Menos gente, menos ventas: los números de una Feria del Libro tironeada por la política
Hoy termina la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Superó el millón de visitantes, aunque fue, según los datos oficiales, un 10% menor al del año pasado. Las ventas bajaron hasta un 40% en relación a la del año 2023.
La que termina hoy fue una Feria política, tironeada por la presencia/ausencia del presidente Javier Milei, por la medidas del gobierno, por las rispideces de una inauguración que tuvo ida y vuelta entre los organizadores, la Fundación El Libro, y el oficialismo. Fue una Feria con menos gente y muchos menos venta. Para los expositores, figura entre las de más bajos registros en sus 48 años de realización.
El domingo, un día antes del final, los organizadores dieron a conocer los números oficiales. Según sus datos, se superó el millón de visitantes: hubo “más de 1.126.000” circulando por los 42.163,5 m2de exposición durante los 19 días de la 48.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Los sábados fueron los mejores días pero, sumados a la medida de acceso gratuito (de lunes a jueves, de 20 a 22, con apoyo del Ministerio de Cultura porteño), no alcanzaron para igualar los récords de años anteriores: el resultado es casi un 10% menos que en 2023. De todos modos, en el informe que distribuyó como balance la FEL, lo consideraron “altamente positivo en este contexto”.
Los expositores a los que consultó RÍO NEGRO durante la recorrida por el predio, hablaban de una baja del 25 al 40% en las ventas. Sólo los grandes grupos, como Planeta o Pengüin Random House, pudieron exhibir números un poco más alentadores (con bajas del 10 al 12% respectivamente). Pero las editoriales más pequeñas sintieron la crisis. A eso hay que sumarle que las entradas, aún cuando había franjas de ingreso gratuito y promociones para obtener descuentos en las compras con el valor del ticket, no fueron tan accesibles: $ 3.500 de lunes a jueves y $5.000 los fines de semana. Y también, el precio de los libros, cuyo promedio osciló en los 23 .000 pesos. “La gente que antes compraba dos o tres libros, este año eligió uno”, comentaban los feriantes.
En el balance, a la baja, también cuentan que las Jornadas profesionales, de la que participan los libreros y que se realiza unos días antes de que comience la Feria, tuvo muy bajas ventas y menor asistencia, igual que la presencia de la Conabip (las bibliotecas populares), que este año redujo su presencia a la mitad (hubo 750 bibliotecas presentes) y también sus compras a la mitad (de 120 libros a 60 en promedio fue lo que pudieron comprar).
Las charlas y presentaciones marcaron récord de asistencia, con salas repletas, igual que las firmas de ejemplares. Pero este año, a diferencia de otros, brillaron más los autores locales (Jorge Fernández Díaz, Florencia Bonelli, Mariana Enríquez, Gabriel Rolón) que los internacionales. De hecho, este año no hubo tantos invitados internacionales.
La batalla cultural
La política tiñó toda la Feria. La decisión del gobierno, por primera vez en la historia, de no poner el stand de Cultura de Nación; la anunciada presencia de Javier Milei en el predio para presentar su libro por fuera de la Feria (pero en el marco de la Feria), que finalmente se pasó al Luna Park; la presentación de la biografía de Milei, de Nicolás Márquez y Marcelo Duclos, que se esperaba que fuera masiva y no alcanzó a llenar la sala principal, y las protestas de los trabajadores de Télam y Radio Nacional, marcaron la escenografía del evento cultural más importante.
El domingo, además, se hizo por primera vez un «debate de cierre» en la Feria, coordinado por la periodista Maria O´ Donnell, con los escritores Alejandra Laurencich y Martín Kohan, el diputado de Pro Hernán Lombardi y el economista del Pro, Lucas Llach. Una de las invitadas más esperadas, la ensayista Beatriz Sarlo, se ausentó por razones personales. El tema de cierre fue el que marcó el tono de la Feria, la “batalla cultural” y la pregunta de si el Estado debe financiar la cultura. Y una conclusión: la grieta, ahi mismo, no quedó cerrada.
Las principales definiciones del debate
Martín Kohan, profesor universitario, escritor y autor de libros como «Dos veces junio», o «Confesión»abrió el debate con esta frase: “Si se abriera una batalla/disputa cultural sobre el cine estaríamos discutiendo sobre cine. Políticas, lineamentos.., hablaríamos de qué cine se quiere promover o qué cine no. Pero reventar el Incaa no es una batalla cultural, es reventar el Incaa, es una arremetida contra la cultura, no una batalla cultural”
Hernán Lombardi, funcionario de Cultura durante ovcho años en el gobierno porteño dle Pro, y diputado ahora del mismo parrido, dijo: “Creo en la cultura, pero todo debe ser discutido dentro de la ley»”, dijo, y destacó la importancia de la gestión por sobre la “burocratización” de las instituciones culturales. «. También lamentó «que se haya perdido la oportunidad de que el Presidente venga a la Feria”, y les hizo reproches a Alejandro Vaccaro (que inauguró la feria) y a Ezequiel Martínez: “Lamento que las autoridades de la feria hayan perdido la oportunidad de la visita del presidente. Más allá de que yo aprecie o deteste al presidente, el rol de la cultura es presentar un escenario y que los pensadores discutan”.
también criticó el tuit oficial de la Feria que daba cuenta de la poca gente que asistió a la presnetación del libro de Nicolás Márquez, el pasado 8 de enero: “Hay un tuit oficial de la Feria del Libro donde se muestra una sala semivacía. No se puede sesgar tanto la opinión, no vale, está equivocado. Tiene que ver con cómo resuelve la batalla cultural cuando la conducción de la Feria está contra el Presidente de la Nación. Generemos un escenario donde todos discutan, ¿o como no me gusta lo que decís te critico desde el tuit oficial? Cuidemos las instituciones…”
Alejandra Laurencich, opinó que “si hablamos de lo cultural dejemos de lados los términos de ‘batalla’, ‘dominación’, ‘combate. Dejemos de hablar de batalla y hablemos de ‘necesario encuentro cultural’». Pero, aseguró: «No debe haber duda: la cultura es beneficiosa, no dañina. Un bien no se combate, se apoya y se protege. Pero ¿cómo puede defenderlo alguien que tiene que alimentarse?”
Lucas Llach, economista: «Cuando uno pide más plata para cultura pide, de hecho, menos para los demás. No mezclemos el ajuste fiscal con el recorte a la cultura, la universidad. El gasto público bajó el 35 por ciento. El gasto de universidades bajó el 25. Se está bajando el déficit fiscal y todos ponen. La universidad pone menos, no hay un ataque específico. La frazada es corta, tenés una torta, si más para uno hay menos para otro. Cuando la gente dice que esto -los gastos en cultura- lo paga el IVA de la polenta de los niños de Jujuy, esa idea está bastante bien”.
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