La Iglesia celebra a Santa Ana, la madre de la Virgen María: la oración a la abuela de Jesús
Su figura es venerada como patrona de las mujeres que desean concebir.
Santa Ana es una figura venerada en el cristianismo como la madre de la Virgen María y, por lo tanto, la abuela de Jesús. Aunque no hay mucha información biográfica sobre Santa Ana en los evangelios canónicos, su culto se ha desarrollado a lo largo de los siglos en la tradición cristiana.
Según la tradición, Santa Ana era una mujer piadosa y justa que vivía en Jerusalén. Se casó con Joaquín, y juntos, aunque inicialmente sin hijos, rezaron fervientemente por un hijo. Su oración fue respondida cuando Ana concibió y dio a luz a María, la madre de Jesús.
En la iconografía cristiana, Santa Ana es a menudo representada con la Virgen María y el Niño Jesús. Aunque no hay evidencia histórica definitiva sobre su vida, su devoción ha sido profundamente arraigada en la tradición católica y ortodoxa.
La festividad de Santa Ana se celebra el 26 de julio en el calendario litúrgico católico. Es venerada como patrona de las mujeres que desean concebir, así como de las madres y abuelas.
Oración a Santa Ana y San Joaquín
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.
Amén.
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