Don Víctor Peláez, un espíritu socialmente responsable y comprometido
"La desaparición del soldado Omar Carrasco, no fue una muerte cualquiera en un cuartel” señaló en un libro, en 2012, donde reflexionó sobre el fin del Servicio Militar Obligatorio.
Crónicas políticas de la provincia de Neuquén. Es una línea de investigación que estamos desarrollando. Voces, gestos, miradas del colectivo de la política neuquina en primera persona. Nuestros propósitos investigativos no se ciñes a nivel de dirigentes políticos, sino a la representación y las prácticas políticas barriales con especial énfasis en las mujeres militantes de diferentes fuerzas políticas.
En esta oportunidad y próximos a un nuevo mes de su partida, queremos presentar unas breves reflexiones del paso del Dr. Víctor Peláez en la política neuquina: sus primeros pasos y sus huellas como diputado nacional.
De la primera piedra al Congreso Nacional
Transcurría el año 1935 cuando Víctor con 7 años y su hermano mayor, iniciaban sus primeras travesuras en la provincia de Córdoba. En aquel entonces hacía poco había sido electo como gobernador, en representación de la Unión Cívica Radical, Amadeo Sabattini. Aún había vestigios de locales partidarios del conservadurismo y entonces habían tomado como diversión ir a tirarle piedras, hasta que los reprenden. Ya afloraba su simpatía por “la causa”, podríamos entender de la gente, del pueblo, lo popular.
En sus momentos permitidos para jugar, con su hermano, eligieron el paseo Sobremonte, a una cuadra de la casa de gobierno. A determinada hora, el gobernador Amadeo Sabattini salía al balcón a fumar un cigarrillo, a Víctor y su hermano les gustaba ir a presenciar ese momento. Sin embargo, su participación en política debería esperar, ya que para Víctor primero se tenía que hacer de una base para su sostén económico.
Dedicó su juventud a los estudios recibiéndose de médico y transcurriendo el año 1955, en momentos de la Revolución Libertadora, Víctor atravesaría los primeros golpes fue despedido del hospital, no obstante no pertenecer al peronismo. Esta situación lo llevaría a buscar nuevos horizontes, con su esposa Beatriz, anclando en la ciudad de Neuquén.
Don Víctor, se comprometió no solo con la salud, sino también con la vida política y social como dirigente político en las filas del radicalismo provincial. Fue un implacable crítico de los gobiernos de cívicos militares y de las acciones represivas contra el pueblo, como el acontecimiento de 1966 de represión a los universitarios en la tristísima ‘noche de los bastones largos’ y los gobiernos dictatoriales de la década siguiente que se plasma en su escrito “Pequeñas historias neuquinas” como miembro honorario de la Junta de Estudios Históricos de Neuquén.
Ya con la democratización, en 1983, retoma su actividad política, con una dirigencia que le esquivaba para adquiriera un protagonismo como dirigente, lo cual llegar a diputado nacional fue un largo camino, con muchas piedras y espinas por no pertenecer la Coordinadora Nacional.
El fin del gobierno de Raúl Alfonsín hizo crisis en la representación partidaria, con comités cerrados y con deudas en los servicios. Es entonces cuando un grupo de afiliados recurre a la solidaridad de Víctor para revertir esta situación.
El anuncio del presidente Carlos Menem, respecto a la privatización de Y.P.F, fue la mecha que encendió en Víctor la decisión de jugar y ponerse al frente para confrontar con las acciones políticas del gobierno de Menem. Con la premisa “Neuquén no se vende”, llegaría por primera vez a la Diputación Nacional.
El caso Carrasco
En 1994, en torno al asesinato de Omar Carrasco, se propuso como prioridad el esclarecimiento de lo acontecido. Si hacemos memoria de la historia reciente de la norpatagonia, la desaparición del soldado Omar Carrasco, no fue una muerte cualquiera en un cuartel, dado que estuvo involucrado el Ejército, en este caso el Grupo de Artillería 161 de Zapala. A 30 años de la injusticia cometida -que recibió crítica de vasto alcance y repercusión nacional- que no es la primera, ni tampoco la última donde un joven desaparece. “Cualquier persona podría haberlo asesinado pero difícilmente podría ocultar su cadáver durante un mes”.
Los jóvenes argentinos ingresaban a realizar el servicio militar obligatorio (SMO), conocida ‘colimba’, desde la Ley 4031 aprobada en 1901, en algunos casos el sorteo con número ‘bajo’ los eximia de su incorporación durante el año, año y medio en la conscripción. Con la ley se buscaba reclutar a ciudadanos varones de entre 18 y 21 años para para modernizar las fuerzas armadas en el modelo de la argentina moderna de la década del ochenta del siglo XIX. Fue creado para aumentar el patriotismo, alfabetizar e integrar a los hijos de los inmigrantes en los valores nacionales, según rezan los argumentos que justifican su instalación. Con la reinstalación de la institucionalidad democrática a sociedad comienza un debate sobre este tema, pero en 1994 el asesinato produjo las condiciones políticas y sociales para la sanción de una ley de suspensión de la obligatoriedad, entre ellos un comprometido ciudadano/político Dr Víctor Peláez con el seguimiento de la investigación y juicio, materializado en su libro “Carrasco. El soldado que hizo historia”, 2012.
Se desempeñó como diputado nacional en representación de Neuquén por el radicalismo en dos períodos (1993-1997 y 1999- 2003). En 1994 presentó con otros diputados nacionales del radicalismo un proyecto, sumado al incorporado por representes del PJ, para la derogación de la ley de SMO/1901, señalando en el debate parlamentario que “en las postrimerías del siglo XX la conscripción era una ‘carga pública’ imposible de soportar y un ‘abuso por parte del estado’ creyendo ‘ser dueño de las personas’ (Soprano, 2016). Finalmente la ley 24429 establece el servicio militar voluntario (SMV). Cumpliendo a la fecha treinta años de eximición de los jóvenes argentinos.
* Docente Universidad de Flores (UFLO) ** Investigadora del CEHEPyC/UNCo, CLACSO
Comentarios