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Marcelo Rabossi: “La universidad argentina es democrática al ingreso pero elitista en el egreso”

ENTREVISTA │ Marcelo Rabossi, doctor en educación

La masiva marcha universitaria puso en el debate público no solo el presupuesto, sino también el rol de la universidad como institución, y la alta valoración que los argentinos tienen de ella. El doctor en educación Marcelo Rebossi dialogó con PULSO y brindó su perspectiva.

PREGUNTA: ¿Por qué los argentinos valoran la universidad?
RESPUESTA:
La valoración inicia en la reforma universitaria de Córdoba de 1918, cuando se define un modelo universitario cuyas características son la autonomía universitaria y el gobierno compartido entre docentes, estudiantes y exalumnos. Osea una universidad no sumisa a los dictados del Poder Ejecutivo, y representando un conjunto más amplio de voluntades y miradas. Por otro lado, en la función del Estado respecto a la educación, lo cual está muy relacionado con el modelo liberal de Roca y Sarmiento, de donde surge la Ley 1.420 de obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria. Además, no se puede separar la universidad del aparato de ciencia y tecnología, van de la mano.

P: ¿Qué función cumple la universidad?
R:
La universidad tiene tres funciones: educar, vincularse con el medio, y la investigación. Argentina avanzó en ciencia y tecnología, cuando hubo un caudal de dinero disponible y se formaron grandes científicos, y es el único país que dio tres premios Nóbel en ciencia. Esto toma relevancia hoy por la mirada sesgada, ideologizada y fanatizada del presidente, que castiga no solo a la universidad sino también al aparato de ciencia y tecnología, lo cual es un error garrafal.

La conjunción de gratuidad, acceso irrestricto y creación de universidades, tuvo como objetivo democratizar la educación universitaria. No obstante, el correlato sigue siendo una alta tasa de abandono, en especial entre los alumnos de sectores más vulnerables.

P: ¿Existe registro de otro momento histórico en que se ataque así a la universidad?
R:
Argentina tenía un panorama muy próspero y un desarrollo en varias áreas del conocimiento hasta la noche de los bastones largos en 1966, cuando el gobierno de Onganía destruye parte de ese aparato científico, a través de la expulsión de gran cantidad de científicos y docentes investigadores, que fueron tildados de “izquierdistas”. No digo que se viva una situación similar, porque ese era un gobierno de facto y este es democrático, pero hay cierta intolerancia hacia ideas que no serían las dominantes dentro del Poder Ejecutivo. La ciencia no tiene ideología, mucho menos si hablamos de las ciencias básicas.

P: ¿Cómo ve hoy la universidad?
R:
Claramente no es aquella que te describí. La Argentina ha optado por un modelo de inclusión, que implica tres políticas. Primero la gratuidad, que rige desde el primer gobierno de Perón y que hoy es una cuestión relativamente saldada, aunque ahora el tema está sobre el tapete por el ahogo financiero que están recibiendo las universidades. Segundo el ingreso irrestricto, que rige desde 1973. Por la reforma de la ley de educación superior en 2015, las universidades no pueden tomar exámen de ingreso y la única credencial que necesita el alumno es su título secundario. Tercero la creación de universidades en zonas con ciertas carencias socioeconómicas. Esa conjunción de gratuidad, acceso irrestricto y creación de universidades, tuvo como objetivo democratizar la educación universitaria.

P: ¿Fue efectiva esa política?
R:
No han resuelto de manera muy eficiente la cuestión de inclusión, sobre todo porque la democratización se da en el ingreso, pero la universidad termina siendo elitista en el egreso. Existe una altísima tasa de abandono. En el primer año de universidad, casi el 40% de los alumnos deja de estudiar. Cuando desagregás la deserción por nivel socioeconómico, resulta que el abandono en los alumnos que vienen de sectores de más bajos ingresos es 5 mayor en relación con los alumnos de sectores de más altos ingresos. Es decir que quitás los aranceles, barreras o restricciones al ingreso, y le acercás la universidad a los sectores más vulnerables, y sin embargo eso da un resultado diferente al que uno esperaría.

A diferencia de América Latina donde la relación entre público y privado es 50/50, la relación en Argentina es 80/20. Eso es lo que genera los problemas de financiamiento, más allá del recorte que está haciendo Milei.

P:¿Tiene solución?
R:
Para explicar el problema, hay que remitirse a los niveles anteriores de educación: secundario, primario e inclusive el propio hogar. Tenemos un problema muy grande en la escuela, en la calidad del capital humano que estamos formando en la secundaria, en los conocimientos y competencias que adquieren para tener éxito en su vida como estudiante universitario. Suele haber tensión entre masividad y calidad.

P: ¿Se puede tener una universidad de calidad y masiva a la vez?
R:
Sí se puede, pero la condición necesaria es que los jóvenes que se gradúan del secundario tengan las competencias necesarias para un paso exitoso en la universidad. Si no, masividad y calidad se contraponen. La educación hay que pensarla como un continuo. Por supuesto también son importantes infraestructura, profesores, y planes de estudio.

P: ¿Qué opina del ahogo presupuestario en las universidades?
R:
América Latina resolvió ese problema aumentando la cantidad de universidades privadas. Argentina no tiene ese modelo, como sí tienen Brasil, Colombia o Chile. Lo que hizo Argentina fue expandir el sector público. Mientras en América Latina tenés una paridad 50-50 entre público y privado, en Argentina tenés 80-20. Eso hizo que hoy la universidad argentina tenga problemas de financiamiento, y no solo por Milei. Casi el 90% de los ingresos que tiene la universidad va al pago de salarios, y tenés poco para infraestructura e investigación. Antes de este recorte de Milei, Argentina invirtía 0,7% del PBI. El sector universitario público de Chile, que es arancelado, representa alrededor del 1% de su PBI, pero para una cantidad de alumnos mucho más pequeña. La única solución para seguir con este modelo es que la Argentina crezca, genere riqueza y esa riqueza vaya en parte a las universidades.

Perfil

Marcelo Rabossi es Doctor en Educación (Universidad Estatal de New York – USA) y Licenciado en Economía Empresarial por la Universidad Torcuato di Tella .
Es profesor a tiempo completo en la Escuela de Gobierno de la Universidad de la UTDT e investigador visitante en la Universidad Estatal de New York (SUNY).
Ha sido Director del Área de Educación UTDT (2000-04) e investigador visitante en el Rockefeller Institute of Government, Higher Education Policy (Albany, USA).


La masiva marcha universitaria puso en el debate público no solo el presupuesto, sino también el rol de la universidad como institución, y la alta valoración que los argentinos tienen de ella. El doctor en educación Marcelo Rebossi dialogó con PULSO y brindó su perspectiva.

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