Jesús resucitado: La sentida historia de Santa Teresa y una oración para pedir su gracia
Después de las celebraciones por Pascua, una sentida historia vincula a Santa Teresa con Cristo resucitado. Conocéla acá y, también, cómo pedirle su intervención.
En contexto con la Pascua católica que se celebró hace pocos días, siempre se recuerda un hecho poco conocido de la vida de Santa Teresa con el propio Jesús. Es que la religiosa señaló que Cristo resucitado se le apareció y le dejó un importante mensaje, lo que posteriormente se plasmó en una obra de arte.
Santa Teresa compartió su encuentro con Jesús resucitado en su libro «Las moradas», también conocido como «Castillo interior», donde la religiosa considera el alma «como un castillo donde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas«.
Según sus propias palabras, Santa Teresa contó que se le apareció Cristo «con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado«. Entonces, relata ella en tercera persona, Jesús le indicó que «ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suya, y él tendría cuidado de las suyas y otras palabras que son más para sentir que para decir».
El momento místico está representado en la obra «Aparición de Cristo Salvador a Santa Teresa de Jesús», del pintor español Alonso Cano, basado en el relato de la santa en «Las moradas». Además, se menciona allí que «la aparición de Cristo resucitado a Santa Teresa equivale al matrimonio místico entre ambos».
Oración para pedirle a Cristo Resucitado
Cristo resucitado,
me atrevo a ponerme en tu presencia para que me llenes de Ti
y del gozo de tu triunfo sobre el mal y la muerte.
Creo firmemente en tu presencia renovadora,
pero aumenta mi pobre fe. Confío que eres Tú
quien me guiará en esta meditación
y en toda mi vida para vivir como un hombre o mujer nuevo(a).
Enciéndeme con el fuego de tu amor,
para que me entregue a Ti sin reservas
y quemes con tu Espíritu Santo mi debilidad
y cobardía para darte a conocer a mis hermanos.
Enséñame, Cristo resucitado, a descubrirte,
para ser un instrumento de tu amor, a buscar las cosas de arriba
y a gozar de tu presencia a lo largo del día.
Transfórmame, como a los primeros discípulos,
en un apóstol convencido de tu resurrección,
capaz de darlo todo por Ti.
Amén.
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