Científicos de la Patagonia: «hay una degradación de la ciencia en materia de política pública»

Desde el Centro Científico Tecnológico “Patagonia Confluencia” advierten su preocupación por los lineamientos estratégicos definidos por el gobierno nacional.

La Patagonia es tierra de ciencia. Hay quienes investigan la contaminación que generan los agrotóxicos en el subsistema agrícola, quienes analizan materiales para la industria petrolera, o quienes exploran las dinámicas urbanas y la construcción de identidades. “Hay decenas y decenas de investigaciones”, explica Joaquín Perren director del Centro Científico Tecnológico Patagonia Confluencia, “desde las más básicas cuyos efectos no son palpables en el corto plazo, hasta otras que funcionan a partir de la vinculación con actores concretos en los territorios”.

El CONICET es el principal organismo científico y tecnológico del país. Tiene anclaje territorial en 13 centros científicos tecnológicos. Uno es el que emplaza la provincia de Neuquén, Río Negro y La Pampa. Es el llamado Centro Científico Tecnológico “Patagonia Confluencia” (CCT) compuesto por siete institutos: cuatro radicados en Neuquén (Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas; Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales; Centro de Investigaciones en Toxicología Ambiental y Agrobiotecnología del Comahue y el Instituto de Investigación en Tecnologías y Ciencias de la Ingeniería); uno en Río Negro (Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología) y dos en La Pampa (Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa y el Instituto de Estudios Históricos y Sociales de La Pampa).

La sede está ubicada en Alta Barda, en Neuquén. Fue inaugurado tres días antes del balotaje en el que ganó Javier Milei la presidencia de la Nación. Antes dependía de Bariloche, pero desde 2019 se independizó. Cuenta con 500 investigadores e investigadoras, becarios y becarias, personal de apoyo a la investigación y administrativos. Joaquin Perren es el primer director que concursó y ganó. “Ahora sí estamos listos para salir a la cancha, pero”, aclara, “en este contexto tan luctuoso”.

Desde el instituto, tras una reunión plenaria de directores/as y vicedirectores/as de las unidades ejecutoras, lanzaron un comunicado para advertir su preocupación por los lineamientos definidos por el gobierno nacional para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

“Uno de los aspectos complejos que nosotros vemos para este 2024 es en términos de organigrama”, explica Perren, ”desaparece el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación ”. El científico se refiere a la nueva estructura planteada por el gobierno de Javier Milei. El CONICET hasta su asunción dependía del Ministerio de Ciencia, al igual que la Agencia de Innovación. “Nosotros ahora dependemos directamente de Jefatura de Gabinete y tenemos un control tutelar de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología”, asegura. Por control tutelar se refiere al control presupuestario que dependerá del Secretario de Innovación. “Nos parece discrecional, desaparece la autonomía del organismo», advierte.

Perren no da rodeos: “hay una degradación de la ciencia en materia de política pública. También hay una problemática muy aguda en términos presupuestarios que se replica el presupuesto 2023 para 2024. Eso implica dificultades para mantener toda la estructura del CCT Patagonia Confluencia, y el nuevo edificio sumado al contexto de que las tarifas crecen, los servicios de limpieza y vigilancia también”.

En términos generales la proyección que hace Perren es la siguiente: por el lado de los gastos de funcionamiento el presupuesto que tienen para este año “alcanza para unos pocos meses, estamos en modo supervivencia”. Y el destinado a becas y salarios, que comprende el 97% del presupuesto de CONICET “alcanzaría tan solo para mitad de año”.

Respecto a las convocatorias 2023, cuyos resultados van a ser publicados el 12 de enero, saldrán, advierte Perren, con una nueva cláusula: “solo la conocían los investigadores más viejos que la habían vivido en la década del 90. La cláusula palabras más, palabras menos, es que se aprueba la beca pero su adjudicación queda sujeta a presupuesto. Mientras no haya presupuesto, no se adjudica la beca”.

El problema, advierte Perren, es que desde que se gana la beca, hasta que se produce la adjudicación pueden pasar varios meses y “esa persona  va a mirar otros trabajos y probablemente la perdamos como recurso”. Lo mismo, dice el director del CCT, puede suceder con las promociones.

Perren hace énfasis en un punto: las «becas prórrogas» o «becas puente» instancias en las que el CONICET tenía la tradición de otorgar para suplir el desfasaje de meses entre convocatorias «desaparecen”, explica: “va a haber mucha gente que va a quedar colgada por varios meses y puede suceder que esa gente desista a obtener esa beca y que se vaya a otro lugar o que se vaya afuera”.

“Hay”, altera el investigador, “una reversión del proceso de repatriación que CONICET había conseguido en las últimas dos décadas: ese goteo de investigadores que se habían ido y que estaban volviendo lentamente. Se va a cortar y con el paso del tiempo vamos a volver a ser exportadores de recursos altamente capacitados y formados por el Estado”.

También se pararán los financiamientos para equipamiento, explica Perren. “Tenemos por ejemplo microscopios que requieren de obras complementarias y eso en este contexto no existirá».

El 22 de diciembre tuvieron una reunión con Daniel Salamone, que aún no había sido nombrado como presidente del CONICET por cuestiones administrativas, pero se dirigió como futura autoridad del organismo nacional. De aquel encuentro Perren recuerda que el, ahora sí, director les comentó: “que era hora de recortar los gastos del Estado nacional y que eso comprendía también a CONICET, que teníamos que tener la capacidad de saldar el «gap» entre lo que necesita el sistema y la plata que hay, con recursos propios, es decir, tenemos que salir a generar nuestros propios recursos”.

Para Perrensin ciencia no hay soberanía, sin soberanía no hay desarrollo sustentable, desarrollo con inclusión y sin ciencia no hay Patria posible”. Y pone en valor el trabajo que desde el CCT hacen los y las científicas: “la producción científica es una política estratégica de largo plazo, difícilmente mercantilizada y que es necesaria para el desarrollo, sobre todo un área como Patagonia Norte para mejorar la productividad de todo el subsistema económico, pero también para generar las alertas, para que ese crecimiento sea con inclusión, con sustentabilidad ambiental, y que esté sobre todo atento a la demanda del territorio”.


Comunicado de científicos del CONICET de la Patagonia:



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