Irradiar anticuerpos para «activar» las defensas
La radioinmunoterapia -diferente de la radioterapia- consiste en la irradiación previa de los anticuerpos específicos que combatirán una enfermedad dentro del organismo.
En el último encuentro anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), realizado en la ciudad de Chicago este mes, científicos del Albert Einstein College of Medicine de la Universidad Yeshiva expusieron los resultados de la aplicación de un tratamiento experimental de radioinmunoterapia (RIT), técnica utilizada para el tratamiento del cáncer, pero en este caso, para tratar tejidos afectados por el virus de inmunodeficiencia humana, HIV. La técnica consiste en el tratamiento con rayos de una serie de anticuerpos (agentes del sistema inmunológico «defensores» del organismo) para que se dirijan a eliminar células específicas infectadas por el HIV.
En realidad este nuevo potencial tratamiento, que hasta ahora se utiliza en oncología para tratar, principalmente, la enfermedad conocida como linfoma no-Horgkin, fue probado exitosamente en infectología sólo en tejidos animales y en tejidos humanos pero en experiencias de laboratorio.
Se presenta como una «promesa» para el tratamiento de varias enfermedades infecciosas, de una lista que además del HIV incluiría algunos cánceres causados por virus. Si bien no son la mayoría, existen cánceres cuya causa se atribuye a virus, como por ejemplo los cánceres de cuello de útero asociados al virus del papiloma humano (HPV).
La doctora Ekaterina Dadachova, especialista en enfermedades oncológicas e investigadora de la institución que investiga el tema, explicó que el sistema funciona porque en el organismo, cada tipo de anticuerpo está programado para atacar un solo tipo de antígeno, de modo que si con el material radiactivo se trata a un anticuerpo particular, esa radiactividad puede ser dirigida a través de este anticuerpo a células específicas donde se halle el antígeno, es decir: habrá mucho menor riesgo de que infecte a células sanas.
Esta reducción de los daños colaterales, que suelen ser tan drásticos en los tratamientos oncológicos, sería según los científicos la que justifique el uso de estas técnicas para tratar enfermedades infecciosas. De otra manera, con irradiación directa, es imposible lograr resultados tan específicos.
El desafío de reducir
los efectos adversos
El linfoma no-Hodgkin, para el que se usó hasta ahora la radioinmunoterapia, es una especie de cáncer que se origina en las células del sistema inmunológico. En los últimos años, Dadachova ha venido trabajando en colaboración con el doctor Arturo Casadevall, profesor de Microbiología e Inmunología del Einstein Collage, para adaptar la técnica al tratamiento de infecciones micóticas, virales y bacterianas.
Para ello tuvieron varios inconvenientes previos por resolver. Uno es que los virus son demasiado diferentes de las células cancerosas: son organismos extremadamente pequeños y simples, apenas un núcleo de ADN o ARN «envuelto» en una capa de proteína, que pueden autorrepararse cuando su material genético resulta dañado por la radiación.
Y además, el HIV específicamente se esconde dentro de los linfocitos, y así logran mantenerse relativamente a salvo del alcance de los anticuerpos.
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