ríos que se enfrentó con la víctima y otras personas.

Comentó que en la rueda de reconocimiento estuvo él con otros empleados judiciales. “Ellos estaban bien peinados, de camisa, corbata. Entonces, el testigo entró y al primero que señaló fue a mí, que estaba golpeado, sin bañarme”, recordó.

También lo comprometió en esos primeros días un cuchillo viejo y oxidado que hallaron en el baúl de su vehículo. Dijo que lo entregó a los peritos de Criminalística para que hagan la peritación si había algún rastro de sangre. No hallaron nada. También entregó de inmediato su celular para que lo periten y vean sus comunicaciones.

Varias semanas después surgieron pruebas en la investigación que demostraron su inocencia. Sobre todo, declaraciones de familiares de la víctima que lo desvincularon. Y por eso está agradecido.

Lamentó el tratamiento que le dieron medios locales que desde el primer momento lo tildaron de asesino. Pensó que los medios tenían en cuenta el principio de inocencia. Y observó que solo este diario informó que había sido sobreseído.  “No saben el daño que causaron”, sostuvo.


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