Una barilochense subió la montaña más alta de África
Daniela Secondo aceptó el desafío de ascender el Kilimanjaro, de 5.895 metros. Dos años antes, la mujer de 44 años atravesó una cirugía de cadera.
Un año atrás, surgió una invitación tan inesperada como audaz. Poco a poco, empezó a imaginar y planificar su viaje a África. Y sus entrenamientos se intensificaron. La barilochense Daniela Secondo se había propuesto ascender el monte Kilimanjaro, en el noreste de Tanzania, el pico más alto de África y la cuarta más alta de las Siete Cumbres.
Según los registros, Hans Meyer, un geógrafo alemán, y Ludwig Purtschelle, un profesor austríaco, fueron los primeros en alcanzar la cumbre a 5.895 metros en 1889. Desde entonces, se ha convertido en un fuerte atractivo para turistas y atletas. El monte está rodeado por tres volcanes inactivos: el Shira, el Mawenzi y el Kibo. Si bien la zona suele estar cubierta de nieve, los expertos están alarmados por la pérdida progresiva de la superficie helada.
Secondo tiene 44 años, es empleada judicial y estudiante de abogacía. Diez años atrás, incursionó en correr carreras de montaña, pero siempre en la región, como la tradicional Cuatro Refugios. Reconoce que el desafío de subir una cumbre “de tanta altura” nació con la idea del Kilimanjaro.
“Un primo de mi mamá que vive en Estados Unidos había viajado a Nepal y de paseo por Bariloche, me tiró la idea de ir a Tanzania con una amiga de su país. ¿Te animás?, me preguntó”, recordó Secondo. No demoró mucho en definir el viaje.
En primer lugar, contrató una agencia especializada ya que el ascenso se lleva adelante con un equipo de 15 personas, entre guías, cocineros y porteadores. Lo que más le llamó la atención fue que “caminaban por la montaña como si estuvieran recorriendo la calle Mitre. Les consulté a los guías cuántas veces habían hecho cumbre y creían que más de cien”.
“A la vez, hay un listado enorme de elementos que no pueden faltar en la expedición: bolsa de dormir, ropa térmica y de abrigo, buenas botas de trekking, linterna frontal. En la cima estaba muy frío: entre 10 y 15 grados bajo cero”, señaló. También debió llevar un botiquín y unas pastillas para prevenir la diarrea aunque no necesitó usarlos.
El viaje duró 18 horas: tras salir de Bariloche hizo escala en Buenos Aires, San Pablo, Etiopía y finalmente, Tanzania.
El recorrido por la montaña –unos 70 kilómetros, entre ida y vuelta– se inició por un escenario de selva con un clima cálido, donde incluso se veían monos entre los árboles. A medida que subía, la temperatura bajaba notablemente. En el camino, había sectores muy rocosos aunque no era necesario escalar. Se bordeaban las piedras.
“Fue todo un desafío porque hace dos años atravesé una operación de cadera y me terminé de recuperar con kinesiología. De a poco, empecé a entrenar con el grupo Desnivel Positivo. Cuando le conté mi objetivo a mi entrenador, me preparó un plan. Subí muchas veces al cerro Otto. Fui aumentando kilómetros y desnivel y, así llegué en condiciones”, indicó.
La travesía en el Kilimanjaro comenzó un lunes, a 2.100 metros de altura. Cada día, el grupo de Secondo caminaba entre 5 y 7 kilómetros. Quizás, 10. El último día, la partida comenzó a la 1 de la mañana con el objetivo de lograr la cumbre al amanecer.
El recorrido tomó 7 días y 6 noches. Se lleva adelante paulatinamente para que el cuerpo se aclimate a la altura. Secondo aseguró que solo sintió un leve dolor de cabeza y en los últimos días, le sorprendió no sentir hambre aunque se obligaba a comer. “La diferencia de altura, de un modo u otro, te afecta”, reconoció.
Recordó que continuamente se escuchaba el helicóptero sobrevolar la zona en busca de andinistas que se veían impedidos de continuar el camino.
“Al quinto día, a mi compañera la tuvo que buscar un helicóptero porque no paraba de vomitar. Y mi compañero decidió bajar por sus medios, antes de lograr la cumbre, porque tampoco se sentía bien”, acotó.
Daniela lamentó quedarse sola, pero jamás dudó en interrumpir su ascenso. Con esfuerzo, logró los 5.895 metros a las 6.30 de la mañana cuando el sol comenzaba a asomar. En un cartel se leía “Felicitaciones”. La alegría y la emoción la invadieron.
“Había gente de todos lados (Suecia, estados Unidos, Italia, España) con la que te ibas felicitando. Personas jóvenes, mayores. Al llegar a la cima, se armaba una fila de gente para sacarte la foto tan esperada. Yo llevé una bandera argentina pero tenía tan congelados los dedos que la foto fue sin bandera”, acotó con una sonrisa.
Lo que más llamó su atención al alcanzar la cima fue un inmenso glaciar y un cráter entre tantas otras montañas. Majestuosas. Una imagen que nunca olvidará.
«El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es ‘la Casa de Dios’. Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas”. Novela “Las nieves del Kilimanjaro” de Ernest Heminway.
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