OPINIÓN: Tan lejos, tan cerca

El tiempo no ha pasado en vano para ninguna de las grandes bandas que reinaron en los 70, los 80 e incluso de los 90 y que aun sobreviven a fuerza de estrategias de marketing y tozudez. U2 no es la excepción. La efervescencia creativa que una vez le conocimos ha mutado en una especie de electrocardiograma plano que no parece tener ya más saltos en su haber. Lo interesante y complejo de todo este asunto es que en el caso de U2 no se trata además del declive de su popularidad, que se mantiene en constante crecimiento, sino de una exclusiva decadencia musical que a medida que se hace más y más evidente nos impulsa a recordar con cariño a algunos de sus mayores hits.

El último recital, en el estadio Rose Bowl de Los Ángeles, fue seguido en directo a través de Youtube.com por 10 millones de espectadores. Y otro millón vio el espectáculo en diferido. Sin embargo, de su flamante nuevo disco (ver nota central) «No Line on the Horizon» «apenas» si se han vendido 1 millón de copias. No puede achacársele toda la responsabilidad de este desinterés al cambio de paradigma en la industria discográfica. Hay otro elemento circundante y tiene que ver con la energía musical del grupo que a lo largo de décadas ha ido mermando.

En la memoria colectiva U2 es ahora mismo mucho más la banda que interpretaba «With or Without You» que la reciente «Get on Your Boots». Ya los foros indicaban que algo raro estaba pasando con el esperado single. Numerosos comentarios por parte de sus seguidores lo tachaban de artificial.

Pensemos en esto: «The Joshua Tree», el álbum editado en 1987, contiene además de «Con o sin ti», a dos auténticos emblemas generacionales como «I Still Haven´t Found What I´m Looking For» y «Where The Streets Have No Name». Todo en un legendario álbum que en calidad, entrega y honestidad no se volvería a repetir en la historia de U2.

En el camino hacia la gloria -y allí es donde encontramos a Bono más ocupado de su faceta política que en atender a las necesidades de su grupo-, U2 ha perdido su capacidad para reinventarse. Después de confirmar su vigencia en los 90 con «Achtung Baby» -disco que incluye «One»- U2 se salió de sus propios moldes y buscó donde nunca lo había hecho antes. El resultado llegó en 1992, con «Zooropa», el más original y atrevido disco de la banda. Su llegada marcaría un pico. De un modo osado aunque no definitivo U2 había mudado de piel. «Zooropa», que se prolongó en la famosa gira Zoo TV», contiene canciones de soberbia lírica y amplio registro rítmico y melódico, como «Stay», «Babyface» y «Lemon», más una tanda de canciones que destilan una atractiva influencia tecno-dance. Y en cierto sentido, eso sería todo.

A partir de entonces U2, como un superhéroe que ha perdido sus poderes, no ha logrado sacar afuera lo mejor y más poderoso de sí mismo. ¿Aun lo tiene? Por estos días U2 es una digna imitación del U2 original.

Todavía podemos rescatar «Discothèque» del álbum «Pop», la interesante «»Beautiful Day» de «All That You Can´t Leave Behind » y «Vertigo» de «How to Dismantle an Atomic Bomb» pero la palabra es esa: rescatar.

Existen diversos factores que sirven para entender esta realidad: los cambios en el negocio de la música, es uno de gran importancia; pero también es cierto que la ausencia de Bono en el núcleo compositivo del grupo, como un verdadero ángel inspirador, y las vidas dispersas e inconexas de The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., más los desgastantes años de rock and roll que han atravesado juntos, deben ser tomados muy en cuenta. Lejos de sí misma, U2 se acerca peligrosamente al bronce.

 

CLAUDIO ANDRADE candrade@rionegro.com.ar


El tiempo no ha pasado en vano para ninguna de las grandes bandas que reinaron en los 70, los 80 e incluso de los 90 y que aun sobreviven a fuerza de estrategias de marketing y tozudez. U2 no es la excepción. La efervescencia creativa que una vez le conocimos ha mutado en una especie de electrocardiograma plano que no parece tener ya más saltos en su haber. Lo interesante y complejo de todo este asunto es que en el caso de U2 no se trata además del declive de su popularidad, que se mantiene en constante crecimiento, sino de una exclusiva decadencia musical que a medida que se hace más y más evidente nos impulsa a recordar con cariño a algunos de sus mayores hits.

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