Tan distintos e iguales: La simetría populista entre Javier Milei y Cristina Fernández
El mandatario y la ex presidenta representan dos visiones radicalmente antagónicas acerca de la cosa pública, del Estado, la economía, la política, y el mundo. El sesgo de confirmación, el manejo de la información y los resortes del Estado, y el magnetismo popular que generan, emergen sin embargo como llamativas similitudes.
“Somos tan distintos e iguales/Oh oh oh oh oh/Todos somos uno con los demás/La piedra y el río, el cielo, la flor/Todos somos uno con los demás/El lobo, el cordero, y el mismo Dios”. La prosa popular en la voz de los cantantes Axel y Abel Pintos pone a la vista una alegoría tan real como estremecedora.
Aquello que se supone antagónico, diametralmente opuesto, e irreconciliable, tiene tal vez más puntos de contacto que de conflicto. Probablemente sean incluso dos caras de la misma moneda.
La distancia ideológica que existe entre Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei, es más que evidente.
Representan dos visiones radicalmente distintas acerca de la cosa pública, del Estado, la economía, la política, y el mundo.
Pese a ello, si se observa en detalle, es posible advertir que al menos al inicio de la gestion Milei no existió un encono personal entre el mandatario y la ex presidenta.
Por el contrario, conscientes de sus diferencias insalvables, y hasta el agitado intercambio twitero de ayer, ambos tenían cierto grado de admiración mutua y se referían con respeto el uno al otro.
Lo cierto es que los matices son más que evidentes. No así las similitudes. Es mucho más sencillo el juego de las diferencias.
Sin embargo, pese a estar borrosas, las semejanzas comienzas a ser cada vez más visibles.
Centralidad natural
El termino “populista” suele utilizarse de forma peyorativa. A saber, cuando el análisis pretende encasillar a determinado personaje en el lugar del fanatismo y la demagogia.
En el terreno vernáculo, y en una interpretación forzada del significado real de la palabra, se suele asociar el término con el progresismo.
Pero si el análisis se eleva para intentar observar a la distancia, el concepto de populismo no guarda relación exclusiva con una ideología o tendencia partidaria en particular.
Se trata más bien de una manera de acercarse a la cosa pública y al discurso político. Describe a aquel espacio político o dirigente que busca montar su andamiaje discursivo y su plataforma de ideas, congraciándose con las masas.
“El modelo que plantea es incorrecto y es la base de la decadencia en Argentina”.
Presidente Javier Milei en referencia a CFK
En general, el dirigente populista goza de un magnetismo que lo hace inevitablemente atractivo. Cuando el o la líder populista aparece, se expresa en un discurso, da una entrevista, o escribe en las redes, es imposible mirar para otro lado.
El carisma del líder populista lo tiene predestinado a ocupar el centro de la escena, de forma natural.
Para evitar la tiranía de la coyuntura local, es fácil advertir que Trump en EEUU, Bolsonaro en Brasil, Putin en Rusia o Chávez en Venezuela, son claros ejemplos de líderes populistas, de un sesgo ideológico diametralmente opuesto entre sí.
“Es más que evidente que en la cabeza del Presidente el único plan de estabilización es el de la dolarización”.
CFK en referencia al Presidente Javier Milei
Con este parámetro, es factible trazar una primera simetría entre Javier Milei y Cristina Fernández de Kirchner.
Hasta la irrupción del actual presidente, solo la ex presidenta tenía la centralidad política de la que hoy goza el libertario.
La capacidad de atraer desde la palabra, de lograr la atención de todos solo con un tweet.
Grieta modelo 2024
El concepto de “grieta” fue acuñado por el periodista Jorge Lanata promediando el segundo mandato de Cristina Fernández, a fin de describir la distancia insalvable en las posturas político ideológicas de quienes adherían en aquel entonces al kirchnerismo, y quienes lo denostaban.
La idea de un enorme abismo que separaba a los habitantes de un mismo país, logró arraigarse en el ideario como descripción de época. Cristina era señalada como la representación humana de esa división.
Lentamente Javier Milei comienza a ocupar ese lugar.
No sucede a menudo. Pero cuando emerge un liderazgo tan potente como el que representa Javier Milei, de inmediato afloran amores y odios.
De a poco empieza a verificarse un “movimiento tectónico” que corre de lugar el abismo político. Milei representa hoy una grieta tanto o más profunda que la que encarnaba (o aún encarna) Cristina.
Es sorprendente ver especialistas en economía o referentes políticos que fueron muy críticos de la gestión kirchnerista, posicionarse por estos días en un lugar de opositores al gobierno de Javier Milei.
El síntoma es el mismo de antaño. Pero ha emergido a la superficie un populismo nuevo.
Conmigo o en mi contra
La construcción de un enemigo ideal contra el que luchar, es un recurso tan antiguo como el arte mismo de la política.
