Desconcierta en el municipio de Bariloche la tozudez de los conductores alcoholizados
A pesar de los controles metódicos y el endurecimiento de las sanciones los casos no bajan, a diferencia de lo que ocurre con otras faltas como el exceso de velocidad.
La retención del vehículo es una de las sanciones que reciben los infractores por alcoholemia. Además de la multa y el retiro de la licencia,. (Alfredo Leiva)
Mientras los radares y las videocámaras callejeras no tardaron en funcionar como disuasivos y lograron bajar las infracciones de tránsito por alta velocidad, los controles de alcoholemia están lejos de lograr el mismo efecto en Bariloche, donde todas las semanas se detectan entre 20 y 30 casos positivos, con fuertes sanciones, que no generan cambios.
El director de Tránsito del municipio dijo que desde hace años el número se mantiene o aumenta y que una de las conductas nuevas que han detectado es que “ahora la gente toma a toda hora”. Antes era común que las infracciones fueran exclusivamente nocturnas, pero ahora los inspectores salen con el alcoholímetro al mediodía, o a las 18 y no tardan en encontrar personas que manejan con alcohol en sangre.
Catini dijo que se trata de una conducta social difícil de explicar, consideró que el consumo bebidas alcohólicas es “altamente adictivo” y que si tuvieran detectores para las personas que manejan bajo efecto de drogas, el resultado “sería una sorpresa”. Si el municipio no los incorporó aún es por el costo, ya que el más sencillo, que identifica tres drogas, cuesta 8.000 mil dólares.
La obligación de realizar cursos sobre consumo responsable de alcohol y buenas prácticas en la vía pública y de rendir nuevos exámenes de conducción, no dan resultado, lo mismo que el retiro de la licencia por lapsos que pueden ir de los 30 a los 180 días. Las fuertes multas, que arrancan en los 340 mil pesos, con cifras que superan largamente el millón de pesos para los casos graves, tampoco disuaden lo suficiente.
En el informe municipal correspondiente al último fin de semana se indica que fueron controlados 340 vehículos al azar y 57 de ellos estaban en infracción. Del total de actas 21 fueron por alcoholemia positiva, 15 por falta de documentación, 9 por falta de licencia para conducir, 6 por “darse a la fuga” y 1 por “negarse al control”.
Basta con revisar hacia atrás para comprobar que la constante se repite, y que no hay nada parecido a un aprendizaje. En agosto pasado en cuatro semanas sucesivas hubo más de 20 infracciones por alcohol al volante, en noviembre hubo semanas de 15 y 20 sancionados. El registro marca un pico con 35 en abril del año pasado y otro de 31 en noviembre de 2022.
El municipio detalló en aquel momento que de todos los autos detenidos para control un promedio del 27% registraba alguna falta y la mitad de esa cantidad dieron positivo en el alcoholímetro.
Ejemplos contrarios
La expectativa bien podría ser otra a partir de lo que pasa con la progresión de infracciones por pasar semáforos en rojo o por alta velocidad. “La gente entendió que hay controles permanentes, con cámaras y radares, y se cuida más”, dijo Catini.
Refirió por ejemplo que cuando colocaron un primer radar sobre la avenida Costanera, en los primeros días registraron muchos autos que pasaban a 80 ó 90 kilómetros por hora. Con un caso máximo 104 km/h. El máximo permitido es 60.
Las infracciones por esa falta fueron en su momento hasta 300 al mes y ahora “no suman más de 6 ó 7”, dijo el director de Tránsito. Otro caso el el semáforo de Onelli y Moreno, también bajaron de casi 300 a no más de 3 ó 4 por semana.
Catini tiene muchos años en el tema y dijo que el problema de los automovilistas alcoholizados siempre fue igual. Las razones de la inconducta escapan a su entendimiento. “Debería bajar, pero no baja. Habría que ver desde lo psicológico. Es evidente que el consumo de alcohol es una adicción muy fuerte –reflexionó-. Uno no les puede prohibir que tomen. El problema es que conduzcan vehículos en ese estado”.
Según el funcionario, la cantidad de infracciones muchas veces podría ser mayor pero depende de otras limitaciones, como el espacio para albergar los vehículos secuestrados. El playón municipal ubicado en el barrio El Cóndor tiene lugar para unos 45 vehículos “si están bien acomodados” y nunca está completamente vacío porque algunos autos o camionetas están allí por largo tiempo porque el infractor debe acreditar la titularidad para retirarla. Así acumulan además una deuda creciente por la estadía, tarifada en 5.000 pesos diarios.
Cuando salen los inspectores, con el plan de trabajar hasta las 6 de la mañana, a veces deben levanar los operativos antes de tiempo si el playón se llena. Catini dijo que quiere implementar espacios alternativos para albergar los autos en la base de Catedral y en el kilómetro 13 de Bustillo.
El municipio también acaba de incorporar una grúa propia (siempre las alquiló) y eso permitirá ampliar los controles.
Hace un año el Concejo decidió aplicar una mayor severidad y aprobó una ordenanza de “alcohol cero al volante”, cuando hasta entonces se permitiía un límite de 0,5 g por litro de sangre. Hay también periódicas campañas educativas que encara la Mesa Seis de Septiembre, creada con ese fin específico. Los resultados son magros.
Catini opinó que lo único que queda por hacer sería copiar los métodos aplicados en otros países, por ejemplo los europeos, donde “te llegan a retirar la licencia de por vida” y además el control positivo de alcohol deriva en la detención inmediata, con penas de cárcel ara los reincidentes.
“Acá tenemos una persona que ya cayó 11 veces, a pesar de que se le retira la licencia y ya tiene tres autos retenidos -agregó-. Pero en nuestro caso la privación de libertad sería inaplicable. por lo menos desde el municipio, porque no hay una cárcel municipal. No sé si estarian dispuestos la provincia o la Nación”.
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