Historia de fuego: Daniel el radioperador, pieza clave en el combate contra el incendio en Parque Nacional Los Alerces

El foco de incendio en Parque Nacional Los Alerces se desató el 24 de enero. Desde ese día hay cientos de brigadistas abocados a la tarea de extinguirlo. Pero también radioperadores, un rol clave a la hora de apagar un incendio.

El cielo tapado por humo, en verano, ya no sorprende a los vecinos de la cordillera. Por estas hora según corra el viento, en el cielo prevalece humo del fuego sobre la Ruta 40 en La Rinconada, o del incendio en Parque Nacional Los Alerces que se reactivó y ya lleva cerca de 6 mil hectáreas quemadas o del fuego en la zona el Brazo Tristeza en Parque Nacional Nahuel Huapi. Año tras año hay brigadistas, bomberos y personal capacitado que dedican días y semanas para extinguirlo. En esta nota te contamos la historia de Daniel, radioperador, pieza clave para combatir incendios.

“Mirá, hoy subieron, déjame que me fije”, Daniel Catalán bucea en su computadora, abre el sistema donde registran quienes trabajan en la cuadrilla, cuanto combustible queda, cuántos móviles hay, “pará que esto anda lento”, paciente, espera que el sistema le responda, “a ver, a ver”, a 30 kilómetros de su oficina el fuego del Parque Nacional Los Alerces brama, quema y arrasa, “creo que ahora sí”, desde la ventana ve humo pero no tanto como otros días, el viento hoy corre para la zona de Esquel y eso aclaró el cielo, “si, ya está, hoy a las 6 de la mañana me reportaron que subió personal, de acá de la Brigada de Trevelin , 9 combatientes y dos radio operadores”.

Daniel Catalán trabaja desde 2006 en el Servicio Provincial de Manejo del Fuego en Chubut. Él y sus tres compañeras son una pieza fundamental en el combate contra fuego de la magnitud que se vive en Parque Nacional Los Alerces. Arriba de su escritorio tiene una pantalla. Ahí ve cómo el fuego se expande. Cómo pasó de quemar 600 hectáreas en los primeros tres días a 2.474 en solo una semana. La imagen satelital, le marca con rojo furioso, los puntos calientes del fuego.

De afuera, la sala de Comunicaciones e Información no dice mucho: techos a dos aguas de chapa negra, madera y piedra como cualquier oficina de la cordillera. Pero adentro, sí que está el encanto. No hay pisos de mármol, ni columnas bañadas en oro, está la radio, el dispositivo que les permite comunicarse con las 13 brigadas distribuidas en la zona cordillerana chubutense.

Daniel y sus tres compañeras de trabajo recolectan información: desde los partes diarios de cada brigada, hasta la cantidad de personal que trabaja en cada jornada, desde la disponibilidad de recursos, hasta la cantidad de combustible que hay para usar. Toda esta información la cargan en un documento para que jefes y responsables de administración, compras y logísticas puedan adelantarse y prever las necesidades que el fuego demande. “Nuestro trabajo”, explica Daniel, “es mantener toda esa información fluyendo constantemente y lo más actualizada posible para que en el incendio no falte nada”.

Dicen que el fuego es como un animal difícil de domar. No se puede anticipar a ciencia cierta su rumbo. Relincha, devora y deja rescoldo. En el Parque Nacional Los Alerces se estima que inició por acción humana, que hubo una intención de prender la primera chispa. El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, se aventuró y señaló a un vecino. Desde la comunidad Paillako Futalaufquen Meu denunciaron que eso forma parte de una campaña antimapuche. Claro, aun no hay indicios certeros de tal acusación. Es por eso, que ayer arribaron peritos de la División Investigación de Siniestros de la Policía Federal Argentina e “Ivar”, un perro especializado en detectar combustible, para determinar las causas del incendio.

El fuego comenzó el jueves por la noche en la zona de Bahía Rosales. Eran dos focos, pero se expandió tanto que los unió. Las llamas  avanzaron, quemaron arbóreas, ñires, lauras, cañas cohiue y lengas. El epicentro de la base operativa se estableció en la Brigada de Incendios de Parque Nacional, pero desde un comienzo, antes que las llamas toquen suelo de Chubut, se sumó el servicio provincial en el que trabaja Daniel.

