Críticas al gobierno de Milei: el discurso de la escritora Liliana Heker en la Feria del Libro
La destacada escritora argentina cuestionó al gobierno nacional por elegir de enemiga a la cultura y denunció el ajuste, los despidos y los recortes en comedores, salud y educación. También celebró la marcha universitaria del último martes.
«¿Tiene sentido celebrar esta nueva Feria del Libro en un país en el que, día a día, crecen la pobreza y la indigencia, hay millares de despidos sin fundamento, la salud y la educación pública están en emergencia, la obra pública fue cancelada, nuestras universidades son desfinanciadas al punto de correr el riesgo de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica y el ejercicio de la ciencia y la tecnología están siendo devastados, toda institución o medio que favorece el desarrollo y la difusión de la cultura ha sido desvirtuado o borrado, se entregan nuestras riquezas naturales y el Estado parece ausente aun en caso de epidemia?». La escritora Liliana Heker impactó con un crítico discurso social, político y cultural durante la inauguración de la 48 edición de la Feria del Libro en el predio de La Rural en Palermo, Buenos Aires.
En su discurso, la destacada escritora argentina de 81 años hizo un análisis de la situación actual, mezclando ironía, humor y agudeza.
«Aun durante la dictadura, dentro del pequeño ámbito de libertad de las cuatro paredes de mi pieza seguí escribiendo y ese trabajo y nuestra revista me sostuvieron en esa época de brutalidad inédita. Estoy convencida de que quienes nos dedicamos al trabajo creador, seguiremos encontrando también ahora nuevas motivaciones y nuevas formas de expresarnos y de estar presentes», dijo ante el público presente.
Y agregó: «No vamos a resignarnos al silencio, de eso no me cabe duda. Pero lo que quiero reivindicar hoy es una actividad aún más hermosa y democrática que la creación: quiero reivindicar la lectura».
Heker se preguntó sobre «la intención manifiesta por parte del gobierno de menoscabar o suprimir toda institución o medio de comunicación que favorezca o divulgue el conocimiento, el desarrollo científico, la creación artística y la formación universitaria». «Un intento de explicación que circuló cuando empezó a conocerse parte de estas medidas fue que habrían sido propuestas como una forma de distracción; para que pasaran a segundo plano otras medidas más pesadas, como podría ser la venta de nuestras riquezas naturales y empresas estatales, o la destrucción de la industria nacional y de las pymes en favor de los grandes monopolios. Sin duda una explicación tan ingenua solo podía estar provocada por la perplejidad inicial. O tal vez fue una manera de eludir toda asociación con la frase tan temible que se le atribuye a Joseph Goebbels: ‘Cuando escucho la palabra cultura desenfundo la pistola’”, señaló.
Heker recordó el argumento desde distintas áreas del gobierno acerca de que «estas instituciones y medios culturales se llevaban los recursos que deberían estar destinados a los niños hambrientos«. «Es sospechoso. Con solo explorar mínimamente el modo en que se financia buena parte de estas instituciones se podría advertir que eliminarlas no va siquiera a atenuar el problema del hambre. Y de acuerdo a las políticas que se están llevando a cabo, el hambre en sectores cada vez amplios de nuestra sociedad no parece ser una cuestión de interés para el gobierno. El haber dejado de enviar recursos para los comedores comunitarios resulta una prueba bastante nítida, aunque no es la única», objetó.
Mencionó una interminable cola que se formó al día siguiente de que el Ministerio de Capital Humana anunciara que cada persona necesitada podría solicitar una ración de alimentos. «Supe que nunca se atendió a nadie. Antes de que llegara a destino el primer solicitante de la fila, la ventanilla se cerró y a otra cosa mariposa. Semejante crueldad es difícil de concebir, pero ocurrió. Y yo me pregunté: ¿cómo se puede no reaccionar ante una falta tan evidente del más mínimo respeto por un semejante?», se preguntó.
También se refirió al ministro de Economía, Luis Caputo. “’La gente está contenta´, le escuché decir y me pregunté: ¿de qué gente está hablando?, ¿con qué elementos construyó una generalización tan categórica?, ¿caminó alguna vez por la calle?, ¿vio a los que duermen en las veredas?, ¿trató al menos de imaginarse la desesperación de alguien que va a un comedor comunitario para calmar su hambre y ni siquiera allá encuentra comida? ¿Habló con alguno de los que, sin justificación, acaba de ser despedido? ¿O simplemente la frase le pareció simpática y la largó sin mucho problema?”.
Consideró que, desfinanciando las universidades, desprestigiando el trabajo docente, cancelando un programa llamado “Leer aprendiendo” destinado a niños de las escuelas, cerrando centros de investigación de enorme prestigio, «lo que se intenta es negarles a estos jóvenes, a los argentinos, la libertad de elegir. Que estemos desinformados, que nos adormezcamos bajo el arrullo de invectivas, anuncios inconsistentes, insultos a mansalva y ‘ verdades sagradas´ que no admiten réplica».
Durante su alocución, Heker opinó que «no es descabellado conjeturar que la ignorancia puede tener un considerable peso estratégico» aunque arriesgó que esto no llegará muy lejos y puso como ejemplo la masiva movilización universitaria el martes pasado. «La calle, pese a la intención oficial de demonizarla, es la voz de los que no tienen voz. Y de los que no son escuchados. Y de los que queremos que, junto a todos los demás, se nos escuche», planteó y agregó: «Solo leer los carteles que llevaban los estudiantes, la agudeza y la profundidad de lo que expresaban, fue una comprobación nítida de que el conocimiento y la sensibilidad son más valiosos que los insultos«.
Señaló que el deterioro que sufre el país tiene causas diversas y «nos toca a nosotros analizarlo y dar cuenta de todo esto».
«En nuestro país, continuó, el libro importa. Y es un dato nada desdeñable. El movimiento teatral argentino es excepcional, nuestro cine es valorado acá y en el exterior, nuestros científicos son requeridos y admirados en todo el mundo, hay una literatura notable y, doy fe, siguen apareciendo año tras año nuevos y valiosos escritores, nuestros humoristas son de primer nivel, tenemos músicos y letristas admirables, numerosas editoriales y revistas independientes que se hacen a pulmón, y que, en las buenas y en las malas, publican un material de primer nivel. Pero no solo eso: es notable el sentido del humor popular, que se puede palpar en cualquier calle o en cualquier colectivo, y que muchas veces nos salva de la desesperación».
Recalcó que eso es cultura que se debe preservar. «Contamos con un hermoso capital humano para empezar a soñar con el país que queremos. No vamos a permitir que ese capital sea arrasado. Al contrario, tenemos que luchar para que se multiplique. Una buena alimentación y una buena educación, para todos, es la base. A partir de esa base imprescindible se abren los caminos. Seguramente estos libros que nos están rodeando, con sus diversos puntos de vista, con sus innumerables visiones de la realidad, tendrán algo que indicarnos», concluyó ante una ovación del público.
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