La quijotesca imagen de alguien al que “hay que vencer o derrotar” mediante una gesta épica, es una inflexión habitual de todos y cada uno de los líderes populistas de la historia.
El kirchnerismo hizo gala de esta práctica a lo largo de sus casi dos décadas en el poder. Primero fue el campo, más tarde los medios hegemónicos, en algún momento los fondos buitres, el juez Thomas Griesa en EEUU, y luego el Fondo Monetario.
No sucede a menudo, pero cuando emerge un liderazgo tan potente como el que representa Javier Milei, de inmediato afloran amores y odios.
Con la irrupción del espacio libertario en la arena política argentina, la épica de la lógica “amigo/enemigo” se ha vuelto a establecer con una potencia pocas veces vista.
La instalación de “la casta” como ese molino de viento que amenaza el destino de la patria, ha sido demoledoramente efectiva. Al punto de alcanzar ribetes que asustan por su vehemencia, e incluso su violencia.
El diario de Irigoyen
Es uno de los grandes mitos de la política argentina. Aquel que dice que durante la crisis que atravesaba el gobierno de Irigoyen en medio del crack global del 30’, y cuando las críticas periodísticas arreciaban, el líder radical estaba rodeado de un grupo de dirigentes que imprimía versiones apócrifas de los diarios de la época, con noticias positivas sobre el gobierno y su gestión.
Jamás se comprobó la verosimilitud de la historia. Pero la alegoría de “el diario de Irigoyen” sigue siendo igualmente efectiva.
En el Siglo XXI, los especialistas en comunicación denominan a esta distorsión como “sesgo de confirmación”. Así se define la tendencia a buscar, favorecer, o resaltar aquella información que confirma las ideas o hipótesis que existen previamente acerca de algo o alguien.
Se trata de un recurso característico de los líderes populistas. El kirchnerismo estructuró todo un andamiaje ideológico en torno a lo que etiquetaba como “medios de comunicación hegemónicos”, y desde allí se posicionó para hacer un uso tendencioso de los datos políticos y económicos.
Llamativamente, una vez llegado al poder, el presidente Javier Milei hace uso y abuso de aquello que solía criticar en el kirchnerismo.
El presidente Javier Milei hace del sesgo de confirmación un culto. En medio de la crisis política, económica y social que acecha al país, el mandatario elige utilizar varias horas cada noche para “dar like” o “retwitear” las opiniones de quienes confirman sus percepciones respecto al rumbo del país.
Al momento de tomar la palabra en primera persona para un discurso o una entrevista, el presidente prefiere resaltar la baja en la cotización del dólar, la acumulación de reservas del Banco Central, la contracción monetaria, o la mejora de los números fiscales. Todos datos que “confirman” su idea previa de que “la economía se está recuperando”.
Al hacerlo, omite otros datos certeros y elocuentes respecto al efecto que tienen las políticas que ha aplicado desde diciembre. Por ejemplo el derrumbe de la industria, que según datos oficiales de Indec cayó 12,4% interanual en enero, o la construcción que lo hizo un 21,7%.
O el desplome de las ventas minoristas medidas en cantidad, que según CAME cayeron 27% interanual en el primer bimestre de 2024, incluyendo una baja del 35,2% en las ventas de alimentos y del 45,4% en las ventas de medicamentos. O la abrupta caída de los patentamientos de vehículos cero kilómetro, que según la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA) bajó un 27,7% interanual en el primer bimestre.
Todo ello sin mencionar el furibundo recorte al salario real entre diciembre y febrero.
Resortes a discreción
La utilización de la estructura del Estado para finalidades políticas, es una de las características comunes de los líderes etiquetados como populistas. El uso discrecional de los resortes del poder para direccionar las voluntades políticas que de otro modo serían esquivas.
A Cristina siempre se le criticó la tensa relación con los gobernadores, y la forma en que la Nación “disciplinó” financieramente a las provincias “rebeldes” como San Luis, Córdoba y Santa Fe durante sus dos mandatos presidenciales, reclamos que más tarde llegaron a instancias de la Corte Suprema y se resolvieron a favor de los estados provinciales.
De la misma forma, y luego de colocar al Estado en el lugar de “una organización criminal” (cosa que ha repetido varias veces ya siendo presidente), Milei ha decidido hacerse con los recursos del sector público que preside para obtener a fuerza de “disciplina financiera” lo que no obtiene voluntariamente de parte de los gobernadores.
Esta semana y frente a alumnos de entre 8 y 16 años, el mandatario hizo una exposición cargada de consignas políticas, premisas ideológicas, autoreferencias y referencias sexuales.
Fue el día en que se cayó la Ley Bases. El presidente estaba furioso. Y en medio de una acalorada reunión de gabinete gritó: “los voy a dejar sin un peso, los voy a quebrar a todos…”.
Refería a los mandatarios provinciales.