Ahora, al mediodía, sentado en su escritorio Daniel recolecta información de los índices de peligrosidad del incendio. Cada brigada tiene su cálculo, y se lo envía a Daniel para que desde allá pueda, de manera procesada a través del análisis de variables meteorológicas como  temperatura, humedad, viento y lluvia, medir si el índice es bajo, moderado, alto, muy alto o extremo. Esos datos, se los pasa al área técnica y al jefe del servicio para que estén al tanto de la situación que enfrentan.

Daniel repasa los datos del incendio “El centinela” y su compañera de turno, al costado, carga similar información pero del incendio “La estancia”, registra: 17 personas del Servicio Provincial, del Splif (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales)  de Río Negro, de Bomberos voluntarios y del personal del ferrocarril.

“A cada incendio se le pone un nombre para identificarlo, es una referencia”, explica Daniel, al incendio en Parque Nacional Los Alerces lo nombraron Centinela, “porque hay un arroyo que se llama así, ahí donde nació” y al que se desató por el paso de la Trochita al viajar cerca de El Maiten lo llamaron la estancia, “porque es dentro del campo de una estancia”.

La radio es una pieza clave en la logística. Es la encargada de transmitir información en el parte de las 6 de la mañana, y en el del mediodía. O incluso actualizar información de circunstancias que puedan suceder en el operativo: que se rompa un móvil o una motosierra, que falte combustible, que haya algún accidente. O incluso, si les solicitan los medios aéreos pueden comunicarse y despachar la nave. Les dan la ubicación y comunican del jefe de cuadrilla que trabaja en el terreno para que les indique dónde, en qué lugar, hacer el lanzamiento de agua. En caso de accidente, tienen los datos importantes del personal como el grupo sanguíneo de quienes están en la línea.  “Por más que estemos cerca del fuego, la comunicación cuesta”, explica Daniel, “falta equipamiento y los equipos que tenemos son muy viejos”.

Daniel tiene 41 años, en 2006 ingresó a su trabajo por haber ganado el concurso, aprobó la prueba física y escrita para ser combatiente. Primero trabajó en la línea, pero después el servicio necesitó de un nuevo radioperador. Así fue como terminó en la oficina, detrás de la radio. Hoy es delegado sindical de la Brigada de Trevelin y si de algo sabe es de las condiciones de trabajo. Paciente y cauteloso, enlista: “las antenas están sin calibrar, hay muchas que no están declaradas, el cablerio no se puede tocar, es viejo, al moverlo se rompe y se cortan las comunicaciones, es necesario”, concluye, “renovar todo el equipamiento”.

“Hace un tiempo”, cuenta, “se intentó hacer una compra de equipos handies  pero nos dijeron que no estaban entrando al país y que eran importados. Por esa razón, no se pudo realizar la compra, no había ningún proveedor que pueda tener la cantidad disponible para el servicio”.

“Y también ahora”, dice, “estamos evidenciando que con este gobierno de Torres han habido ingresos a dedo de un montón de personas al servicio, gente que no ha rendido, que no ha cumplido con lo que hemos tenido que hacer nosotros para entrar”.

“Le ponemos la mejor al trabajo porque nos gusta, pero más allá de eso, nosotros somos trabajadores”. Antes de que se desate este incendio, desde la brigada de Trevelin venían realizando paros, retención de tareas y pedidos de aumento salarial. Claro, los $320 mil pesos que cobran al mes no les alcanza. “Esta situación es angustiante”, dice Daniel, “el Gobierno provincial ahora cerró la paritaria con la conducción del sindicato y nunca nos avisaron. De repente, de la noche a la mañana, nos enteramos que habían cerrado la paritaria en Rawson, que nos habían dado un aumento de solo 30% y encima en tres cuotas”.

“No nos satisface para nada”, resopla Daniel, “en el mes de marzo vamos a estar llegando más o menos a los $400 mil y no sabemos cuánto va a costar la canasta familiar, que hoy está arriba de los $600 mil”.

El trabajo que hace Daniel es clave para combatir un incendio y  conservar el bosque. Pero también para anticiparse a las consecuencias del cambio climático. Nunca había visto que los incendios se expandan tan rápido, y eso que tiene experiencia en el trabajo con el fuego. Todos los años, desde diciembre a marzo le toca trabajar en la época alta de incendios. “Ahora el fuego empieza antes y avanza de una manera que no tenemos los equipamientos para hacerle frente. Los gobiernos tienen que empezar a tener en cuenta la información de los índices, los estudios que se hacen en el terreno, los testimonios de los que están ahí laburando y apagando el rescoldo”, y concluye, “eso una responsabilidad política”.  


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