Parapente es libertad: la experiencia de volar y tocar el cielo con las manos
La libertad de volar como un pájaro se puede recrear en 20 minutos sublimes de desafío en el aire. Luis, piloto e instructor de Roca, cuenta las sensaciones de haber sacado los pies del piso más de 150 veces al año. Testimonios de vuelo.
“Desde que tengo uso de razón, volar es algo que me gusta, algo que quería lograr. Siempre supe que quería hacerlo, lo sentía, tenía ganas”, contó Luis Catalán, un hombre de 47 años de Roca. Eso que nació como un deseo profundo, como un sueño; terminó siendo el impulso necesario para elevarse de cara al cielo, para desplazarse dentro de la atmósfera.
Hizo su primer vuelo a los 18 años en ala delta y hoy es piloto e instructor de parapente monoplaza y biplaza con licencia habilitante. “Es difícil poner en palabras las emociones que provoca sacar los pies del piso. Una vez que emprendés el vuelo es como estar en el mismo lugar, pero en otra dimensión”, contó en una entrevista con Diario RIO NEGRO.
En plena travesía aparece un águila mora y se acerca para compartir su hábitat con los que su suspenden por primera vez. Lo magistral es hacer vivir esa experiencia a otros y cumplirles el sueño a quienes alguna vez en la infancia soñaron con volar como las aves.
La barda de Paso Córdoba brinda el marco, el escenario, que la mayoría ya conoce pero que pocos divisaron desde lo alto, en todo su esplendor hasta 200 metros desde el punto de despegue. “Es como pasar a otro mundo, a otra dimensión”, contó el piloto quien lleva a volar unas 150 personas promedio al año.
Luis nació en Regina, vivió un tiempo en Neuquén y ahora hace seis años vive en Roca. Está en la actividad hace casi 30 años. En todos esos años, se formó, perfeccionó y emprendió el arte de pilotear la vela y sobrevolar los más maravillosos paisajes desde lo alto.
“Para mucha gente ha sido cumplir el sueño de volar como un pájaro. Es lo más próximo, porque el parapente termina siendo la aeronave más ligera para poder volar imitando el vuelo de las aves”.
Luis Catalán, piloto e instructor de vuelo libre, en Roca.
«Mi historia de vuelo es con parapente, pero el primer año de sacar los pies del piso, literal, fue con Ala Delta”, contó. Todavía se acuerda y recrea todos los días las sensaciones de aquel primer vuelo. “Cuando sacaba los pies del piso”, recuerda la imagen y todavía hoy le causa la misma adrenalina y placer. “Volar nunca pasó a ser un trámite”, reveló, a pesar de que lleva hasta a cuatro personas por día.
La mayoría lo conoce como “Lucho” y es el dueño de un emprendimiento llamado “Escuela del Cielo” que ya lleva cuatro años de trayectoria en Roca. “Todos los días hago esto que amé siempre y vivo solamente del aire”, dijo. Hace vuelos a diario, dicta cursos, realiza viajes y participa de competencias.
Es prestador turístico y realiza los vuelos en parapente en el Área Natural Protegida de Paso Córdoba. Además, formador y capacitador habilitado en la Confederación Argentina de Entidades Aero deportivas.
Como tantos otros, el parapente es un deporte amateur que puede profesionalizarse. Existen clubes y una federación que enmarca las reglamentaciones. “No podemos volar dentro de espacios aéreos controlados, ni en parques nacionales sin autorización. Para poder llevar personas, se debe tener licencia para tener seguro”, explicó.
Durante el verano, lucho hace temporada en El Bolsón, en enero y febrero; donde tiene mucha mayor demanda. Ahora, se prepara para dar un taller de parapente biplaza en Tucumán. Y el año que viene, su destino será Córdoba y Buenos Aires. Por intermedio de la federación, organizan talleres que son requisitos para renovar las licencias.
En noviembre, el rionegrino se va a competir en Tucumán. El año pasado participó dos fechas del circuito nacional en La Rioja y Tucumán.
Los certámenes -regionales, nacionales e internacionales- consisten en un circuito con balizas, como puntos de giro. Los participantes deben hacer un recorrido de ida y vuelta a bordo del parapente, con una distancia mínima que se establece según el día. “Son vuelos de arriba de dos horas, y con distancias mínimas de 40 kilómetros”, aseguró. Así, logran un puntaje.
