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IA y 1984 de Orwell: ¿ante un nuevo Gran Hermano?

En la era actual de redes sociales y tecnología avanzada, la Inteligencia Artificial (IA) está emergiendo como un elemento determinante en nuestras vidas, facilitando desde la traducción automática hasta el diseño de itinerarios de viaje y la creación de recetas culinarias. Sin embargo, su impacto en la política no se queda atrás.

Algunos críticos plantean una preocupante similitud entre nuestro tiempo y la distopía descrita por George Orwell en “1984”, donde un gobierno totalitario controla a sus ciudadanos a través de un ente conocido como el Gran Hermano, vigilando cada aspecto de sus vidas y afectando profundamente el juego democrático y electoral.

Aunque pueda parecer un argumento de película de ciencia ficción, el uso de la IA en política hoy es toda una realidad que está transformando las reglas del juego en las campañas electorales y la participación ciudadana en los procesos democráticos. Un ejemplo significativo fue la campaña presidencial de Barack Obama en 2012, donde se utilizó el análisis y la predicción del comportamiento del electorado durante sus discursos.

Durante la campaña presidencial de Donald Trump en 2016, el empleo avanzado de herramientas de análisis de datos y IA fue crucial para segmentar a los votantes, personalizar mensajes enviados por el candidato y optimizar la distribución de recursos de campaña, elementos determinantes para su éxito electoral.

Hoy en día, a un nivel mucho más sofisticado, en Dinamarca existe un partido impulsado por IA que busca ganar el apoyo del 20% del electorado indeciso insatisfecho con las propuestas de los partidos tradicionales. Este partido utiliza algoritmos para capitalizar los intereses de los ciudadanos y adaptar sus propuestas de manera precisa y personalizada.

En Argentina, también hemos visto un aumento significativo en el uso de IA para la segmentación precisa de electores, la predicción de tendencias y la personalización de mensajes políticos. Este avance tecnológico ha captado el interés de figuras como el presidente Javier Milei, quien ve en estas herramientas un potencial enorme para la matriz productiva del país como también para mejorar la efectividad política.

En el ámbito de las campañas electorales, la IA puede optimizar la eficiencia al permitir que los candidatos dirijan recursos de manera más efectiva y adapten sus mensajes a segmentos específicos del electorado. Esto podría democratizar el acceso a la política, especialmente para candidatos de partidos más pequeños o con menos apoyo económico, como es el caso de los partidos vecinales.

Sin embargo, el avance de la IA en la política también plantea desafíos significativos y preocupaciones éticas. Una de las principales preocupaciones a nivel global es la protección de datos personales y la privacidad de los ciudadanos. Las técnicas de IA pueden recopilar grandes cantidades de datos sobre los votantes, lo que permite un perfilado detallado y genera riesgos de manipulación y uso indebido de la información para influir en decisiones electorales.

Además, existe el peligro de que la IA se utilice para difundir desinformación o propaganda política engañosa. Actualmente, las “fake news” y la desinformación son una realidad en internet, sembrando dudas y confusión entre la población. La IA puede ser utilizada para generar propaganda personalizada y noticias falsas, adaptadas a las creencias individuales, lo que podría socavar la integridad del proceso democrático y aumentar la polarización social.

A medida que la IA continúa transformando nuestra vida y nuestra política, es crucial que los actores políticos y los ciudadanos consideren cuidadosamente las implicaciones éticas y legales de su uso. Para evitar que la visión distópica de “1984” se haga realidad, debemos enfocarnos en mitigar los riesgos de la IA mientras aprovechamos sus beneficios para potenciar la transparencia, la eficiencia y la participación democrática.

A diferencia de la obra de Orwell, tenemos la oportunidad de utilizar la IA para fortalecer la libertad de expresión, combatir la desinformación y fomentar un debate público crítico y saludable.

El futuro no está escrito todavía y nos desafía a adaptarnos y aprovechar responsablemente las herramientas tecnológicas disponibles. Al hacerlo, podemos avanzar hacia una sociedad donde la IA potencie nuestra capacidad como ciudadanos informados y comprometidos, sin sacrificar nuestros valores democráticos fundamentales.

El poder está en nuestras manos para moldear cómo la IA impacta en nuestro mundo político y social, asegurando que no sea un “Gran Hermano” moderno, sino una herramienta que empodere a todos los ciudadanos hacia un futuro más justo y equitativo.

Abogada, miembro del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquen dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz.


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