«Patea para el otro lado»

La distinción entre “machos” y “putos” que subyace en los cánticos de cancha tiene que ver con aquellos grupos que “no encajan” en el modelo de narcisismo de masculinidad.

Redacción

Por Juan Manuel Landín

Patea para el otro lado, remite a la expresión de gol-en-contra o autogol, pero también remite a un homosexual.

Aún hoy, en el mundo del fútbol profesional, la homosexualidad, parece ser vivida como una amenaza (que se toma como certeza) que el narcisismo va a ser atacado. La homofobia no deja de expresar la amenaza y el pánico al dolor narcisista.

Llámame por tu nombre, reza el nombre de una película italiana. Una historia de amor entre un joven músico y un colega de su padre. El título del largometraje remite al momento de fusión del enamoramiento, de la “completud”. Un solo ser, llámame por tu nombre así contestaré; me sentiré convocado a mi ahora, a esa función de completud narcisista.

En el ambiente del fútbol, históricamente ha abogado por el discurso del nosotros contra ellos, propio de la competencia, de la rivalidad, pero que también encaja en la lógica del narcisismo. Ese es el encuadre de la dinámica del deseo de triunfo, de la derrota del rival. El cuidado del narcisismo, del nosotros, de lo nuestro, de mi club, mi hinchada.

Lo identitario de la identificación que se da en esos ambientes, en donde todos cantan al unísono la canción de la hinchada, todos gritan y se abrazan con el gol, todos insultan al árbitro, o al rival. Todos son uno, todos son la hinchada, todos son el club. Lo otro, es el rival, el enemigo, y muchas veces el fervor de la defensa de ese narcisismo conlleva a que se diluyan (en el mejor de los casos por un breve período de tiempo) los límites que contienen la violencia cívica, y el respeto por el otro, por lo ajeno, la aceptación como válido de lo diferente.

No es difícil de ver esto en los enfrentamientos entre hinchadas, o inclusive entre facciones de esas mismas hinchadas. Los hechos de violencia que se vieron en los últimos enfrentamientos entre argentinos y brasileños, en territorio extranjero da cuenta que es una realidad que no es sólo Argentina.

Volviendo al foco que me convoca, la violencia homofóbica. Esa violencia que se hace evidente en los cánticos de cancha.

El “folklore” ha empezado a ser mirado más en detalle. Siempre ha sido catalogado de “folklore” el cántico que pone de manifiesto la rivalidad entre los clubes, y hasta en las hinchadas. Muchas veces distintas “facciones” de las hinchadas de enfrentan y ponen de manifiesto esto en los cánticos amenazantes que se vuelven cada vez más violentos. Esa violencia se va expresando no sólo a través de amenazas, sino también por el tinte discriminatoria.

“Ya todos saben que la Boca está de luto, que son todos negros pu… de Bolivia y Paraguay”

“Vos vas a cobrar River, sos un cagón, esos no son los Borrachos, son los pu… del tablón”.

La distinción entre “machos” y “putos” que subyace tiene que ver con aquellos grupos que “no encajan” en el modelo de narcisismo de masculinidad. Está mucho más centrada en modelos de poder, pero encuentran su expresión a través de frases que remiten a la orientación sexual, pero sin embargo ese es el nombre que se le da.

“El aguante y el respeto están directamente vinculados a la masculinidad entre los barras. El aguante es un atributo de los ‘machos’. Pelear y resistir sin temor son cualidades de los ‘verdaderos hombres’. La violencia -expresión y prueba de una masculinidad aguantadora- ordena un conjunto de sentidos: los que se ‘paran’, los que tienen ‘huevos’, los que no ‘corren’, son la contracara de los cobardes, definidos como ‘cagones’ o ‘putos’”.

Así lo define José Garriga Zucal (Doctor en Antropología Social de la UBA) en el adelanto de su libro “La era del aguante: barras, hinchas, violencias y muertes en el fútbol argentino”.

De manera generalizada, en la Argentina se designa como “puto” al homosexual, pero las concepciones de las barras son más complejas, o más específicas. Señalar como puto al que no tiene aguante no remite a su sexualidad, sino a su comportamiento social según los parámetros grupales. Puto tiene menos que ver con la homosexualidad que con el poder, con la dominación.

En los últimos años, distintas figuras del deporte empiezan a poder levantar la mano y la voz en lo que respecta a salud mental de manera mucho más explícita y creciente. La sexualidad es un tabú que aún no se ha podido romper de manera global.

El 19 de febrero se homenajea a Justin Fashanu, el primer futbolista de elite en reconocer públicamente su homosexualidad, y sigue habiendo un largo camino por recorrer, ya que sigue siendo un tabú en el fútbol. Fashanu se suicidó después de haber sido acusado de abusar de un menor. Poco tiempo después de su suicidio se informó que la denuncia era falsa.

En febrero de 2021, un grupo de más de 800 jugadores y jugadoras alemanes ofrecieron una declaración publicada en la última edición de la revista 11 Freunde (“11 Amigos”), en apoyo de compañeros homosexuales que quisieran hacer públicas sus orientaciones sexuales.

“En 2021 sigue sin haber un solo jugador activo que en las ligas profesionales masculinas. El miedo a ser marginado y hostilizado parece seguir siendo tan grande que los jugadores gays creen que tienen que ocultar la declaración”, se señala en la declaración.

En noviembre de 2021, el australiano Josh Cavallo, internacional por su país, confesó públicamente su homosexualidad, y a principios de 2022, en España, el jugador checo Jakub Jankto hizo pública su homosexualidad, convirtiéndose en el primer futbolista de La Liga española (aunque ahora juega en Italia), en hacerlo.

El respeto por la intimidad y orientación sexual de los futbolistas es posible. Requiere de una concientización y un trabajo de parte de todos los miembros del ambiente del fútbol.

El narcisismo no debería ser un obstáculo, sino las bases para reconocer las diferencias que se respetan y asumen. Lo diferente como amenaza no habilita al enfrentamiento y la caída del tabú de la sexualidad.

De la misma manera que las canciones de cancha se cantan en masa, es la masa la que debe hacer caer el tabú. No es un trabajo sólo de individuos, es una tarea que compete a toda la población del fútbol. El tabú se rompe en masa, por la suma de individuos.

Miembro de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires

MN 42898


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