Ruta 22: el Gobierno de Río Negro ya ganó
Weretilneck lanzó la idea de provincializar el principal camino del Alto Valle. La primera reacción de Nación fue fría y obligará a gestar una estrategia efectiva.
Bienvenida la decisión del Gobierno de Río Negro de involucrarse en la búsqueda de soluciones para la conectividad terrestre del Alto Valle.
Nadie sabe todavía si la idea de “provincializar” la Ruta 22 tiene corta, media o larga vida, pero nada le quitará el valor histórico a esa pretensión, tomando en cuenta que durante los últimos 12 años las administraciones rionegrinas pasaron en puntas de pie sobre ese espinoso camino.
“Hay que ser audaces”, arengó el miércoles el gobernador, Alberto Weretilneck, invitando a explorar la posibilidad de un financiamiento privado para las obras viales necesarias en toda la zona aledaña a Vaca Muerta.
Claro que audaces sobran en el mundo de la política, por lo tanto no sería extraño que desde el Gobierno nacional tomen el guante y avancen hacia ese esquema de participación Estado-empresas, que no es más ni menos que lo propuesto por el presidente Javier Milei en el capítulo relacionado con la infraestructura del todavía vigente DNU 70/23.
Y claro que habrá quienes piensen, como en el caso de las represas, que la Nación no tiene nada que compartir con las provincias sobre la administración de las rutas, porque en su staff de funcionarios se multiplican los experimentados para negociar con el sector privado.
Algo de esa distancia sintió el ministro de Obras Públicas de la provincia, Alejandro Echarren, que habló de la idea del gobernador ante referentes de Nación en Buenos Aires, sobre el cierre de esta semana. La reacción fue lejana al entusiasmo y la sensación inicial es que habrá que desplegar una estrategia efectiva para que se avance hacia una eventual transferencia de responsabilidades sobre la jurisdicción de los caminos nacionales.
Otras opciones en danza
El debate está en sus albores, pero si llega a intensificarse, hay que advertir que la localía pesa y ofrece fortalezas a la posición de Weretilneck.
Debe contabilizarse a su favor no sólo los vínculos con las empresas, sino también con los gremios que representan a los trabajadores del sector hidrocarburífero.
Dentro de ese mundo, más concretamente en el Sindicato de Camioneros, se gestó en 2022 un proyecto destinado a construir una red de caminos para la industria petrolera, conectando las canteras de la Región Sur con el centro del Alto Valle –primero por la Ruta 6 y luego en paralelo al ducto de Oldelval, entre Roca y Allen- pero también llegando a la zona aledaña al lago Pellegrini, para contener el movimiento que actualmente deteriora sin pausa la Ruta 151.
Esa iniciativa también está pensada a partir del financiamiento privado, a través de un esquema impositivo de compensación por el uso del espacio público. Por eso en ese ámbito creen que Weretilneck no debe entrar al lodo que significa encauzar la ampliación de la Ruta 22 y concentrarse en nuevas opciones.
Sea por esa vía o por otra –Vialidad Rionegrina también diseñó un plan para mejorar las rutas de la arena– lo concreto es que la realidad impuso la necesidad de intervención del gobierno provincial.
La estadística también influyó en las decisiones. Una medición reciente realizada por Obras Públicas sobre la Ruta Provincial 65 determinó que, en tres horas, entre las 13 y las 16, pasaron 5.400 vehículos y que 500 de ellos eran camiones.
De manera que la botonera frente a Weretilneck es amplia y ofrece alternativas políticas y sociales. Puede insistir en tomar las riendas de la futura Ruta 22 y buscar el mérito de terminar esa obra eterna, aun cuando eso signifique mantener la convivencia entre autos particulares y camiones repletos de arena; o puede activar un plan B -netamente provincial- por caminos que seguramente demandarán más tiempo poner en condiciones, pero permitiendo al fin limpiar las rutas nacionales del tránsito pesado.
Por lo pronto, haber puesto los pies en el plato representa un avance significativo. Porque ya era difícil sostener la imagen de una gestión que miraba entretenida desde afuera cómo los municipios discutían con Vialidad Nacional, con los usuarios como convidados de piedra.
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