Relatos en primera persona: Federico y Camila
La primavera 2024 mostró un tímido adelanto de lo que promete ser con un cálido y abrazador sol que se posó sobre el Alto Valle. El lunes 22 de julio la calma se apoderó de la atmósfera, la visión fue completa 360 y el paisaje de Paso Córdoba mostró sus mejores tonos: un día ideal para volar.
Luis llevó a cuatro personas desde el mediodía hasta la tarde, quienes vivenciaron la experiencia de volar en parapente por primera vez y dos de ellas se lo contaron a Diario RIO NEGRO.
Federico Mauri tiene 42 años y es de Neuquén. Voló con su hijo Thiago de 15 años. “Siempre me gustó, siempre quise hacerlo”, empezó su relato. “La sensación de volar, de ser libre, la adrenalina, los giros, los movimientos de cuando asciende, cuando desciende, es algo inexplicable. No hay otra cosa acá en la Tierra que sea igual a eso”, aseguró Federico, todavía anonadado por la euforia de lo vivido.
Dijo que no se compara porque se vivencia la sensación de libertad. Es suave pero hay velocidad a la vez. “Da paz, se siente tranquilidad al volar. 100% recomendable”, aseguró.
“Si volaste en avión, no es igual, es otra cosa. Es la libertad, son movimientos suaves pero rápidos. Es una sensación re linda. Todo disfrute”.
Federico Mauri de Neuquén, 42 años, voló por primera vez.
El neuquino conocía el paisaje roquense, sin embargo, dijo que lo había recorrido por tierra en bicicleta y trekking. Esta vez, le tocó sobrevolarlo, una óptica totalmente distinta. “Está espectacular, es genial, muy seguro, muy bien cuidado, todo. Nada de riesgo, fue todo bien programado, no había apuro, el equipamiento es bueno”, cerró.
Otra de las primerizas ese día fue Camila, una joven de Roca, de 22 años quien conoció el deporte por medio de su pareja quien está capacitándose. La mujer no negó que tenía miedo y dijo que al principio se impresionó, pero luego logró relajarse por completo. “Yo normalmente le tengo miedo a las alturas pero no, fue una experiencia que volveré a repetir”, sintetizó.
“Mi experiencia fue relajante sabiendo lo que me enfrentaba. Súper placentero agregándole el día hermoso que me tocó y bueno, increíble la súper vista que nos brinda este valle”.
Camila, de Roca 22 años, voló por primera vez.
A cada momento el instructor le anticipaba sus movimientos, nada fue abrupto. “Lo disfruté al máximo”, concluyó.
El parapente es un deporte amateur que puede profesionalizarse con clubes. Existe una federación nacional que regula y enmarca reglamentaciones.
Seguridad y consejos: no existe el “riesgo cero” en deportes
Caminar, escalar, andar en bicicleta, en auto; hasta salir de casa conlleva un peligro. Volar no es la excepción. “El parapente tiene un peligro como lo tiene la vida misma. El riesgo aumenta o disminuye el dependiendo de quién lo hace y cómo lo hace”, respondió Luis consultado sobre los peligros de este deporte.
En sus casi tres décadas de trayectoria de vuelo mono y biplaza, Luis jamás tuvo un incidente o accidente y continúa sin antecedentes, según declaró a Diario RIO NEGRO.
“El riesgo no es cero, pero es muy medible. Al final, lo que importa, como en otras actividades de montaña, es la estadística favorable”, aseguró el instructor. Además, para Luis, la visión social también impacta. No es la misma valoración tener un accidente en el trabajo que tener uno en un parapente.
Entre las recomendaciones, asegura que lo importante para quienes quieren practicar el deporte o quienes están aprendiendo, es volar siempre con un instructor, es decir, una persona habilitada oficialmente para hacerlo; con los equipos y la formación correspondiente.
El equipo de parapente consta de tres partes principales que son cruciales: el ala o vela, la silla y un paracaídas de emergencia. Son importados, homologados, hay marcas internacionales que certifican la fabricación, el diseño, y una serie de requisitos que hacen a la homologación.
Pocos días atrás, el 17 de julio pasado en Paso Córdoba un hombre de Roca se fracturó un tobillo al hacer un mal aterrizaje, hecho que generó controversias y miradas disímiles. El damnificado estaba practicando el deporte con un grupo de personas, quienes finalmente lo llevaron para atención médica. Afortunadamente, su situación de salud no pasó a mayores.
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