Faltante de combustibles: por qué la escasez de productos es una constante en Argentina
Cada sector tiene sus especificidades, pero hay en todos un común denominador que es esencialmente económico.
Las largas filas de vehículos, con conductores presurosos por conseguir combustible, es solo una de las caras de la escasez que afecta a varios mercados de Argentina. También faltan artículos en las góndolas de los supermercados, faltan dólares, faltan viviendas en alquiler. Cada uno tiene sus particularidades, pero en todos los casos hay distorsiones de índole económica.
Hay un tópico fundamental de los cursos introductorios de economía que en ocasiones es olvidado u obviado por los hacedores de políticas económicas de nuestro país: hablamos de la ley de oferta y demanda.
En esa interacción de fuerzas llamada mercado, opera un mecanismo racionador, una señal que guía las decisiones de los compradores y de los vendedores. Es el precio de un bien o servicio lo que determina cuánto se ofrece y cuánto se demanda del mismo.
¿Qué sucede en Argentina?
La inflación es un problema económico crónico de la Argentina, un flagelo que forma parte de nuestra historia, pero también de nuestra actualidad y de nuestra idiosincrasia. Ha habido numerosos intentos de solucionarlos, y la mayoría de ellos fracasó.
La estrategia del actual ministro de Economía, Sergio Massa, consiste en echar mano a una receta muy conocida por los argentinos pero poco efectiva: el control de precios. En lugar de morigerar genuinamente la inflación, se decide intervenir en los mercados para mantener «a raya» algunos precios clave.
El congelamiento de precios, o el establecimiento de topes a los aumentos, impide que los mercados arriben a su equilibrio. Al quedar los productos y servicios en cuestión «artificialmente» baratos, hay más incentivos para comprarlos y menos para venderlos, provocando escasez. Simultáneamente, la inflación sigue escalando.
Al quedar los productos y servicios en cuestión «artificialmente» baratos, hay más incentivos para comprarlos y menos para venderlos, provocando escasez.
En el mercado de alquileres, por ejemplo, la obligación de actualizar precios anualmente con una nominalidad muy acelerada ha sido señalada como la principal razón por las que hay escasez de viviendas para ser locadas.
El cada vez más amplio programa «Precios Justos» es una de las banderas de la actual gestión, y establece una pauta de incrementos mensuales máximos para numerosos artículos. No es casualidad que los espacios vacíos destinados a los mismos en las góndolas sea una constante en los supermercados de Argentina.
El faltante de combustibles es la muestra más reciente y resonante de las consecuencias de un populismo.
Acaso el mayor problema provocado por esta recauchutada política es la escasez de dólares en Argentina. El régimen de crawling peg, primero, y el establecimiento de un tipo de cambio fijo, luego, han dejado el precio del dólar oficial atrasado, provocando caída de reservas en el Banco Central, un cepo cada vez más rígido y un mercado informal cada vez más relevante para la economía nacional.
Tampoco es casual que, un mes y medio después del congelamiento de precios de las naftas decidido en agosto, hoy haya escasez. El faltante de combustibles es la muestra más reciente y resonante de las consecuencias de un populismo que reina sobre todo en tiempos electorales, y que hoy parece también quedarse sin nafta.
«La defensa de los bolsillos de los argentinos» es el argumento preferido de los políticos que hacen del relato el modus operandi. Posiblemente, más exitoso que repetir lo que hicimos en el pasado sería imitar las políticas de los países vecinos, donde no hay desabastecimiento ni tampoco índices de pobreza escandalosos como el nuestro.
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