Jubilados de Roca se esfuerzan para poner el Centro “Michay” de pie
Después de las llamas, el equipo tiene como prioridad colocar de nuevo el techo del salón por el que pasaron tantas actividades.
“Cuando me avisaron estaba con mi hija en la chacra, estábamos invitados a comer, no lo podía creer, vos pensas ‘¿cómo puede ser? Si recién estábamos entrando [a la comisión]’… Venía todo bien hasta ahí y de repente encontrarte con eso…”. Así recordó Luis Ferrada esa siesta del pasado sábado 13 de enero, cuando supo que ardía en llamas la sede del Centro de Jubilados y Pensionados “Michay”. Referencia de trabajo comunitario en pleno barrio Villa Obrera de Roca, es la institución que este vecino se había animado a coordinar como tesorero, pero ahora se incendiaba el espacio donde cada actividad se llevaba a cabo. Desde entonces, todos los esfuerzos están puestos en levantarlo desde las cenizas.
El incendio que afectó el salón de calle Cipolletti 1040, a metros del cruce con Alsina en la entrada a Roca por Ruta 65, dejó un escenario desolador en el sitio que cobijó tantos talleres, cursos y meriendas. La trayectoria de su labor se remonta, de hecho, a 1986, cumpliendo este año su 38° aniversario. Sin embargo el contexto es complejo, si a esto se suma la incertidumbre de esa franja etarea, tras el anuncio de cambios en la fórmula de movilidad jubilatoria, que comenzará a ser actualizada por la inflación.
El panorama para los integrantes de “Michay” cada vez que vuelven a recorrer las instalaciones es desolador, por eso justamente, necesitan más que nunca el apoyo de la comunidad para recuperar lo perdido y que tanto esfuerzo costó. El techo encabeza la lista de daños, por eso es fundamental para poder continuar con las reparaciones internas luego. Desde que la noticia del fuego salió en todos los portales locales y regionales, han buscado las alternativas para reorganizarse y empezar de nuevo. No es tan sencillo como podría pasar con otros grupos, ya que algunos participantes atraviesan situaciones propias de la edad que les dificultan realizar ciertas tareas o colaborar con la reconstrucción, aunque sea al estilo “trabajo hormiga”.
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“Parece que no, pero el tiempo pasa”, dijo Luis en diálogo con RÍO NEGRO. Piensa en voz alta y saca la cuenta de que pronto se cumplirán tres meses del susto más grande que se llevaron como equipo. Si bien no hubo que lamentar heridos y han podido volver a conseguir algunas cosas, lo más grande aún falta y es lo que preocupa. Después de un bingo a comienzos de febrero, ahora estaban en tratativas con el Municipio para ver si pueden conseguir otro salón, a préstamo, para organizar una nueva jornada a beneficio.
Mientras tanto, así como las llamas los dejaron sin muchos de los recursos que usaban cotidianamente, “Chichi” Urra cree que también afectó algunos archivos, como una reseña que quiso compartir con este medio para hablar de la historia institucional y que no logró encontrar. Es en el día a día donde empiezan a dimensionar lo que desapareció bajo el hollín. Por eso ésta activa vecina, es quien a pesar de algunos problemas crónicos de salud, aportó sus recuerdos para repasar el camino que vienen transitando.
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“Michay, quien lo prueba, siempre quiere volver”, dice un panfleto para hablar de este centro de promoción y defensa de los derechos del niño/a, el adolescente y la familia. Nombre de un arbusto de la familia Berberidaceae de altura variable, que da bayas carnosas que contienen sus semillas rodeadas de una pulpa blanda y colorida, se sabe que crece en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, del lado argentino, pero también es posible verlo del lado chileno.
Apelando a la analogía con la vida de esa especie, sus integrantes valoraban en 2007 que el michay los seguía “cobijando con su sombra y sus frutos”. “Aquí estamos todos bajo sus ramas generosas: los más viejos y los pequeños, los que sueñan, los que quieren, los que se juntan para ganarle a la soledad”, manifestaron. Es que paradójicamente, el espacio sostenido por adultos mayores fue pensado, a la vez, para animar y alentar a los más chicos, después de ser simplemente el club del barrio, donde Luis colaboró tantas veces con su servicio de sonido, antes de este desafío impensado.
Así como la comisión estaba recién comenzando a reorganizar trámites y documentación, aún restaban algunos pasos para poder dejar todo en regla y, en una situación como ésta, poder recibir aportes de distintas entidades o incluso del Gobierno. Por eso, mientras tanto, convocan al apoyo de su gente. Desde esa mirada, de compartir “con mate y tortas fritas, guitarra, canto y manos en el barro”, apuestan a no quedar en el camino de las malas noticias.
“Siempre poniendo el corazón, siempre dando lo mejor, lo que usted le daría a su hijo. Esperamos seguir encontrándonos, nuestras puertas siempre estarán abiertas”,
decían en ese folleto hace 17 años y hoy con algunas canas más, se mantienen en el mismo barco.
Para quienes quieran apoyar, pueden comunicarse con el celular 2984 57-511.
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