Lo que vino luego fue el recorte de los fondos de incentivo docente, al transporte, y la retención de fondos coparticipables a la provincia de Chubut, en un claro mensaje al resto de los caudillos “rebeldes” del interior.
El corolario de ese recorrido es la convocatoria a los gobernadores para participar en el “Pacto de Mayo”, que básicamente se estructura de la siguiente forma: “si aprueben la Ley Bases tal y como fue enviada originalmente, yo les devuelvo el financiamiento”.
Adoctrinamiento
El poder que ofrece la estructura del Estado para establecer lineamientos de política, y a partir de ellos, para permear determinadas ideas en detrimento de otras, es una más de las herramientas de las que suelen abusar los populistas.
Entre las más grandes críticas que despertó históricamente el kirchnerismo, una de ellas fue la utilización de los ámbitos educativos como reductos de construcción ideológica. Espacios que en lugar de ser académicos y asépticos de política, eran vulnerados para “adoctrinar” ideológica y culturalmente a niños y adolescentes.
Los detractores del kirchnerismo hacían foco especialmente en la ley de Educación Sexual Integral (ESI), como una herramienta para el “adoctrinamiento de género”, y señalaban el “marxismo cultural” predominante en las universidades públicas.
La irrupción de las ideas libertarias venía a poner en tela de juicio justamente ese statu quo. A ofrecer “libertad” de pensar distinto, de elegir libremente el destino individual, y expresar sin restricciones el pensamiento propio.
Llamativamente, una vez llegado al poder, el presidente Javier Milei hace uso y abuso de aquello que solía criticar.
Las imágenes de esta semana durante el acto escolar para dar inicio al ciclo lectivo en el Colegio “Cardenal Copello” del cual el presidente es egresado, son una pieza de colección.
En apenas 40 minutos el mandatario hizo una exposición cargada de consignas políticas, premisas ideológicas, autoreferencias y referencias sexuales.
Allí expresó por ejemplo que “el aborto es un asesinato agravado por el vínculo”, habló de “las asesinas de los pañuelos verdes”, catalogó a la escuela pública como “una máquina de lavar cerebros”, se enorgulleció de ser anti comunista y habló de “zurditos” en referencia a dos alumnos que se desmayaron durante el acto, e hizo una referencia de muy mal gusto respecto al miembro reproductor de un burro.
Todo ello frente a alumnos y alumnas de entre 8 y 16 años.
Queda muy en evidencia que el problema que manifestaba arco de extrema derecha liberal en aquella época no era el uso y abuso del Estado y la educación pública para el adoctrinamiento.
El problema de Javier Milei, era en realidad “ese” adoctrinamiento. No tenía problemas con el adoctrinamiento en sí, si este coincide con sus propias ideas.
Magnetismo popular
La potencia de las figuras populistas, suele ser arrolladora.
Su capacidad de enamorar desde la palabra, de estructurar un hilo argumental fácilmente reproducible por las mayorías. De ofrecer una secuencia de ideas profundas pero al mismo tiempo sencillas de comprender para cualquiera.
Suele no tener lógica para analistas, especialistas, estudiosos y puristas. La atracción que genera la figura del líder o de la líder, es casi mágica. Un magnetismo popular que poco a poco logra movilizar mayorías multitudinarias.
Pese al ajuste aplicado por el gobierno y al enorme impacto directo que ello tiene sobre el salario, el consumo, el trabajo y la calidad de vida de miles de personas, Milei se siente más fuerte que nunca.
El apoyo incondicional que tras dos periodos en la presidencia de la Nación y uno en la vice presidencia sigue cosechando Cristina Fernández, es una perfecta ilustración del punto.
Pero más aún, el que logra hoy por hoy el presidente de la Nación Javier Milei.
La mayoría de los análisis resaltó desde diciembre pasado que la verdadera base de sustentación de Milei es el 30% obtenido en las elecciones de octubre, y no el 56% de la segunda vuelta de noviembre.
No obstante, pese al ajuste aplicado por el gobierno y al enorme impacto directo que ello tiene sobre el salario, el consumo, el trabajo y la calidad de vida de miles de personas, Milei se siente más fuerte que nunca.
Los datos lo respaldan. Un estudio de la consultora que conduce el politólogo Juan Courel, es revelador. El relevamiento indica que si la segunda vuelta electoral fuese hoy, Milei obtendría el 48,2% de los votos y Sergio Massa el 43,4%. Pero si las preferencias se segmentan por edad, Milei cosecha el 46,6% entre los adultos de 50 años o más (frente al 43,7% de Massa), y el escalofriante 66,4% entre los jóvenes de entre 16 y 29 años. Además, entre los votantes que solo cuentan con estudios primarios, el presidente tiene una adhesión del 57,1%.
Dato
- 66,4%
- El apoyo que cosecha Javier Milei entre los jóvenes de entre 16 y 29 años según una encuesta publicada esta semana.
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