El dilema de los libertarios
En el intrigante mundo de los libertarios, donde el Estado mínimo es la consigna sagrada, surge una paradoja intrigante: ¿cómo es posible que aquellos que abogan por reducir al máximo la intervención estatal encuentren refugio y comodidad en lugares públicos?
Estudiar en bibliotecas, caminar por parques mantenidos por el gobierno y disfrutar de servicios públicos parece contradecir el ferviente deseo de minimizar la presencia del Estado en la vida cotidiana. ¿Es esto una hipocresía descarada, o hay razones más profundas detrás de esta aparente contradicción?
La pregunta más irónica se presenta cuando estos defensores del Estado mínimo necesitan atención médica. ¿Es su elección de lugares públicos para estudiar un reflejo de su incapacidad para acceder a servicios privados, o simplemente están sacando provecho de los beneficios del Estado que dicen despreciar?
En este juego de contradicciones, se plantea la interrogante: ¿por qué algunos libertarios optan por la universidad pública en lugar de elegir una institución privada? ¿Será que el mismo sector que aman los expulsa y, en un acto de ironía, terminan mendigando amor a la institución que desean ver reducida?
Lo curioso es que muchos de estos libertarios proclaman detestar el sistema, pero al mismo tiempo dependen de él. ¿Cómo se justifica pagar impuestos cuando la mayoría parece tentada por la evasión fiscal? ¿Realmente hacen una diferencia esas contribuciones a las arcas estatales, o es solo una gota en el océano de las finanzas gubernamentales?
En este fascinante juego de contradicciones, exploraremos las motivaciones detrás de la elección de los libertarios de estudiar en lugares públicos mientras desean un Estado mínimo. ¿Son verdaderos creyentes de sus ideales o simplemente beneficiarios convenientes del sistema que critican? ¡Prepárate para descubrir el enigma de los libertarios y su relación ambivalente con el Estado!
Hector Daniel Ayarachi Fuentes
DNI 35.492.138
Neuquén
Comentarios