Femicidio de Gisela Fuentes en Centenario: el jurado popular escuchó la prueba científica
Declararon peritos, criminalistas y forenses. La situación del imputado Roberto Figueroa es cada vez más complicada.
El juez Lucas Yancarelli (de pie), el fiscal jefe García y la asistente letrada Inaudi, en el juicio por jurados por el femicidio de Gisela Fuentes. (Archivo/Matías Subat)
En la tercera jornada del juicio por jurados por el femicidio de Gisela Fuentes, peritos, criminalistas y forenses aportaron pruebas científicas que comprometieron aún más la situación de Roberto Figueroa, el único imputado por el crimen ocurrido el 1 de octubre del 2023 alrededor de las 7 de la mañana en Centenario.
En la audiencia del lunes también declaró como testigo un licenciado en servicio social que trabaja para los juzgados de Familia y la Oficina de Violencia que entrevistó a Gisela y a Figueroa en 2022, un año después de que él irrumpiera a balazos en la vivienda. Fue un hecho calcado del que ahora se está juzgando, sólo que sin heridos, y que la fiscalía archivó por falta de pruebas.
A preguntas del fiscal jefe de Homicidios, Agustín García, los peritos y expertos brindaron detalles sobre la información extraída de los teléfonos celulares de la víctima y del victimario: llamadas, mensajes, fotos, contactos. También se escucharon algunos audios. Además examinaron sus ropas.
La autopsia
Luego el médico forense Diego Marton dio detalles de la autopsia. Gisela recibió un disparo de un revólver calibre 38 largo que le ingresó por el hemitórax derecho, le recorrió el cuerpo y el proyectil quedó alojado debajo del omóplato izquierdo. Según el profesional, en segundos perdió la conciencia y en minutos murió.
En el examen del cuerpo encontró un rastro de hollín en el antebrazo izquierdo de la víctima, y especuló que pudo ser un gesto de defensa. Es decir que en el último instante, Gisela pudo levantar el brazo para intentar protegerse de la agresión de Figueroa.
El disparo, dijo el forense, fue a un metro o menos de distancia. Eso le dio pie al defensor Gustavo Palmieri para preguntar si pudo producirse durante un forcejeo.
Palmieri lo sumó a que el imputado tiene unos rasguños en el pecho. Pero Gisela era una mujer menuda y Figueroa mide 1,72 y pesa 117 kilos.
El caso tiene otra víctima, Alejandro Cabrera, quien estaba junto a la mujer cuando Figueroa irrumpió en la vivienda. Recibió un disparo que le ingresó y salió a la altura del hombro derecho.
«Gisela temía por su vida»
El licenciado Gustavo Vargas fue otro testigo de la jornada; contó que tuvo una charla telefónica con Gisela en el marco del expediente de violencia familiar. Nunca se vieron personalmente: ella no podía viajar a Neuquén; él no podía trasladarse a Centenario. A ella le faltaba un mes para que la formalizaran como trabajadora en una casa de familia.
Gisela «temía por su vida, temía que con o sin dispositivo (una tobillera), él concretara las amenazas de muerte», señaló.
«Miró mal a la hija»
También sostuvo una entrevista, esta sí personal, con Figueroa, en febrero del 2022, donde el hombre dio una versión muy distinta del «conflicto». Dijo que había tenido esa reacción (disparar dentro de la casa) porque el amigo de Gisela «había mirado mal a su hija». Por el mismo motivo le rompió el auto.
El licenciado en servicio social recordó que Figueroa se quejó porque por culpa de la tobillera «no podía usar bermudas» y era incapaz de una autorreflexión: «lo vi escasamente implicado en la trama de la pareja, adjudicaba todo a la otra persona» y a la familia de ella, que supuestamente se entrometía y les impedía vivir tranquilos.
El imputado pidió un turno en el Dispositivo de Atención a Varones, y quedó en lista de espera.
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