Escuelita VIII: reanudaron las audiencias contra el juez y fiscal acusados de ser parte del plan de la dictadura
Pedro Duarte y Víctor Ortiz están acusados de ser parte del plan de desapariciones y torturas durante la dictadura. Comenzaron las declaraciones de testigos expertos, como Pablo Bohoslavsky. Hijos y esposas de desaparecidos describieron el desaliento por la falta de respuestas ante los habeas corpus.
«No afloje», le dijo la madre de Plaza de Mayo Inés Rigo de Ragni a Juan Manuel, hijo de Miguel Angel Pincheira (desaparecido) cuando se cruzaron en la sala repleta de público el jueves, durante la reapertura del juicio contra el ex juez Pedro Duarte y Víctor Ortiz (ex fiscal), acusados de dar cobertura judicial para el plan de desapariciones y torturas en el Alto Valle a partir de 1976.
Con 37 grados, pasadas las 18 tras el inicio de la primera audiencia y luego de tres horas del primer testimonio de Dora Seguel (sobreviviente de los centros clandestinos de la dictadura) Inés Ragni y Lolín Rigoni se retiraron a paso nonagenario del Tribunal Oral Federal, cuando Juan Manuel ingresaba al recinto.
Inés no pudo con su genio y en el cuarto intermedio antes del segundo testimonio, le recomendó al tribunal que tenían la oportunidad de hacer justicia por Miguel Angel, que no volvió después del secuestro en Cutral Co el 14 de junio de 1976. Un grupo de oficiales y suboficiales de inteligencia, liderados por Alberto Farías Barrera y Jorge Molina Ezcurra, se lo llevaron de la U6 de Rawson el 4 noviembre y aún no se conoce su destino.
Su hijo Juan Manuel contó en la sala que después de la adolescencia, supo que era hijo de un desaparecido. Los testimonios de la brutalidad de los hechos del operativo Cutral Co se escucharon otra vez en el recinto, con una nueva composición del tribunal. La jueza María Paula Marisi presidió. También estuvo en la sala el vocal Alejandro Silva, en tanto el juez Sebastián Foglia siguió los testimonios por videoconferencia.
El resultado de las presentaciones judiciales y hábeas corpus tras los secuestros fue el centro de las preguntas de acusadores y las defensas; porque ya hubo condena en juicios anteriores de lesa humanidad, por los casos presentados. Duarte, también desde videoconferencia, tomó apuntes.
La esposa de Carlos Cháves, Mabel Durán, describió que nunca fue atendida por el juez o el fiscal por las presentaciones que su suegra, Angelita de Cháves, hizo en el juzgado. Tampoco hubo allanamientos de los lugares descritos en donde se ubicaban los secuestradores. «Cada vez que regresaba (de Neuquén) mi mamá, llegaba sin respuestas», describió Dora Seguel, sobre las presentaciones que se llevaron a cabo para conocer qué pasaba con Arlene, a quien escuchó en el centro clandestino de Bahía. Detaló la amenaza de Farías Barrera en el comando para que su madre, Flora Betancur, dejara de preguntar.
«El código procesal penal, quedó intacto, nunca se derogó», destacó en la segunda jornada Juan Pablo Bohoslavsky, especializado en el rol de los civiles y de la Justicia en Argentina durante la dictadura. Habló de los jueces que eran «cómplices militantes» y los «cómplices banales», que con la excusa de la falta de respuestas positivas de las autoridades militares, cerraban expedientes de a cientos, sin pedir testimoniales ni hacer allanamientos o entrevistarse con sobrevivientes. El 14 de febrero, en las próximas audiencias, habrá más testigos de concepto en la continuidad de las audiencias.
Las desapariciones ruidosas
«La desaparición de Esteban se mantuvo como hecho noticioso durante más de un mes, salía en Clarín, en Río Negro, en el diario de Neuquén y en las radios, en los despachos de colegas que habían organizado» esa modalidad de resistencia tras la desaparición, destacó María Teresa Oliva, trabajadora de prensa, secuestrada con su esposo el corresponsal de Clarín el 20 de julio de 1978. Ella fue abandonada en las inmediaciones de Chelforó y tras buscarlo en todas las dependencias y formalizar hábeas, emitía comunicados que se publicaban en DyN y medios regionales, aun con breves líneas que decían que los militares no sabían del destino del periodista.
Dora Seguel destacó que el militar que internvino la intendencia de Cutral Co, organizó una cena con comerciantes de la comarca donde ampulosamente acusó públicamente a las hermanas Seguel de habían sido detenidas porque querían poner bombas en la destilería o en Gas del Estado, según los comentarios de un proveedor a su padre José. «Se hacían hábeas para que los que las tenían, las hicieran aparecer», dijo Dora.
Las modalidades informales y formales de publicidad de los secuestros se buscó en los testimonios para derribar los dichos tanto de Duarte como de Ortiz, que aseguraron haberse enterado del plan criminal y de los operativos de los militars, con el juicio a las Juntas, durante el regreso de la democracia.
«Cuando salió la noticia de que Mónica Morán -artista desaparecida– fue muerta en un enfrentamiento en Bahía, dijimos que estaba en el mismo lugar que Arlene, que Susana Mujica y Alicia Pifarré, que cantaba loncomeos de los Berbel en el centro clandestino: ahi le dijo Farías Barrera a mi mamá que me hiciera callar o iba a sufrir la misma suerte que Arlene, que no aparecía», recordó Dora.
«La última vez que lo vi, fue cuando se lo llevaron de la casa. Fue como si se lo tragara la tierra», dijo Gladis Durán de Cháves sobre su esposo. Por testimonios de otros sobrevivientes fue visto en la comisaría de Cutral Co, en la U9 y en la Escuelita de Bahía. «Mi hija se reconcilió conmigo y su padre, después que vino a testimoniar en los juicios, porque nos echaba la culpa de haber ocultado cosas, y en las audiencias, cuando fue escuchando otros testimonios, tuvo otro panorama», sostuvo.
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