El turismo rodante, un fenómeno que crece en Río Negro y Neuquén
Esta modalidad de viajeros se incrementó tras la pandemia, y durante esta temporada su presencia se notó con fuerza en los destinos patagónicos. ¿Cómo regular para evitar desbordes, y aprovechar este segmento en ascenso? En la nota, opinan autoridades turísticas, vecinos y ‘rodanteros’
Los rodanteros, aquellos que se desplazan con casillas o motorhomes haciendo de esa experiencia un modo de hacer turismo, se convirtieron en un fenómeno que crece. Esta temporada su presencia se hizo sentir en los principales destinos de Neuquén y de Río Negro, en los que despertaron opiniones tanto favorables como adversas. Es que, según las particularidades de cada lugar al que llegaron, alentaron controversias que obligarán al Estado a pensar en estrategias para que, en el mediano plazo, su llegada acarree más beneficios que perjuicios, teniendo en cuenta que es una modalidad que llegó para quedarse.
En la neuquina San Martín de Los Andes, por caso, las quejas se incrementaron por el uso indebido del espacio público. Por ordenanza está prohibido el pernocte en esas áreas, pero fueron muchos los que coparon esos sitios, pese a esta regulación.
En la franja costera de Viedma, la capital rionegrina, también hubo reclamos. Sobre todo en el balneario El Cóndor, dónde proliferaron estos viajeros haciendo ‘base’ en lugares vedados para la permanencia y acampe. Esto produjo denuncias de prestadores y vecinos ya que, al no existir un lugar para la disposición adecuada de las aguas grises y negras (el descarte de líquidos de uso doméstico y del contenido de los baños químicos) muchos volcaron sus efluentes en zonas de playa.
En el Puerto San Antonio Este, una de las tres plantas urbanas de San Antonio (otra localidad de Río Negro) la situación también está bajo la lupa. Con la particularidad de que balnearios como La Conchilla y Punta Perdices (ubicados a 65 km de Las Grutas por ruta 3) se encuentran dentro de un área natural protegida, que resguarda paisajes y especies vulnerables, que se degradan ante el uso intensivo.
En La Conchilla, actualmente, la extensa costa ya padece este impacto. Es que la circulación y permanencia de vehículos está pulverizando los restos de valvas de moluscos que forman un lecho sobre la arena, afectando la calidad paisajística. «La playa ya no se ve blanca» repiten los vecinos, que alertan sobre la necesidad de regular la alta presencia de rodanteros, que, en pleno enero, formaron una fila que se extendía a lo largo del balneario.
Allí, incluso, se registraron irregularidades que fueron denunciadas, como el hallazgo de casillas que particulares «fijaban» en la costa y eran alquiladas, como si se tratara de costosas propiedades a metros del mar, en lugares donde, además, la permanencia y pernocte no está aconsejada. O la detección de algunos vecinos de puntos cercanos como Viedma, que dejaban asentada su casa rodante al borde del mar al cuidado de algún lugareño, y los fines de semana regresaban a pasar sus días de descanso al aire libre.
«Hay un caos enorme, y la gente que llega piensa que puede hacer cualquier cosa, porque no está regulado, y es imposible controlar tanto desborde. Pero las consecuencias las pagamos los que vivimos en la comuna, y queremos que exista un turismo sustentable» opinó Agustín Sánchez, un prestador náutico de la villa pesquera.
«Acá, en el Puerto, el municipio puso un sector de descarga de aguas negras y grises, pero está junto al portal de acceso que creó, y no sé tampoco si ésa es la primera imagen que, como lugar turístico, tenemos que dar. Además, dejar que acampen sobre la costa y no en otro sector alejado de esa línea contribuye a impactar la playa, y afea la vista» opinó otro portuario.
Regular, no prohibir
Consultadas sobre el fenómeno de los rodanteros, las autoridades turísticas de Río Negro y de Neuquén coincidieron en la necesidad de fijar regulaciones que establezcan pautas de cuidado y ordenen el uso de los espacios naturales, pero sin fijar prohibiciones.
«El turismo es una actividad dinámica y de cambios constantes, que nos desafía a replantear y reestructurar la oferta e infraestructura de servicios. Y pese a que algunos opinan que los rodanteros no dejan ganancias la actividad en todas sus formas genera impacto económico, movimiento de personas, empleo y beneficios. Por eso Río Negro tiene todo para ser líder en este segmento, por la diversidad de los paisajes, atractivos, servicios, productos y conectividad interna. Pero hay que regular» precisó Marcos Barberis, el secretario de turismo rionegrino.
«Esta modalidad de viajeros tuvo una eclosión esta temporada. Hay mucho para trabajar y poner un acento más marcado en las Áreas Naturales Protegidas (ANP), no sólo por las zonas de acampe, sino por las descargas, así como también para prevenir incendios. Está en nuestra agenda de trabajo con los municipios, porque es un tipo de turismo que queremos tener» subrayó.
“Hoy el turista busca nuevas experiencias y no permanece en un solo lugar, sino que recorre diferentes destinos y quiere ser parte del paisaje que visita. Por eso este tipo de turismo experimentó un crecimiento exponencial en los últimos años. El incremento de “viajeros rodantes” también plantea nuevos desafíos en términos de regulación para los municipios, debido a que se debe abordar el impacto ambiental, la seguridad vial, el uso sostenible de los recursos y el orden urbano» apuntó.
«Desde el inicio de nuestra gestión (arrancó en diciembre de 2023) hemos recorrido la provincia dialogando con intendentes y prestadores sobre la llegada de estas ‘casas rodantes’. En base a este diagnóstico la Provincia les sugiere a los municipios que realicen un análisis de la demanda, planifiquen zonas habilitadas de estacionamiento, descarga de aguas y creen un marco regulatorio para su control y fiscalización» consideró Barberis.
Una visión similar compartió Sergio Sciacchitano, el presidente de la empresa estatal de promoción turística NeuquenTur.
«El de los rodanteros es un turismo que creció, sobre todo después de la pandemia, y la idea no es erradicarlo sino acompañar este fenómeno, reglamentando y definiendo lugares específicos, para contribuir a su ordenamiento. Esta modalidad está en absoluto crecimiento en el país y en el mundo. Por eso se están imponiendo, también, las empresas que rentan motorhomes. En Neuquén, San Martín de Los Andes, Villa La Angostura, Villa Traful y Junín de Los Andes son algunos de los destinos dónde más se ve el incremento. Por eso la idea es acompañar a los municipios en este desafío que impone su regulación» expresó el neuquino.
«Hay lugares, incluso, donde el rol como autoridad nos excede, como los Parques Nacionales. Allí debe haber un control absoluto de las áreas de uso público, porque son muchos los que buscan el pernocte en un lugar idílico, y con esa intención avanzan sin respetar normas, o sin medir consecuencias. Son cosas que, según cada destino, hay que trabajar de manera articulada» consideró Sciacchitano.
Por último, destacó que «como todo tipo de viajeros, producen un impacto económico, distinto al del turismo tradicional, pero impacto al fín. Es un tema que debemos abordar, y, de hecho, la nueva ley de turismo en la que estamos trabajando, moderna y aggiornada, pondrá en debate todas estas nuevas modalidades que estamos viendo crecer».
“Por el mal comportamiento de uno pagamos todos”
“Nosotros tenemos un lema, ‘hay que limpiar y cuidar los lugares en donde estamos’. Los verdaderos rodanteros somos así. Los que tienen ‘guita’ para comprar un motorhome y salen a la ruta porque sí, hacen cualquier mamarracho. Nosotros, con ésos, no tenemos nada que ver”.
El que habla con tanta seguridad es Ricardo, un cordobés de 56 años que junto con su esposa Norma, de 57, están viajando desde hace dos. Sólo regresan a su San Francisco natal para ver a sus hijos de 24 y 28, y para cargar las pilas para el próximo viaje. Ahora están instalados en La Conchilla, en el Puerto San Antonio Este, en Río Negro, junto a otro matrimonio de rodanteros que conocieron en Salta, y que en realidad es oriundo de Quilmes, el barrio del conurbano de Buenos Aires.
“La cabeza me hizo un click cuándo tuve Covid. Trabajaba de administrativo en el área de salud, y mi esposa era farmaceútica. Estuvieron a punto de entubarme, y pensé ‘de este mundo nadie sale vivo, ni tampoco se lleva nada´. Tardé tres meses en recuperarme, y ella (por su pareja) me dio el empujón que faltaba para empezar a viajar. Con el alquiler de un campo y el de nuestra casa nos sostenemos. Por eso, desde 2020, no paramos. Primero viajamos por Córdoba, y ahora por todo el país”.
El hombre afirma que deben existir regulaciones para los ‘rodantes’. “Tampoco podemos pretender parar donde se nos ocurra. La municipalidad tiene que organizar, porque se entiende que a veces el que viene en auto para pasar el día no encuentra espacio. O que tapamos la vista de los que están tras la ruta, y quisieron comprar o alquilar una casa frente al mar, y hoy sólo ven casillas”.
En la misma línea se expresó Hugo, un chaqueño de 53 años que también está parando en La Conchilla, en un micro acondicionado como motorhome, en el que viaja junto a su novia y a la nietita de ella, de 8 años.
“A veces por el mal comportamiento de uno pagamos todos. A los que acampan y ensucian o hacen destrozos hay que sancionarlos. Pero al resto, que preserva la naturaleza y es respetuoso, hay que dejarlo tranquilo. Este es un modo de vida, y es la nueva forma de viajar” sentenció.
Él y su pareja también están ‘en ruta’ desde hace tiempo. Ella tiene casa en San Luís, en Potrero de los Funes, y Hugo vendió todo para armar su rodado. “Ahora estamos viendo si seguimos el viaje o pegamos la vuelta, por la nena. Pero si puede arrancar las clases en modo virtual, vamos a seguir viajando un tiempo más” aseguró.
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